Por ANTONIO GARRIDO / Hace varias semanas fue designado por el Gobierno para ocupar la vacante que dejaba Catalina Madueño al frente de la Subdelegación del Gobierno. Se trata de un político de reconocida trayectoria que ha pasado en los últimos años por casi todos los escalones a los que puede aspirar un político desde lo local a lo nacional. Me estoy refiriendo, naturalmente, a Manuel Fernández Palomino, que hace pocas fechas tomaba posesión en un acto oficial celebrado en Sevilla con el resto de sus colegas andaluces y hoy ha tocado su presentación formal en Jaén, aunque ya ha participado en diversos actos y le ha dado tiempo a hacerse con el nuevo papel que le toca desempeñar en esta nueva etapa de su vida política. Un poco más tranquilo, sin tantos viajes, en su ciudad, para poder caminar como a él le gusta, aunque me temo que no va a tener más remedio que usar el coche oficial y abandonar el bus, gajes del oficio. El cargo no le va a ser del todo complicado porque tiene muy buenos colaboradores en la Subdelegación, empezando por la secretaria general, Isabel Ranea, que es competente por demás.
Me alegro de que Manolo Fernández, con el que siempre he tenido y tengo una magnífica relación, en parte por el grato recuerdo que me dejó el trato con su padre, sea el nuevo representante del Gobierno central en nuestra provincia, un puesto nada fácil tal y como está el panorama. Se exigía perfil político y prueba evidente de que Francisco Reyes no ha perdido influencia con los interlocutores del ejecutivo de Sánchez y entre los responsables orgánicos, cuestión diferente es el peso político para exigir inversiones para Jaén, porque son cuestiones distintas, de dos tacadas ha conseguido que Fernández Palomino, que había vuelto a Diputación, donde es funcionario, y que ya dije en su día que estaba en expectativa de destino, retorne a la primera fila de la política, en este caso institucional, en tanto que a su colaborador de confianza en el PSOE de Jaén, Jacinto Viedma, lo ha lanzado a la regional, allí donde no todo el monte es orégano, pero se trata de un ascenso en toda regla y además merecido.
Creo conocer de sobra a Manuel Fernández Palomino, la persona y el personaje que hoy ha sido el protagonista del “besamanos”. Inicia un periodo del que por el momento no se conoce su duración, porque la política es muy cambiante, nada predecible, y lo vamos a observar cómo hace de “gobernador civil» que era como se denominaban estos puestos de responsabilidad provincial hasta que Pujol le exigió a Aznar, y él le complació, con el cambio de esta denominación de “Subdelegado del Gobierno”, todo sea para atender a las exigencias y caprichos del catalanismo independentista imperante, ayer, hoy y siempre. Su antecesora, Catalina Madueño, también destacada funcionaria, ha tratado de mantener una política de agradar, pero su etapa no ha sido del gusto de todos, en alguna ocasión le he llamado “bien mandada”, porque en determinados momentos, como algunas movilizaciones de la sociedad civil, estaba claro del lado de quién se ponía y a quién dañaba, las multas en la caravana a Despeñaperros fueron lo peor de su gestión, fue un agravio y un severo castigo. Además, en estos últimos años, se le han detectado varios desencuentros, sobre todo en declaraciones públicas, entre ella y el secretario provincial del PSOE y presidente de la Diputación. Creo que no existía la suficiente química y ya se sabe, donde manda patrón…
Pero hoy se trata de recibir a Manuel Fernández Palomino. No he asistido al “besamanos”, pero de todos modos me sumo complacido a las felicitaciones y además me alegro que haya funcionado el talante institucional y que el protagonista no haya estado solo sino que el resto de las administraciones, así debe ser siempre, hayan arropado su llegada y funcione la lealtad que en Jaén es tan necesaria a ver si nos olvidamos de esos estériles enfrentamientos crónicos y pasan todos a la acción para tratar de salvar a esta provincia de los males que le aquejan y hacerla más grande, más próspera y con un mejor futuro. Su discurso ha sido conciliador, ha destacado el reto de contribuir a la modernización del modelo económico y social de la provincia, aunque no se ha salido mucho del guion en lo que respecta a consignar los logros del Gobierno de España, especialmente en el ámbito social. He visto en las fotos que todos lo observaban con atención, el primero Reyes, con una media sonrisa en su rostro. La caricia del poder.
