Por ANTONIO GARRIDO / Este año de gracia de 2023 hace medio siglo que arribé en esta muy noble y muy leal ciudad de Jaén. Fue el 30 de mayo, San Fernando, y es una fecha con gran simbolismo para mí la de mi llegada para incorporarme a la Redacción de Ideal, en la calle Álamos, y algo después, a los servicios informativos de la cadena Cope, entonces Radio Popular, donde dirigí dos informativos (mañana y noche) además del espacio ‘Buenos días, señor alcalde’. Mi primer encuentro con esta “bella ciudad de luz”, lo recuerdo muy bien, se preparaba para las fiestas de la Virgen de la Capilla, que ya cubrí informativamente. No tengo más que palabras de gratitud para esta ciudad en la que, aunque resisto, como defiendo en mi libro y en mi blog, no es menos verdad que me lo ha dado todo y he sentido un especial idilio con ella. Jaén me ha llenado completamente, de hecho rechacé durante este tiempo varias oportunidades para salir… Un anterior director de Ideal y siempre amigo, Melchor Saiz-Pardo, recientemente fallecido, solía decir que era impensable que yo pudiera respirar lejos de la bellísima Catedral de Jaén y a mucha distancia de mi querido Ibros, o de Úbeda y Baeza. Y decía la verdad.
Jaén, con todo lo bueno y todos los defectos, mucho más de lo primero que de lo segundo, me ha hecho feliz. Jaén y los jienenses. Me siento orgulloso y un privilegiado de haber hecho esta opción y de toda la trayectoria recorrida en la que pienso que el balance de tantos proyectos realizados ha sido satisfactorio. Cuántas experiencias a lo largo de estas cinco décadas, aunque el periodo más vivo e ilusionante fue sin duda la transición, que ayudó a forjarme como periodista, y por supuesto la llegada de la democracia, pero hay muchísimos capítulos en tan largo periodo de tiempo.
Desde el punto de vista profesional y personal, por la labor desarrollada siempre tan gratificante, por vocacional, y por el gran regalo que ha sido toda mi familia, ha merecido la pena y doy por ello cada día muchas gracias a Dios, en el que creo, y que no tengo duda de que ha guiado mis pasos. He olvidado sinsabores, que algunos ha habido, y, sobre todo, aunque produce cierta pena, la decepción que me produjeron algunas personas, en realidad nada ajeno a la condición humana.
Hace pocas semanas, con motivo del reconocimiento que recibí por parte del Colegio de Farmacéuticos, al otorgarme el Premio al Compromiso Social, me proporcionaron la alegría de adelantar la celebración de esta importante efeméride para mí, porque ha sido precisamente el compromiso lo que continuamente ha impulsado mi tarea profesional, y por eso dije que nada hay más importante que el compromiso, tu compromiso, por eso, sin querer pecar de inmodestia, lo consideré una distinción “ad hoc”. En mi caso una forma de felicidad. Siempre he soñado con un Jaén mejor, al que no podemos ni debemos renunciar. Jaén, siempre Jaén. Y un verdadero compromiso nunca debe romperse, o lo persigues de por vida o mueres en el intento. Eso sí, el compromiso tiene que ser exigente, perseverante, y solo así llega a convertirse en un placer porque existe una manera de ser feliz cuando te comprometes. Y si además te dan un premio por ello, es la felicidad plena.
Este aniversario que me produce tanta alegría, 50 años de vida profesional en Jaén, de Jaén y por Jaén, quería compartirlo con todos mis amigos y amigas de Facebook desde la emotividad que dan la experiencia y el actual estado de jubilación (de júbilo), aunque ya ven que precisamente quieto no estoy. Siempre traté de hacer mía, no sé si pude lograrlo, y además lo digo con toda humildad, la máxima expresada por el reportero de leyenda Ryszard Kapuscinsk: “Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”. Así que como dice Charlotte Brontë: “Escribiré hasta que tenga los nudillos desgastados y el cerebro apabullado, pero seguiré haciéndolo”. Al menos puedo confesar, como Neruda, que he vivido y que mi voluntad es la de seguir resistiendo en esta ciudad y provincia maravillosa que es Jaén, a la que quiero tanto como me duele, porque son sentimientos compatibles.
