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Por ANTONIO GARRIDO / Reconozco que no me gusta demasiado la palabra “autoestima”, no porque no defina bien un propósito noble, sino porque a fuerza de usarla mal la hemos incorporado al catálogo de nuestros más entrañables tópicos. ¿Autoestima? La única que aceptamos es la de encarar el futuro y echarle mucho coraje, porque es claro que la pasividad no va a solucionar ni el menor de nuestros problemas. Tenemos que cambiar el victimismo o peor aún, el derrotismo, por la acción.

Es hora de aprender de los errores, de implicarse hasta los tuétanos, y colocar a Jaén como la tarea prioritaria, impidiendo que puedan tener más fuerza los niveles de discusión y de pelea continua entre administraciones ciegas, que juegan, desde hace rato, tan insensatas, con los intereses de Jaén. Es verdad que a nuestro alrededor se percibe una cierta parálisis, crónica, y el que no lo vea debe tener ceguera, porque venimos dando vueltas y más vueltas, en algunos casos durante décadas, a la noria de proyectos que se han enquistado provocando a su vez la falta de confianza en los políticos, sálvese quien pueda, y serán muy pocos.

Vengo defendiendo, y cada vez con mayor énfasis, que en Jaén lo que tenemos es un gran problema de liderazgo, o mejor de liderazgos, hay políticos, pero no tenemos líderes, o no se ven, con autoridad y legitimidad, que no se plieguen a los partidos y defiendan la causa local y provincial, Jaén por encima de todo. Ahora hay una oportunidad de resarcirnos, la conmemoración de los 1200 años de capitalidad, por encima de cualquier otro debate academicista, debiera ser una oportunidad, hay faena, desde el abandonado viejo cementerio decimonónico de San Eufrasio que es un monumento al olvido con nuestro pasado, que la memoria de Jaén nos perdone, hasta el problema de la despoblación, comunicaciones tercermundistas, sí, impropias del siglo XXI, infraestructuras que se comprometen y no llegan, incluso la Catedral como Patrimonio de la Humanidad, una aventura inconclusa iniciada hace más de veinte años…por no hablar del tranvía que nos ha convertido en el peor ejemplo posible, el hazmerreír, en román paladino. Una larga lista de espera. ¿Capitalidad pujante? Eso no se consigue gratis et amore, hay que ganárselo, con trabajo, perseverancia y ambición.

Sentimos envidia de esos pueblos que se han transformado gracias a unos líderes, especialmente alcaldes, que han soñado lo que querían para sus pueblos, un ejemplo muy claro, Málaga, y con mucho entusiasmo contagioso han sacado los proyectos adelante luchando contra todos los molinos de viento de las adversidades. