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El alcalde de Jaén, Javier Márquez, ha debido enfrentarse hoy a un hecho poco agradable para un primer edil, informar a los sindicatos del Ayuntamiento de la dificultad extrema para pagar la nómina de los meses de septiembre y octubre, puesto que para el resto del año puede ser posible solicitar un adelanto por la Participación en los Ingresos del Estado (PIE).

El regidor sabía cuando llegó al cargo, aupado por su amigo Fernández de Moya, que estaba deseando pegar el portazo y salir corriendo, que el suyo no iba a ser un camino de rosas, pero estoy convencido de que no pensaba que iba a ser tan duro y amargo. El principal problema, aunque no sea el único, el que seguramente no le deja dormir, es la nómina de los más de 1.400 trabajadores al servicio del Ayuntamiento.

De aquí para atrás, no sin dificultades, se han podido ir sorteando las dificultades y no se ha dejado de pagar una sola nómina, para cumplir este mes de septiembre ya hay serias dificultades, las puertas no se abren y la que se abre es con unas condiciones innegociables. En el periodo anterior de Fernández de Moya, aunque los problemas eran prácticamente los mismos, no estaban agotadas todas las garantías, hoy nadie apuesta un euro por el Ayuntamiento, y acudir a Montoro no es posible porque en las actuales circunstancias el nivel de toma de decisiones es mínimo.

Ya en el pleno de agosto cuando se pretendía dar vía libre a una operación financiera, se dijo que ventajosa, para proceder al pago de sentencias judiciales firmes, ante el resultado fallido de la sesión municipal, vi al alcalde muy contrariado, él no es de los que cogen el micrófono para soltar arengas y amenazas, pero como llevo dedicándome muchos años a analizar las reacciones de los personajes de la vida pública, en ese momento creí captar la imagen de la renuncia, de la decepción. Seguramente Márquez no podía entender el papel de la oposición municipal que le dejaba tirado a pesar del esfuerzo por convocar en pleno mes vacacional, una de las pocas veces en la historia de la democracia que se ha convocado a los ediles, y si se hizo fue por necesidad.

La oposición, lo dijimos entonces, tiene que hacer lo que considere más conveniente, pero por la cabeza del alcalde no pasa otra opción por el momento que no sea sumar para sacar adelante los temas económicos. Hay otras muchas cuestiones pendientes en la ciudad, por supuesto, pero con la actual ruina económica todo lo demás puede esperar, porque sin un mínimo de recursos es imposible que siga funcionando la maquinaria municipal.

A lo mejor me equivoco, que creo que no, pero veo al alcalde derrotado, lo ha intentado todo, ha hecho viajes, ha cogido el teléfono docenas de veces, pero el Ayuntamiento de Jaén está tan señalado por su trayectoria económica, que no hay razones para el optimismo. A lo mejor se logra salvar la nómina de septiembre y la de octubre, incluso se puede llegar milagrosamente, eso sí, hasta final de año, pero no hay más gasolina. O se adoptan medidas para garantizar algún tipo de solución a corto, medio y largo plazo, o el Ayuntamiento entrará en una situación irreversible.

Creo que con este panorama a Javier Márquez no le debe apetecer demasiado ser el enterrador oficial de la Casa Consistorial, por eso me atrevo a decir que no me extrañaría en absoluto que Márquez decida arrojar la toalla y que su partido decida otra solución que no sea la suya para el Ayuntamiento de Jaén.

Su difícil postura política tiene mucho que ver con el comportamiento de los grupos municipales. El PP con el alcalde a la cabeza se han quedado solos, y la oposición en algunos asuntos está haciendo una piña. Por esta circunstancia el alcalde incluso llegó a sugerir que ya que no le dejan hacer, en el sentido de que no apoyan sus propuestas, entraría dentro de la lógica que hubiera una alternativa liderada por el PSOE para hacerse con la Alcaldía, es decir, ya que no quieren apoyar ahora, que al menos se garantice la viabilidad del Ayuntamiento por medio de los acuerdos de una mayoría.

Respeto a los diferentes grupos políticos y he escuchado sus argumentos para las posiciones en las que se mueven, que son respetables, pero también entiendo que el alcalde, Javier Márquez, no ha tenido suerte y en solitario, no siempre con la comprensión y el apoyo interno, ha tenido que hacer frente a una situación desesperada, la que ha heredado de su íntimo amigo, el que huyó a toda prisa porque sabía lo que le venía encima y a pesar de eso le endosó el regalo envenenado envuelto en ese mensaje tan sentimentalmente hermoso de ser el alcalde de todos los jienenses.

Márquez es una buenísima persona, alguien que quiere a su tierra, pero es evidente que no sirve para lo peor que tiene la política, sobre todo el compadreo, las tragaderas, el hacer de tripas corazón…En lo que ha podido ha hecho grandes esfuerzos, ha abierto el Ayuntamiento, que era una institución cerrada y muy política, porque su antecesor se encargó de impregnar el Consistorio de su mochila de presidente provincial del Partido Popular. Y ha hecho todo lo que ha podido desde el diálogo, incluso ha tratado de hacer su vida normal como simple ciudadano y viandante. Pero le ha cambiado la vida, en época anterior le pasó algo parecido a Alfonso Sánchez, al que en algún momento tuve que rogar que no se desprendiera de su principal capital, la sonrisa y la empatía, nada lo merece, ni siquiera el cargo de alcalde.

En definitiva o Márquez, que es de las pocas cosas buenas que le han ocurrido al Ayuntamiento, al menos en mi opinión, tiene el apoyo de todos los grupos o de una mayoría para actuar con diligencia in extremis, porque así es la situación, o presiento que Javier Márquez no aguante la presión por más tiempo. Es una persona que llegó a la política por casualidad, que no la necesita para vivir, y que nunca ha sentido la tentación de ser un profesional de ella  ni de aferrarse a ningún sillón.

Creo honestamente que Márquez medita su retirada de la escena municipal, y tal vez tengamos que lamentarlo. Entiendo que la responsabilidad de los corporativos, en este momento tan difícil para la ciudad, deberá ser la de sumar con tal de no poner más en peligro el incierto futuro de Jaén. Ya sé que el gobierno popular ha adolecido de un plan serio para una encrucijada tan preocupante como la que teníamos y tenemos, que hay que hacerle muchos reproches, que ha habido dejaciones clamorosas, que seguramente deberían haberse tocado sueldos de concejales y de algunos altos funcionarios para aligerar la carga, que hay asignaturas pendientes nada entendibles como la del pliego de la recogida de la basura que no se sostiene ni se entiende, que en la ciudad hay una parálisis que es perceptible solamente abriendo los ojos, que en definitiva el panorama tan desolador ha derivado en impotencia y en falta de liderazgo para plantear una apuesta ilusionante…Pero Javier Márquez es una víctima más y sinceramente opino que él debió favorecer otra estrategia con la oposición y ésta tuvo que ser más colaboradora, no con el alcalde, sino con la ciudad de Jaén.

Es posible que ya sea muy tarde para casi todo, especialmente si Javier Márquez decide ser el segundo edil del PP en abandonar el cargo. Si es así, ¿qué va a pasar después?, ¿qué va a ser de la ciudad de Jaén?

 

 

Foto:

Javier Márquez, alcalde de Jaén

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