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Por ANTONIO GARRIDO / Ya es definitivo que hemos dicho adiós al sueño que ha durado varios años en relación con la posibilidad de declarar a los Paisajes del Olivar como Patrimonio Mundial, pero tras desistir la Diputación de su propósito a causa de los inconvenientes surgidos, especialmente el malestar de agricultores afectados, muy singularmente en la zona de la campiña, y una vez que la Junta no se ha querido hacer cargo de liderar este empeño, se han agotado todos los plazos y ya está definitivamente cerrado el camino hacia ese objetivo. Otro tren que pasaba por Jaén y una nueva frustración. Es verdad que tenía más beneficios que perjuicios, pero en el sector olivarero no se ha suscitado la unidad demandada y por esta circunstancia arrojó la toalla la Diputación. Entiendo que hubo precipitación y tal vez falta de pedagogía con los protagonistas, los olivareros, según se puso de manifiesta en un encuentro propiciado por el Foro Jaén de Opinión y Debate.

Debió ser una decisión complicada después de más de una década trabajando duro en el expediente e invirtiendo dinero que no se ha podido dedicar a otras atenciones, es normal la actitud adoptada, más si cabe porque se trata de respetar el criterio de centenares de agricultores olivareros, aunque curiosamente en su inmensa mayoría procedan de una sola zona geográfica de la provincia. Tras la decisión del organismo provincial, la Junta de Andalucía, que ha estado ahí poniendo una vela a Dios y otra al diablo, a causa del problema de celos entre las administraciones, algo que nunca entenderemos, pero así es como obran casi todos. La reunión en la que la Junta convocaba a las organizaciones agrarias, que suponemos llevaba la mejor intención, terminó como el rosario de la aurora. Por mucho que quiera la Junta no podría liderar ese objetivo, y como se ha visto, la Diputación tampoco, aunque por razones diferentes.

En esta provincia, y respetando el criterio de los olivareros, que hacen bien en exigir todas las garantías que estimen necesarias porque los olivos son suyos, cualquier actuación cuesta Dios y ayuda, casi siempre hay quien se dedica a poner palos en las ruedas. Les puedo señalar unos cuantos ejemplos, pero mejor no porque se trata de pasar página. A pesar de la buena intención de algunas voces autorizadas que esperan que se dé un momento oportuno para retomar este sueño, dentro de unos años, soy de los que piensan que hay que olvidarse, porque va a ser extremadamente difícil convencer a los no convencidos, vamos que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Sí, es una pena y una oportunidad perdida porque había las mejores expectativas, la declaración iba a llegar casi con toda seguridad el año próximo, y ahora lo más probable, y en esto estamos todos de acuerdo, es que dentro de unos meses veamos que otros territorios, tal vez de algún país que juega a hacernos la competencia con el mar de olivos, nos copie y se lleve el nombramiento. Pero es lo que hay, hemos dejado pasar el tren con todas sus consecuencias. RIP.

Ni siquiera ha logrado cambiar la dirección de los acontecimientos la Plataforma “Salvemos los Paisajes del Olivar” que ha tratado por activa y por pasiva de mediar casi sin descanso durante semanas, pero se ha visto desamparada porque la política, también en un ejercicio habitual de populismo y demagogia, ha preferido la comodidad de ponerse del lado de los agricultores en vez de tratar de fomentar el diálogo y el convencimiento de los beneficios más que los perjuicios. Lo cierto es que tras la retirada del expediente por parte de la Diputación y la posición un tanto airada y confusa de la Junta, que cuesta saber a veces en qué terreno juega, me pareció una buena noticia la reacción social antes que arrojar la toalla, pero a pesar de todo así ha ocurrido. Soy respetuoso, faltaría más, con los agricultores que pusieron el grito en el cielo en contra de esta declaración, pero no me voy a desdecir de lo que he estado opinando durante años. Entiendo determinadas posturas, no las comparto en su mayor parte, y desde luego creo que deberíamos haber hecho entre todos el esfuerzo integrador para que esta declaración fuera posible. Por estas razones di mi apoyo a la Plataforma Ciudadana “Salvemos los Paisajes del Olivar Andaluz a Patrimonio de la Humanidad”. El caso es que con los papeles camino de la Unesco, se ha visto en la complicada tesitura de frenar, de pedir la retirada, con el argumento, razonable sin duda, aunque tal vez surgido en un arrebato, de que no se puede ir contra la voluntad de los agricultores como es el caso de la respuesta de olivareros de la zona 14 de la campiña jienense que se han cerrado en banda y no le ven a la posible declaración más que perjuicios para el sector.

