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Por ANTONIO GARRIDO / Los jueves, milagro. El episodio me ha recordado la película de Luis García Berlanga, de mediados del pasado siglo, por la mirada entre incrédula e irónica hacia la sociedad que en buena parte sería trasladable al Jaén de hoy. Por sorpresa, con nocturnidad, cuando Jaén entero se disponía a conciliar el sueño, salió uno de los vagones del tranvía para comprobar en los raíles que los trabajos que se vienen haciendo son satisfactorios. A partir de este momento es de suponer que las pruebas serán relativamente frecuentes porque hay que asegurarse de que la infraestructura que no ha funcionado en los últimos trece años, desde 2011 en que se detuvo por una orden judicial, a pesar de todos los trabajos para su puesta al día, de la mejor manera con que se demuestra que está para prestar servicio es saliendo a la calle y haciendo el recorrido que será habitual o al menos parte de él. A los jienenses les cuesta creérselo de tantos anuncios como se han ido produciendo a lo largo de tantos años y de la inoperancia de las administraciones, empezando por la Junta, que no han sido capaces de actuar con celeridad para ir resolviendo los numerosos inconvenientes que han ido surgiendo, en especial los costes añadidos por tener los vagones en las cocheras. Curiosamente la obra que con más celeridad se hizo, siendo su principal gestor Rafael Valvivielso, en su etapa de delegado de Fomento, es la que más se ha dilatado en el tiempo, y con todo no creamos que el servicio se va a poner en marcha mañana, se anuncia para algún momento de 2025, pero como estamos acostumbrados a que en Jaén todo cuesta más, todavía no le damos más crédito que el poner algún acento de optimismo en que estamos en la cuenta atrás para dejar que el tranvía sea nuestra vergüenza.

De todas maneras en todo este tiempo en el que los jienenses han asistido a este ceremonia de la confusión, la sociedad local ha ido matizando sus opiniones, por regla general del actual trazado se cree que puede beneficiar a zonas como el Polígono de Los Olivares, el Hospital Neurotramatológico y por supuesto a la Universidad de Jaén, pero está muy extendido el criterio de que para que resulte rentable hay que abrir nuevos trayectos hacia zonas pobladas, como el Gran Eje y Las Fuentezuelas, y algunas más, incluso en el ámbito metropolitano, muy lógico para hacer de Jaén verdadera capitalidad. Por lo demás, como ocurre siempre que se produce alguna novedad, ya empiezan los políticos a pretender colgarse de medallas, cuando mejor harían todos por callarse. Aún recuerdo una visita del entonces vicepresidente Juan Marín con su gente de Ciudadanos, señalando que ya habían llegado ellos y nos traerían el tranvía. Cuántas mentiras y qué historias para no dormir.

No se trata de echar a andar el tranvía, cuando se decida que salga al fin de cocheras, sino buscarle proyección de futuro. Mantengamos la calma, por lo pronto nos han abierto una vía al optimismo, aunque para no llevarnos decepciones mejor mantener una actitud prudente. De todas maneras después de tan largo tiempo transcurrido solo había dos salidas: una, en efecto, aunque tarde y con una parsimonia visible en la Junta en tanto aceleraba el ritmo en otras infraestructuras similares en diferentes capitales andaluzas, sacarlo a flote; la otra era tapar las vías y volver a la situación anterior, eso sí, perdiendo no ya los 130 millones de euros que costó sino mucho más, claro que en este caso debería haberse acompañado con la decisión de correr a gorrazos Paseo de la Estación abajo a todos los políticos que hayan tenido que ver con esta aventura. Como esto ya no va a poder ser, y me alegro porque hay que mantener la fiesta en paz, celebremos con moderado optimismo que estamos más próximos a dejar de ser el hazmerreír de España entera porque no hay viajero que llegue a Jaén y lo haya hecho antes que no nos pregunte si por fin funciona el tranvía, y nos pongan colorados con sus reacciones. Toca esperar.  

A propósito de la comunicación es bueno que las fuerzas vivas, con la Universidad presente, se interesen por las infraestructuras del transporte y en unas jornadas que se acaban de celebrar en torno a la sostenibilidad el alcalde de Jaén, Agustín González, ha reclamado la creación de una Mesa por el Ferrocarril, la misma que hace poco han demandado los alcaldes del PP en la provincia que además elaboraron un Manifiesto. Le podría contar al regidor la de veces que se han creado Mesas por el Tren que han terminado naufragando precisamente por los intereses partidistas. Precisamente una que tuvo su sede en la Cámara de Comercio, hace unas cuentas décadas, fue la más potente de todas, y terminó como el rosario de la aurora precisamente por abandono de aquella Mesa por parte del Partido Popular, que a la sazón estaba al frente del gobierno de Españapero daría igual si fuera el PSOE, ha ocurrido en otras materias. Como siempre pasa en la política no se puede servir a dos señores, a Jaén y al partido al que se pertenece. ¿Crear otra vez una Mesa? No seré yo el que ponga obstáculos, pero tal y como está la política cualquier iniciativa está condenada al fracaso. Y me produce pena e indignación observar de qué manera se entretienen los dos principales partidos de la provincia en tirarse los trastos en lugar de tratar de ser útiles en el servicio al territorio.

