Por ANTONIO GARRIDO / Parece claro a estas alturas, así ha trascendido en las últimas horas a los medios de comunicación, tras la sonada victoria electoral del PP en Andalucía y en el Santo Reino, que el flamante diputado electo por la provincia de Jaén, número 1 de la candidatura y consejero de Hacienda y Financiación Europea en el gobierno de Juanma Moreno, tiene el camino expedito para hacer las maletas y tomar camino de la capital de la Villa y Corte. Me refiero a Juan Bravo Baena, que lleva solo siete años en política y tiene 48, inició su andadura en Ceuta, donde dobló en votos al PSOE en unas elecciones generales, pero su experiencia en el Congreso de los Diputados fue relativamente corta, porque fue llamado por Moreno Bonilla para incorporarse, y fue la segunda opción, a la Consejería que ha venido ostentando, con lo que el presidente lograba un doble objetivo: colocar en este puesto de tan importante responsabilidad a un tecnócrata metido a político por una concepción personal y profesional del servicio público, pero a la vez conseguía que hubiera una “cuota jienense”, ya que el primer gobierno designado por el líder del PP andaluz no contaba, por mucho que pudiera extrañarnos, por ningún miembro de ascendencia jienense o relacionado directamente con la provincia. Con Juan Bravo mataba dos pájaros de un tiro.
Pues bien, Bravo se ve abocado a iniciar una nueva etapa y tras ganar las elecciones en Jaén, sorprendentemente, porque nos quedamos compuestos y sin poder contar con él en el territorio en el que ha opositado para representarnos durante una legislatura de cuatro años, ya que su cargo previsiblemente va a ser de carácter orgánico, nos abandonará, la pregunta es si se va a tratar de un adiós o de un hasta luego, esto solo el tiempo lo dirá, pero por el momento llama la atención que tras una campaña tan intensa, uno de los políticos que han estado más en el foco ahora aparezca que ha sido la imagen de enganche, el caramelo para atraer a los votantes, la verdad no es muy agradable reconocerlo, es dar por sentado que Jaén es tierra de paso. Resulta hasta cierto punto lógico que las direcciones de los partidos escojan a los que consideran mejores para determinados puestos, pero no estamos muy sobrados de líderes para que cuando surgen nos los arrebaten. Le deseo lo mejor, faltaría más, pero si estaba en el guion establecido, lamento no unirme al coro de aquellos a los que todo les viene bien, porque con él en Andalucía teníamos asegurado otros cuatro años un interlocutor dentro del gobierno, alguien a quien recurrir para lo bueno y para lo malo. Los demás también, pero es diferente.
Bravo ha sido una pieza clave para el PP de Jaén y en la nueva etapa que se abrió tras la llegada a la presidencia de Erik Domínguez, se ha consolidado un equipo de trabajo basado en la unidad. Es evidente que no es lo mismo estar en el poder que en la oposición. El poder une más y la oposición desune, esto ocurre en todos los partidos, no es nada nuevo. El caso es que Bravo ha sido un factor muy favorable para la hermandad y la camaradería de la familia popular de Jaén, y el hoy todavía consejero en funciones ha tenido en su mano la posibilidad de ser presidente provincial o lo que hubiera querido, no obstante se hizo bien la operación Domínguez, en torno a la cual se ha creado un consenso evidente, y Bravo ha sido el mejor candidato que en las actuales circunstancias podía tener el PP de Jaén. Es de los políticos que ya de entrada caen bien, su talante es muy similar al de Juanma Moreno, están cortados por la misma tijera, se percibe además que tienen muy buena sintonía, y por lo demás los resultados hablan por sí solos sin necesidad de hacer mayor comentario. Sí debo añadir que no solo ha sido un candidato bien aceptado, sino que ha hecho una gran campaña, limpia, constructiva, de tono moderado, integradora, aunque choca que todo sea para mayor gloria del PP nacional, ya que es más que probable que tenga que correr la lista porque tras el visto bueno de la organización para que se traslade a Madrid para formar parte del staff del presidente Feijóo como gurú económico, preparando el asalto de las próximas elecciones generales, hay que aceptar que no tendrá asiento en el próximo Consejo de Gobierno de la Junta ni ocupará la representación parlamentaria por Jaén en la Cámara andaluza. Parece que la opción que queda es una plaza de senador por la comunidad autónoma y en su día volver a encabezar la lista por Jaén, en el mejor de los escenarios, otra cosa es cómo Jaén se lo tomara, y volver a su primer puesto en política, la Cámara Baja, y desde ella lo que sea, en función de si Núñez Feijóo gana o no las elecciones generales cuando toquen, que no es a mucho tardar. Está llamado a ser el nuevo Montoro.