Aquí se ha dado alguna de estas dos circunstancias: o no se ha explicado lo suficientemente bien, poniendo más el acento en las formalidades que en la gente a la que le afecta, o es que sigue latiendo todavía ese conservadurismo a ultranza que durante décadas impidió que el olivar y el aceite representaran un mayor capital para la provincia, más peso en el PIB del territorio, más empresas ligadas al sector que es una paradoja que se encuentran en otras zonas donde el olivar no ejerce liderazgo…pero de todos modos es extraño que se levante una zona y no sea el conjunto de la provincia, aunque no todas hayan sido escogidas como zonas de referencia, por razones prácticas. En todas estas cuestiones estaba pensando cuando me asalta la pregunta en torno a las muy bien intencionadas declaraciones, desde el ministro de Agricultura hasta el rector de nuestra Universidad y de alguna otra andaluza, sin olvidar que el padre de la criatura, porque fue el inspirador de la idea, Francisco Casero, un dirigente histórico del movimiento rural español y andaluz, en su calidad de presidente de la Fundación Salvia al Compromiso y los Valores, fue el que sugirió la idea, la alentó y se ilusionó plenamente con ella, y el presidente de la Diputación, Francisco Reyes, aceptó el reto y así nació este clamor. Ninguno de los dos se iban a llevar la declaración a su casa. Pues bien, el propio Casero ha sido uno de los inspiradores de la Plataforma Ciudadana “Salvemos los Paisajes del Olivar Andaluz” a Patrimonio de la Humanidad, pues consistía en implicarse socialmente en una buena causa.

Hace unas fechas, hablando con personas que tienen mucho que ver con el mundo olivarero, defendí que en esta provincia no tenemos remedio y que por unas u otras razones parece que estamos gafados en relación con grandes conquistas. La política, si no directamente, sí entre bambalinas, también procura poner palos en las ruedas, me refiero a este caso y a todos los demás que han sido aspiraciones de Jaén. Ahora he visto al PP declarar con rotundidad que ellos siempre estarán “al lado de los agricultores” y tiene una carga demagógica impresionante, porque a los agricultores, también es el caso de algunas organizaciones agrarias, llegado el caso, también se les debe convencer de las bondades de un proyecto, el que sea. Una de las razones por las que hace falta un relevo generacional en el campo es porque llegue un cambio de mentalidad que nos redima, porque al olivar se le puede sacar muchísimo más provecho y aunque en los últimos años se ha producido un considerable avance, la economía basada en el oro líquido no reporta el valor añadido que debería, baste decir que la empresa Valeo, de todos conocida, situada en la ciudad de Martos, ella sola es más importante para el PIB de la provincia que todo nuestro universo olivarero. Tal vez este dato nos debería dar que pensar.

Volviendo a los Paisajes del Olivar veo complicado, sobre todo con este marco en el que nos movemos, que se pueda retomar la aspiración en algún momento del futuro, estoy entre los convencidos de que no nos haría mal y sí mucho bien, además de que ya se ha extendido el rumor de que al renunciar nosotros hay varios países, entre ellos Italia, que pueden coger la bandera porque hay mucho interés en quitarnos la supremacía del sector con 66 millones de olivos, que se dice pronto, y la declaración vendría a ser, como reconoce el propio ministro Luis Planas, “una gran conquista para la imagen del sector y la mayor valorización del territorio”. En situaciones como esta me suelo acordar de una frase acuñada por el recordado Manolo Anguita al llamar a Jaén “tan rica la pobre”, no se puede expresar mejor en cinco palabras.

Desde el primer momento seguí con mucho interés el proceso del expediente elaborado para el liderazgo de la Diputación de Jaén, a pesar de que varias provincias formaban parte del proyecto y es evidente el compromiso adoptado por instituciones que tanto tienen que decir como la propia Universidad, cuya misión, sobre todo en los últimos tiempos, ha sido la de favorecer el entendimiento, como ella suele expresar, servir de pegamento para tantos intereses encontrados, políticos y de otra naturaleza. Sé que retomar el expediente, recuperar en lo posible el consenso logrado, torcer la voluntad de los más críticos, etc, es una tarea complicada, pero la que deberíamos desterrar definitivamente en Jaén para no dejarnos arrastrar más por la desidia y la resignación histórica es la palabra “imposible”. Se puede, se tiene que hacer el intento y la voluntad de los agricultores, con ser importante, dudo mucho que se pueda imponer al criterio mayoritario que aboga no por intereses propios, nadie los ha buscado en esta batalla, sino en resultados y expectativas para Andalucía y para Jaén.