Hace unos días algunos medios disparaban hacia Francisco Reyes por la cantidad desorbitada que se pagó a David Broncano por su pregón en la Fiesta del Primer Aceite. La réplica, indirecta, eso sí, no ha tardado en llegar, hoy, un medio de comunicación en las antípodas de los que se hicieron eco de la denuncia anterior, rescatan las que parecen declaraciones de años atrás del hoy alcalde de Jaén, en un blog personal, recogiendo opiniones discutibles en relación con el feminismo, cambio climático, prostitución o memoria histórica. Yo no soy el abogado defensor ni de Reyes ni de González, pero deberíamos hacer un esfuerzo entre todos para centrarnos en lo que de verdad importa, resolver los problemas que afectan a los ciudadanos en lugar de indagar en las biografías de las personas, por muy políticas que sean, para sembrar cizaña. Yo no dudo de la integridad del actual alcalde y pienso que es un demócrata. Mirar hacia atrás con este empeño no lleva a ninguna parte, deberíamos remar todos hacia el futuro, nos iría mucho mejor, y desde luego abandonar esta lucha política de acoso al adversario que nos tiene entretenidos mientras los problemas de Jaén acucian.

Del plan de ajuste municipal dirigido al Ministerio de Hacienda para su plácet, ya les comenté ayer el desarrollo del pleno del Ayuntamiento. El equipo de gobierno ha tratado de consensuar un plan que en principio pudiera pasar la prueba del algodón sin afectar excesivamente al bolsillo de los jienenses. A pesar de todo tengo dudas de que Hacienda acepte determinados ingresos que están en el aire, esta es precisamente la razón principal de que no haya aún un presupuesto y siga prorrogado el de 2017, hace siete años. El Ministerio responderá y ojalá que sea con buenas noticias, porque de lo contrario ya sería un golpe duro para el Ayuntamiento, en esto es donde hay que poner todos los sentidos. Por lo demás me aburren los debates de los políticos siempre lanzando dardos contra los gobiernos regidos por los adversarios. Especialmente me detengo hoy en el caso de las relaciones entre Ayuntamiento y Diputación, las dos administraciones más cercanas, gobernadas por diferentes partidos pero que por el bien de Jaén deberían estar condenadas a entenderse. Es impropio que la Diputación no sea más receptiva al Ayuntamiento de la capital como lo es que el gobierno local atente contra quien, a través del diálogo, puede y debe ser un cauce de colaboración institucional imprescindible. La moción del miércoles no fue prudente, el equipo de gobierno lanzó a Antonio Losa, que es un buen concejal que se distingue por su excelente trabajo en la micropolítica, pero que a pesar de ser diputado provincial en la fila de los populares le han asignado una batalla impropia y los argumentos de África Colomo fueron oportunos. En efecto el Palacio de Deportes se hizo con la colaboración municipal en tiempos de Javier Márquez, bastante constructivo, nada más que esa infraestructura en la que se consiguió arrastrar a la Junta, ya merecería la pena y el logro forma parte del haber del organismo provincial. Del buen talante y de la lealtad, pero de verdad, se pueden obtener logros, de la confrontación para sacar renta política no se obtendrá más que perjuicios y pérdida de posibilidades para Jaén.  

Y por último uno mi apoyo al empeño conjunto de los cinco chefs jienenses con Estrella Michelín, Pedrito Sánchez, Juan Aceituno, Juanjo Mesa, Javier Jurado y Juan Carlos García, que han programado para el día 13 de diciembre una cena solidaria destinada íntegramente a las personas afectadas por la DANA y que es una iniciativa a realizar al mismo tiempo en numerosos escenarios, liderada por los cocineros valencianos Ricard Camarena, Begoña Rodrigo y Quique Dacosta. La Diputación, que siempre es el paño de lágrimas y que está dispuesta en todo momento a prestar su apoyo, ya se ha ofrecido, entre otras cosas para facilitar los aceites extra de Jaén Selección que se requieran. La campaña tiene como lema “De Valencia para Valencia” y los cinco cocineros de la tierra se unen para elaborar un menú único. Se establecen mesas cero porque el restaurante Vandelvira de Baeza, donde tendrá lugar el evento, tendrá capacidad para 40 o 50 comensales. Lo único discutible, aunque supongo que tendrá su razón de ser, es el precio, 500 euros por persona. Está claro que tiene unos destinatarios, aunque me permito apuntar que precisamente las oleadas de solidaridad en la provincia no las suelen protanizar los más ricos, dicho sea con todo respeto, los verdaderamente solidarios en este Jaén nuestro, superdemostrado, son la gente corriente, pero esa no podrá estar en la cena. No es una crítica, es una simple opinión. A mí mismo me gustaría estar y lamentablemente no me lo puedo permitir.  

Foto: Ha salido un vagón del tranvía, en pruebas. Aleluya.

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