En fin, dice el refrán que es de bien nacidos ser agradecidos y hoy le debía estas palabras de homenaje a la ciudad que me ha acogido durante 50 años, medio siglo, de 1973 a 2023 y a todos los jienenses de cualquier rincón de la provincia, porque en la práctica totalidad tengo repartidos los afectos. Mi labor de estos años, primero mi vida profesional activa, después tanto mi libro como mis crónicas casi a diario y el seguimiento del latir de Jaén me provocan un sentimiento de orgullo, también el de una provincia tan rica en todos los aspectos, a la que he tenido la oportunidad y la dicha de conocer en la práctica totalidad de sus municipios y aldeas, de norte a sur y de este a oeste, y me siento muy dichoso de pertenecer a este rincón tan entrañable y tan andaluz.
He tratado de ser digno, íntegro, durante mi larga trayectoria profesional, también he tenido suerte y he disfrutado de la libertad necesaria para no mantener hipotecas. No le debo nada a nadie, dejé la actividad profesional activa como llegué, ligero de equipaje. En las hemerotecas y también en los archivos de la radio local está recogido todo lo que le he dado a Jaén, que es una vida entera contando cosas, haciendo camino al compás de mi tierra, en lo bueno y en lo malo, como los matrimonios bien avenidos, en la salud y en la enfermedad. Jaén, lo puedo decir muy alto, ha sido mi profesión y mi pasión, pero he sabido hacer el que entendía que era mi papel, y no me ha temblado ni el pulso ni la pluma para llamar a cada cosa por su nombre, eso sí, siempre desde el respeto y nunca desde la animadversión, y menos que nada contra las personas, jamás he militado en esa trinchera.
En este momento en que me siento en deuda con mucha gente, tengo la necesidad de agradecer el apoyo encontrado en las diferentes etapas de mi vida profesional, y en especial recuerdo a todos los compañeros y compañeras con los que trabajé en las redacciones y que todos y todas me enseñaron algo y contribuyeron a alimentar mi capacidad de entusiasmo por el periodismo comprometido. Desde la Universidad hasta el movimiento vecinal, desde la defensa de las tradiciones a las deficientes infraestructuras, estoy satisfecho de haber hecho campaña permanente para preservar en nombre de los jienenses las señas de identidad y la mejor cara de la ambición para los intereses de esta tierra. No he buscado medallas, aunque las tengo y en su mayoría proceden de la sociedad civil con la que preferentemente he mantenido una relación de complicidad y he militado y milito en ella, en colectivos como la Universidad en su relación con la sociedad, el Foro Jaén de Opinión y Debate, las organizaciones profesionales de periodistas, la Asociación de Cronistas Oficiales, etc. Esta no es una apreciación negativa sobre la política, la respeto y la considero una actividad noble y quienes se dedican a ella merecen consideración, diferente es que los servidores públicos deben someterse a la crítica, que juega un papel esencial, aunque no todos los que ejercen esta tarea logran entenderlo y asumirlo.
Charlton Heston dijo una vez que “lo que no se puede curar se debe resistir”. He aprendido a resistir, pero lo he hecho sin sufrimiento, consciente y responsablemente, desde la admiración y el amor, sintiendo como propias todas las estrofas del espléndido himno a Jaén…Este es el legado que dejo a mis hijos y nietos, también a mi pueblo, porque soy cronista e hijo predilecto de la villa más hermosa y con historia de la provincia, Ibros, un timbre de gloria, y he tratado de no defraudar a mis paisanos; a todos los jienenses en general, sobre todo a los que conozco o me conocen, les transmito este pensamiento para que sepan que este que lo es pasó por Jaén tratando de ser un periodista útil, trabajador y honesto, la única herencia que recibí de mis antepasados.
Todos queremos a Jaén a nuestra manera y esta ciudad merece ya enfrentarse a un futuro mejor y esta ha sido la pretensión de mi labor periodística de tan larga travesía. Lo dejo recogido al modo de Antonio Machado, que desnudó en su poesía el alma de Jaén: “Venga Dios a los hogares,/y a las almas de esta tierra,/de olivares y olivares”/. O en su versión más desgarradora y militante, jienense de afectos: “Vivo en pecado mortal:/no te debiera querer;/ por eso te quiero más/.”
¡Gracias, Jaén!
(En estas dos fotos de quien esto firma hay una distancia de medio siglo. Confieso que lo he vivido)