En el expediente incoado en su día se recogen los fundamentos y razones por los que el mar de olivos de las provincias de Jaén, Córdoba, Sevilla, Málaga, Granada y Cádiz debía ser considerado Patrimonio Mundial por las Naciones Unidas. Historia, geografía, singularidad y, en síntesis, una forma de vida ligada al cultivo del olivo que han aspirado a su reconocimiento universal así lo avalan, según la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO). Cerca de 100 instituciones entre diputaciones, ayuntamientos, organizaciones agrarias, asociaciones, grupos empresariales, denominaciones de origen y universidades, se adherían a la candidatura en un acto público celebrado en 2018, hace ya más de seis años, que entonces sí reflejaba el apoyo unánime de la sociedad andaluza a esta aspiración.

Aparte de los argumentos ya esgrimidos, les voy a añadir otros por los cuales firmé y expresé mi total apoyo a la Plataforma Ciudadana “Salvemos los Paisajes del Olivar Andaluz”. Soy un jienense enamorado de mi tierra, que siente legítimo orgullo cada vez que alguien de fuera se queda admirado, y lo confiesa, de nuestro mar de olivos, que es sin duda nuestro más grandioso patrimonio natural, económico y cultural. Reducirlo a un mero sustento económico, siempre desde el respeto a los propietarios de los olivos, me parece no tener la suficiente altura de miras, ni sentir la necesidad de honrar a nuestro árbol milenario con todo lo que representa. No se trata de expropiar al olivar, sino de engrandecerlo, sublimarlo, ponerlo en lo más alto de nuestra consideración. Lo hago también por respeto al dinero público invertido, de todos los jienenses y andaluces, por una causa noble. Estoy totalmente convencido de que, contrariamente a lo que se trata de justificar, nadie va a actuar contra nuestro olivar porque tenga esa declaración honorífica, por el contrario sería un timbre de gloria para reportar beneficios de distinto orden. Apoyo también porque igualmente lo hice con los casos de Úbeda y Baeza, escribí mucho al respecto, tanto cuando se rechazó al expediente como cuando, salvados los obstáculos, llegó la buena nueva y casi 21 años después los resultados no pueden ser más optimistas. Me sumo, igualmente, porque fui yo quien propuse en el pregón de la feria de San Lucas de 2003, que la ciudad de Jaén solicitara para la Catedral la declaración de Patrimonio de la Humanidad, al entender la belleza de nuestra seo, haber sido modelo para construir catedrales en Hispanoamérica y ser uno de los grandes referentes del Renacimiento.

Lamentablemente la primera vez que se pidió a la Unesco tuvimos que padecer un expediente poco trabajado, que por cierto nos costó casi 300.000 euros, facturados por el mexicano Francisco Javier López Morales, que nos prometió días de vino y rosas. Menos mal que después se ha trabajado mucho mejor, sobre todo la aportación desde la Universidad de Jaén, y estamos en mejores condiciones de intentarlo. Y apoyo, por supuesto, porque reniego de ese cierto complejo de inferioridad en el que justificamos lo que haga falta con tal de que todo se mantenga como está, y mi actitud es la contraria, la de la proactividad, y desde esa posición jamás me verán del lado de ninguna opción política, porque normalmente van a la defensa de sus intereses, pero sí con la Sociedad Civil organizada, que creo a pies juntillas es imprescindible para salvarnos de los sectarismos, de las confrontaciones, y, en definitiva, de la inactividad y de las permanentes excusas para dejarnos llevar por la apatía y en especial la muy conocida made in Jaén.

Suscribí por completo el Manifiesto de la Plataforma Ciudadana “Salvemos los Paisajes del Olivar Andaluz a Patrimonio de la Humanidad. Historia Milenaria de un mar de olivos”, empezando por la consideración del olivar andaluz y los olivares jienenses como “valor universal excepcional”, comparto que también sería un homenaje a tantas generaciones que mimaron el árbol emblemático y, naturalmente, opino, como el resto de los firmantes, que no se trataba de imponer por decreto ni de obligar caciquilmente, pero siempre desde el posicionamiento de que los beneficios exceden a los posibles inconvenientes. La renuncia no es el camino, la acción sí lo es, más si responde al interés general.

Ahora, en este nuevo capítulo de nuestra desidia lo más probable es que cualquier país que se sienta con el suficiente potencial para plantearlo, reivindique para sí este título. Es difícil entender que lo reciba un territorio distinto al nuestro, que es el emblema del olivar, pero tampoco a estas alturas podría sorprendernos en base a la globalización. Solo espero que esta provincia espabile, porque nadie nos va a regalar nada, lo que Jaén quiera se lo tiene que ganar a pulso.    

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