Por ANTONIO GARRIDO / Hoy, el Ayuntamiento de Jaén, en nombre de la ciudad, ha saldado una deuda que tenía contraída con el que fue uno de sus alcaldes, Alfonso Sánchez Herrera, al que la consideración popular va a reconocer simplemente como “el alcalde”, porque se trata del regidor más querido de la democracia, sin que ello suponga menosprecio para el resto, simplemente que en este personaje tan singular, nacido en la calle Los Álamos, se dan condiciones excepcionales, como la de haber sido, lo he repetido hasta la saciedad, un alcalde de todos y para todos, el mejor relaciones públicas de la ciudad, implicado en sus principales colectivos sociales, y a su paso por la política, alguien muy por encima del sectarismo, porque siempre antepuso el interés de los jienenses y la relación de armonía entre los grupos municipales que formaban el Consistorio. Es admirable comprobar cómo en una sociedad que hoy aparece tan crispada y en la política, a todos los niveles, con enfrentamientos que podrían evitarse, el nombre y la memoria de Alfonso Sánchez ha unido en este martes 8 de noviembre a todo Jaén, para dar cumplimiento al acuerdo plenario, por unanimidad de todas las formaciones, concediéndole la Medalla de Oro de la Ciudad y el título de Hijo Predilecto, a título póstumo, al representar excepcionalmente, como ha dicho el alcalde, Julio Millán, lo mejor de la esencia jienense y ser un ciudadano ejemplar.
La iniciativa partió en su día del Grupo Municipal del Partido Popular, pero en su momento, para elaborar el expediente, se fueron sumando instituciones y colectivos de todo tipo, como expresión del afecto generalizado hacia este jienense. Hoy, el Ayuntamiento ha dispuesto una organización perfecta en la que la protagonista, como era lógico, ha sido la familia de Alfonso, su esposa Virginia y sus hijos. También han sido testigos los nietos de este homenaje a la figura de Alfonso Sánchez Herrera.
El acto, perfectamente conducido por el periodista César Domínguez, además amigo de la familia, se ha iniciado con el Himno a Jaén, no podía sonar otra música, (también se escuchó al final junto a los de Andalucía y España) y lo primero de todo ha sido la proyección de un vídeo en el que personas que han tenido alguna relación con Alfonso Sánchez opinan sobre su figura, y me siento un privilegiado por estar en esa relación. También ha habido oportunidad para que tres personas se refieran desde sus diferentes ámbitos, al homenajeado. Han sido la exconcejal Cristina Nestares; el jefe provincial de Tráfico, Juan Diego Ramírez, y el presidente de la Cofradía Gastronómica La Buena Mesa, José Gárate. Testimonios que el público asistente, muy numeroso, ha recibido con emoción. Luego las palabras de una de las hijas de Alfonso, Marta Sánchez Quesada, en nombre de la familia, especialmente emotivas, destacando el amor a Jaén del nuevo Hijo Predilecto, que marcaba sus días en los ámbitos político, profesional y personal. También agradeció a la ciudad el cariño demostrado al que fuera su alcalde, y del que han sido más conscientes precisamente a causa de su fallecimiento, el 29 de agosto de 2019.
Me quiero detener en el discurso del alcalde, Julio Millán, por su calidez, creo que se ha puesto en la piel de Alfonso Sánchez y ha pronunciado el discurso que seguramente hubiera hecho el hoy homenajeado. Cree el actual regidor de Jaén que el Medalla de Oro e Hijo Predilecto, a título póstumo, representaba mejor que nadie la esencia de la manera de ser del jienense. No ha sido una intervención de cara a la galería, han sido palabras y expresiones sentidas, que se agradecen por el valor que tienen de ennoblecer las relaciones políticas. Aunque como se ha reiterado durante la celebración, Alfonso nunca fue un político al uso, fue por encima de todo un jienense enamorado de su ciudad a la que quiso servir desde la política, pero dejando que la política partidista no se impusiera a los legítimos intereses generales.
Traté toda la vida a Alfonso, primero como vecino en la calle Los Álamos, después por su tarea profesional, luego porque ser de Jaén y no conocer a Alfonso era un pecado de ciudadanía, también le seguí sus pasos de cerca, yo como periodista, en su etapa pública, especialmente cuando fue alcalde, estuvimos juntos en el Foro Jaén de Opinión y Debate, y en los últimos años, entre otras circunstancias que nos unían, formábamos parte de un selecto grupo de jienenses, “Amicitia Pulchra est”, que nos reuníamos cada mes para fomentar la convivencia y la amistad siempre en el sagrado nombre de Jaén, y ahí Alfonso Sánchez era todo un símbolo.
No habría más que atreverse a hacer una encuesta ciudadana para confirmar lo que es un secreto a voces, que entre las personas que han ocupado la Alcaldía de Jaén en la democracia la mejor valorada es Alfonso Sánchez Herrera. Y no es que su gestión fuera de traca por las circunstancias que le tocaron vivir, no es que los astros se alinearan ni que la ciudad tomara un especial impulso, sin embargo el alcalde popular ha quedado para la historia como el de mayor empatía con los vecinos. A los jienenses en general y a muchos forasteros también, les llamaba la atención un político tan cercano, que puso el despacho en plena calle haciéndose omnipresente. Hubo quienes le motejaron como “el perejil”, hoy lo ha recordado también su hija, pero lejos de ser una crítica se convirtió en un elogio, porque se le reconocía que estaba en todas las salsas, en el día a día de la gente, en los buenos y en los malos momentos.