El caso es que la política le dio a Bravo hace pocos años la oportunidad de volver a Jaén, aquí estudió, fue funcionario en Hacienda, en la Agencia Tributaria, departamento ministerial en el que se ha labrado una brillante carrera oposición tras oposición, y aquí jugó en el emblemático Jaén Fútbol Sala, donde todavía se le recuerda con el cariñoso apelativo de “Juanele”, aparte de haber formado una familia y contar con muchos amigos. Nacido en Palma de Mallorca, Juan Bravo ha recorrido ya un importante trayecto profesional y en la política los pocos años han sido especialmente intensos y como antes decía, ha estado asistido por una ascendente estrella.
Espero y deseo que las nuevas responsabilidades políticas no le aparten de la provincia de Jaén, ahora que es conocedor de nuestra realidad como el que más, se la ha pateado como consejero y lo ha hecho sin concesiones al sectarismo, y confiábamos en él a la hora de resolver algunas situaciones que merecen una especial atención para sacar a Jaén del pozo en el que a pesar de la euforia de los políticos, que casi todo lo disculpan, se encuentra. Con independencia de la consideración general en positivo que tengo de este político, al que en Jaén hemos contribuido a hacerlo crecer en tal dimensión, también apunto algunos reproches en aras del equilibrio y de dejar las cosas en su sitio. Bravo se atrevió a decir que con los presupuestos de la Junta “Jaén iba a ser un ejemplo ante toda España”, y es evidente que se pasó de euforia. También con los 810 millones prometidos por el gobierno andaluz en la famosa reunión celebrada en Úbeda, con cargo al Plan Andalucía en Marcha y de los que nunca más se supo, está claro, se salieron «por los cerros». Con respecto al Colce, si bien es verdad que estuvo presente en algunas reuniones y parecía uno más apostando por la base logística, en determinados momentos fue habilidoso para salir de la imagen y retirarse a un segundo plano con tal de no estorbar las pretensiones de Córdoba, una actitud muy políticamente correcta, pero que algunos en Jaén no podíamos entender.
Aunque de todo lo que más me preocupa son las declaraciones que ha venido haciendo en esta campaña cuando los compañeros periodistas le han preguntado en torno al futuro de la Universidad de Jaén y el polémico modelo de financiación al que se tuvo que echar el freno “in extremis”, ahí ya sí me empiezo a inquietar, porque aunque de entrada lanza un mensaje de “tranquilidad absoluta” y alude a la implantación del Grado de Medicina como garantía, reproduzco lo que afirma en unas declaraciones a Ideal Jaén: “En cuanto al plan de financiación, se plantea como un modelo que intenta premiar la excelencia y en ese camino hay un paso intermedio para adaptar la fórmula de trabajo y podía suponer que la Universidad de Jaén no incrementara su financiación. Es entonces cuando el rector, Juan Gómez, nos solicita un proceso de transición para adaptarse. El consejero lo acepta, porque entendemos que en ese camino a la excelencia se tengan que retocar algunos detalles y no poner en aprietos el sistema. Además, no podemos olvidar que los fondos europeos pueden ser también una opción para las universidades. Pero reitero lo más importante, la UJA es fundamental y la ciudadanía puede estar totalmente tranquila”. Pues bien, después de leer lo que antecede estoy tan preocupado o más que al principio y pienso que hay razones para seguir dando la batalla.
En fin, colocando todos los argumentos en una balanza creo que Juan Bravo se ha ganado la consideración y como este es un camino que empieza vamos a darle un margen de confianza para que demuestre que se lleva con él a Jaén y sea receptivo, aunque eso no es muy común en política, con las voces críticas, y no se sume a la extendida actitud de los políticos acomodados que no tienen otra salida que censurar a quienes osan criticar con el pretexto de que se le hace daño a Jaén. El mundo al revés, ahora va a resultar que los buenos son los sumisos, los que compran todas las mercancías, con tal de ser disciplinados y dignos de sus organizaciones, y los malos los que nos atrevemos a denunciar porque queremos y nos duele nuestra tierra.
Dicho todo lo cual, señor Juan Bravo Baena, mucha suerte. Es fácil interpretar tras las últimas experiencias que ha vivido, que no se desentiende de Jaén, por esta razón y de ser así, en el camino nos encontraremos.
Foto: Juan Bravo, con el presidente Núñez Feijóo, en el mitin de campaña celebrado en Jaén.