Manuel Fernández Palomino (1962) es funcionario de la Diputación por oposición, desde el año 1988, y desde 2002 afiliado al PSOE, donde fue concejal en el Ayuntamiento y después portavoz socialista, desempeñó cargos orgánicos como la responsabilidad de la secretaría general de la agrupación local y fue coincidiendo con esa etapa cuando él mismo expresó su deseo de aspirar a la Alcaldía de Jaén, pero a pesar de que su etapa en el Consistorio fue buena, constructiva, haciendo dúo con Mercedes Gámez, ya muy combativa, que se lo pregunten a Manuel Bonilla, decidió, se supone que de común acuerdo con el secretario general provincial, apartarse a un lado para dedicarse a otras tareas. En ese momento el partido unía su futuro en la capital al nombre de Julio Millán. Supongo que en aquella decepción debió ser consciente del comportamiento de la sociología de Jaén, pero aún recuerdo su declaración tajante: “Tengo muy claro que voy a ser alcalde de Jaén”. Los deseos no siempre se cumplen, ni en la política ni en la vida. Su objetivo, narrado entonces, era “cambiar Jaén con su gente, enterrar la tristeza y hacer crecer una autoestima escondida”. Creo que en parte esto mismo lo hizo Julio Millán y su equipo y también hay que reconocerlo. Al César lo que es del César. En cuanto a Fernández Palomino, ha llegado su recompensa, antes iba a tener una representación local, ahora es provincial.
Además del trabajo municipal en dos etapas, ha sido un puntal en la Diputación, ya en Bienestar Social o en el área de Turismo, donde se hizo embajador de la marca Jaén por el mundo, un tiempo en el que Fernández Palomino realizó un gran trabajo, propagó las excelencias de la provincia y se enamoró perdidamente de ella, se lo quiero reconocer expresamente. Cuando ya Jaén se le quedaba pequeño, aunque sea injusto resumir en unas líneas toda una ejecutoria, el PSOE lo envió al Senado, donde nos representó durante dos legislaturas y en la actual pudo hacerlo pero no resultó elegido, los votos tomaron otra dirección, la abrumadora mayoría socialista en la Cámara Alta cambió de signo, esta vez se fue al Partido Popular.
Fernández Palomino lleva ya unos cuantos años en política, en diferentes responsabilidades, desde que en 2007 llegó por primera vez al Ayuntamiento de Jaén. Está curtido, ha sobrevivido a muchas batallas y tiene a su favor algo muy importante para la tarea que se le encomienda, conocer bien el terreno que pisa.
En las coincidencias y en las discrepancias, porque esto no va de adhesiones inquebrantables y porque trato de valorar a los responsables públicos por sus hechos, le tengo por persona y político consciente, vamos que no es un advenedizo de esos que acuden a la política a medrar a costa de lo que sea menester. Y quiero pensar, aunque sé dónde está y para qué, que en el nuevo compromiso adquirido vamos a tener a alguien que represente al Gobierno, sí, pero que no traicione los intereses de Jaén, el suyo y el nuestro. Él mismo ha subrayado en algunas de sus primeras declaraciones, que en la etapa en la que nos encontramos Jaén está llena de oportunidades. Como frase queda estupenda y además refleja bien todas las potencialidades que tiene el territorio, Jaén es un diamante en bruto, pero tampoco nos podemos pasar toda la vida diciéndolo, orgullosos de nuestras fortalezas, hay que ponerlo en valor y actuar. La transformación, el desarrollo integral de Jaén es cosa de todos, es algo que no puede abordar en solitario una administración. Espero y deseo que Manuel Fernández Palomino sepa mantener el equilibrio que consiste en ser leal al Gobierno que lo ha nombrado, pero sin caer en la tentación, gravísimo error, de ser infiel a Jaén, donde tendrá que vivir cuando deje su responsabilidad. Ahora tenemos el Cetedex, que es un buen escudo para el subdelegado, en otros momentos ni siquiera eso. Sinceramente, espero y deseo poder felicitarlo porque obre el milagro para dar un giro a la política frentista que se hace en Jaén. Manolo Fernández tiene talante para ser el primero en dar ejemplo, me cuesta pensar en otro escenario. Como dice el evangelio de San Mateo (7:15): “Por sus obras lo conoceréis”.
Foto: Intervención de Manuel Fernández Palomino, esta mañana en el Salón del Trono de la Subdelegación del Gobierno.