No fueron a pesar de todo tiempos fáciles. Primero accedió al puesto tras una moción de censura de los populares con el CDS (1989 a 1991) y luego conocería las mieles del triunfo electoral a partir de 1995, hasta 1999. Este personaje más de Jaén que la Catedral, las pasó canutas con situaciones conflictivas municipales. Alguna vez le aconsejé que dejara el cargo porque me causaba malestar ver que en algunos momentos perdía su habitual sonrisa, y ni él ni los jienenses se lo merecían. En alguna ocasión he escrito que hubiéramos tenido alcalde para rato si no llega a ser víctima de las mezquindades internas de los partidos, en este caso el suyo. Él solía repetir con frecuencia la frase que se atribuye a Pío Cabanillas: “al suelo que vienen los nuestros”. Pues bien, con el paso del tiempo, Sánchez Herrera mantuvo su prestigio dentro de las filas populares, donde se le ha reconocido como una institución, aunque fuera del ámbito de las decisiones, y donde realmente ha gozado de predicamento, de consideración y de cariño, ha sido entre la ciudadanía. Pudimos tener alcalde para rato, lo repito, pero optó, y bien que hizo, por la felicidad personal y la de su familia. De alguna manera Jaén le recuperó porque estaba presente en la vida de la ciudad, ya desde la presidencia del Parque Empresarial Nuevo Jaén, desde la Cofradía Gastronómica La Buena Mesa, o en distintos colectivos sociales y culturales donde se lo rifaban, como la Real Sociedad Económica de Amigos del País, la Cruz Roja o la Caja Rural. Cuando dejó de ser alcalde fue apoteósico el homenaje que se le dedicó, no faltó ni la oposición, y esto en Jaén es para nota.
Recuerdo cuando hace seis años, en 2016, pronunció el pregón de la feria de San Lucas –el ferial lleva su nombre– y las redes sociales fueron un clamor de apoyo por la elección que hizo el Ayuntamiento, porque pregoneros ha habido muchos, pero Alfonso solo ha sido uno, nadie como él para hablar como lo hizo, con ese gracejo natural que le caracterizaba, de los signos distintivos de Jaén y de su feria de San Lucas. Recuerdo que en esta oportunidad, Javier Márquez lo presentó simplemente como “el alcalde” y el entonces pregonero hizo su entrada en el discurso señalando que “en Jaén si preguntas por Alfonso Sánchez es como si preguntaras por Piturda”. Con Alfonso estábamos ante un fenómeno social, nunca ha sido un político tal como se les conoce, porque jamás desconectó de sus amigos y de los jienenses en general, que siempre le hemos tenido en un altar. Se preciaba de pisar la calle todos los días, de utilizar con frecuencia los servicios del taxi para desplazarse, en fin, no voy a descubrirlo a estas alturas, un personaje consagrado del más puro jaenerismo. Siempre fue el mejor relaciones públicas que Jaén podía tener, cuando era alcalde todo el mundo se quedaba asombrado de los recibimientos a los visitantes y de su simpatía arrolladora. No hay fórmula milagrosa en esta relación, simplemente que Alfonso Sánchez demostró su amor apasionado por Jaén, y Jaén, que lo notó, se lo supo premiar con su afecto, que ha mantenido intacto hasta el final, a día de hoy. Sí señor, un personaje querido donde los haya. En mi caso siempre le voy a recordar con una sonrisa de gratitud y admiración, porque representó el ejemplo de militancia ciudadana, de bonhomía, de generosidad y de amistad.
Por la trayectoria de Alfonso Sánchez Herrera creo que era un jienense merecedor de la máxima distinción de la ciudad, me refiero al título de Hijo Predilecto y la Medalla de Oro, que demandé varias veces públicamente, sin éxito, y bien que lo lamento. Este Jaén que tantas veces uno no llega a entender…Si este tipo de reconocimientos se guardan para personas por las que se siente predilección, él reunía todos los requisitos y méritos necesarios, más que cualquier otro de los elegidos. Porque la gente le adoraba y se lo ha expresado durante tanto tiempo de manera espontánea. Personalmente hoy me he sentido muy feliz y aliviado porque soy de los que piensan que las instituciones, la sociedad, los pueblos, deben ser agradecidos con los méritos de las personas. Es más, tengo la sensación de que Alfonso se encontraba hoy entre nosotros en ese Teatro Infanta Leonor, y que no se hablaba en pasado sino en presente. Enhorabuena al Ayuntamiento, sobre todo a la familia, y finalmente tengo la sensación de que el homenaje a quien de verdad dignifica es a la Ciudad de Jaén que se ve distinguida cuando se rinde tributo a uno de sus hijos.
Foto: La esposa de Alfonso Sánchez, Virginia Quesada, hijos y nietos, en la entrega por parte del alcalde, Julio Millán, de las máximas distinciones que concede el Ayuntamiento de Jaén en nombre de la ciudad. (AYUNTAMIENTO DE JAÉN).