No voy a entrar más, al menos por el momento, en la polémica en relación con la Noche de San Antón, porque el debate está un tanto subido de tono. Por otro lado, hay respuesta para todos los argumentos que se utilizan para promover un cambio de fechas, pero prefiero que siga la discusión, aunque me gustaría que se produjera con un mayor sosiego, nadie está en posesión de la verdad absoluta, de todos modos yo me he posicionado claramente en favor de mantener la tradición y creo que con un poco de voluntad se podían acercar las posturas y hacer una semana festiva si es verdad que se ansía con tanto entusiasmo el progreso de Jaén. De todas maneras ya dejo bien claro que si el porvenir de la ciudad dependiera del esplendor del fin de semana de la polémica, inmediatamente me volcaba hacia esa dirección, pero tengo mis dudas y además creo que con algo de imaginación se podría satisfacer a todo el mundo.
Por un lado se podrían mantener las lumbres tal cual están. Para el resto de días, ya que hay ciertos sectores que están tan activos pro Jaén, aparte de la noche de la Carrera Internacional, en la que incluso se podría hacer una lumbre institucional de fin de fiestas, las iniciativas privada y pública podrían unirse para promover una serie de actos, por ejemplo una muestra de productos de Jaén, especialmente el aceite de la ciudad, que los hay muy buenos, ya que en esas fechas estamos en plena campaña; se podía promover otra noche dedicada a artistas jienenses en el Teatro Infanta Leonor, que es algo que nunca se hace y ellos y Jaén se lo merecen…en fin, he anotado en mi agenda una variada relación de ideas factibles de montar, pero ni soy de la plataforma, en todo caso estaría en otra plataforma no enfrentada pero sí defendiendo otra postura, y por supuesto tampoco soy concejal. Creo que se tira pronto la toalla en vez de encontrar fórmulas para enriquecer San Antón, ya que hay tiempo de sobra para hacerlo y espero que también ganas.
Dicho esto, lo que pretendía hoy es hacer un recordatorio sobre la Noche de San Antón. Las lumbres son antiquísimas, están muy unidas a las mejores tradiciones de la ciudad. No obstante en la mitad de los ochenta, hace ya más de treinta años, las lumbres sufrieron una aguda crisis, se hacían pocas y no había mucho entusiasmo en ese momento dentro del movimiento vecinal, que era menos potente que lo es ahora.
El concejal socialista José Montané, que fue responsable de Festejos y Deportes, y que era un político imaginativo y que quiso dejar su sello en la gestión de las áreas a su cargo, dedicó su esfuerzo a revalorizar las diferentes tradiciones jienenses, una de ellas la Noche de San Antón; animó a las asociaciones de vecinos y a los distintos colectivos, especialmente los culturales, para que se unieran a este apoyo, incluso creó un premio para las mejores lumbres, todo lo cual, unido, hizo que las lumbres tuvieran de nuevo un gran protagonismo.
No obstante, el mismo edil, pero precisamente porque quería darle impulso a las celebraciones, se inventó una carrera urbana, que primero fue modesta y derivó en lo que es hoy, una prestigiosa Carrera Internacional, pero en ningún momento se le ocurrió cambiarla de fecha, sobre todo porque Montané era un ferviente defensor de las tradiciones, de hecho durante sus responsabilidades lo demostró palpablemente, entre otras cosas recuperó en gran medida también la figura del Condestable Lucas de Iranzo.
Con todas estas favorables iniciativas lo que consiguió ese buen concejal, al menos se si valoran en concreto estas actuaciones, porque luego hubo otras que serían discutibles, fue echar a la gente a la calle y los gobiernos municipales tanto de Emilio Arroyo como de su sucesor, José María de la Torre, estuvieron acertados en este sentido. Entonces era revitalizar y crear, ahora no sé la causa de ese empeño por la incertidumbre, por experimentar, en lugar de enriquecer y crecer, si es el interés de Jaén lo que se busca.
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José Montané, en una imagen de archivo del Ayuntamiento. Él, cuando era concejal de Festejos y Deportes, reinventó las lumbres de San Antón y creó la carrera, pero sin tocar la tradición.