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El presidente de la Confederación de Empresarios de Jaén, Manuel Alfonso Torres, acompañado por su veterano secretario general, Mariano Azañón, que ya tiene algunos trienios en la organización, han sido recibidos hoy en la Diputación por el presidente, Francisco Reyes. Antes o después todo el mundo pasa por esta administración, por un lado porque el presidente es receptivo y atiende a todo el mundo que pretenda aportar algo positivo para Jaén, y segundo, porque la buena salud económica de la Corporación provincial le permite colaborar en infinidad de iniciativas de todo tipo. Es un poco la casa común de los jienenses, casi la única, a falta de otras puertas que por unas razones o por otras se han ido cerrando.

También apoya la Diputación a los empresarios de la CEJ y tienen establecido un convenio, y hoy en concreto se ha hablado de iniciativas para la profesionalización de cooperativas oleícolas y la creación en la CEJ de una unidad para el apoyo a emprendedores, dos cosas que pensaba que ya existían. Al mismo tiempo se ha hablado de la preocupación por la falta de empleo y una de las posibles salidas, la diversificación de la economía de Jaén. En fin, nada nuevo.

Hace algunos meses, con motivo de la asamblea general de la Confederación de Empresarios, que cada año suele servir de encuentro para las autoridades y agentes sociales y económicos en torno a una reflexión sobre la realidad jienense, hacíamos algún comentario sobre una evidencia que advertimos en el panorama jienense, la ausencia de los empresarios en el debate sobre las preocupaciones de la ciudad y de la provincia.

El presidente de la CEJ, Manuel Alfonso Torres, esbozó su discurso en dicha asamblea, que alguien me comentó había sido valiente, iconoclasta fue su palabra. “No estamos donde queremos, tampoco donde merecemos”. Los empresarios jienenses, según el discurso de su presidente, ante el jefe de la patronal andaluza, Javier González de Lara, relató con las autoridades jienenses como testigos, el rosario de reivindicaciones que se repiten de un año a otro sin solución de continuidad, sobre todo la falta de infraestructuras “que acumulan décadas de promesas y, también, de retrasos”.

En estos últimos años, desde su llegada al cargo, he alabado el discurso comprometido de Manuel Alfonso Torres, pero creo que la CEJ es otro de los órganos vitales de Jaén que está afectado de ese mal endémico que es la pasividad, enfermedad crónica de la provincia que parece que no tiene tratamiento, a juzgar por la evidencia. En el caso de la CEJ lo que detecto es que no está presente en el debate social, no saca los pies del plato, no pega un puñetazo en la mesa, el papel del empresariado en la hora presente, y más en una provincia de tantas carencias como la nuestra, debería ser más activo.

Ya sabemos que para colmo de los males de este pedazo andaluz que es Jaén, la crisis ha hecho estragos y ha acabado con iniciativas empresariales. Tampoco me sirve que desde la organización empresarial nos digan que “los empresarios que quedan son más competitivos que antes del inicio de la crisis”.

Coincido en el análisis y en el diagnóstico de que hay empresas de diferentes sectores, como el del aceite, que durante la crisis se han rearmado y ahora están en las mejores expectativas, también en competitividad, pero lo que hoy quiero decir es que esta provincia de Jaén, entre otras muchas cosas, necesita con urgencia presentar la imagen de un empresariado con más garra y compromiso, que no espere sentado a que los políticos cuenten sus fracasos, que es lo que hacen tan habitualmente, y se conviertan en agentes incómodos en la defensa de los intereses a la creación o el desarrollo de las empresas, en lugar de cómplices de un panorama tan pesimista por la situación de Jaén en todas las estadísticas. Esto no es opinión, es la realidad.

Uno de los problemas que muchas veces hemos comentado perjudican a Jaén de toda la vida es la confusión de los papeles de los actores que tendrían que protagonizar el despegue. Una especie de ‘mamoneo’, me van a permitir la palabra, en la que con el pretexto de una buena relación, los distintos agentes se impiden que cada uno de ellos trabaje activamente en el fin que persigue, los empresarios a lo suyo, los sindicatos en la defensa de sus trabajadores –otro día hablaremos de ellos-, y así sucesivamente.

Lo que no me parece bien es que dejemos para cada año el capítulo de las lamentaciones, las promesas incumplidas y los retrasos acumulados, porque las administraciones se aprovechan de que en Jaén nos lo tragamos todo, aunque una vez al año a algunos se les atragante algo, un poquito, el discurso iconoclasta.

 

Foto:

El presidente de la Diputación ha recibido hoy al presidente y al secretario general de la CEJ.

 

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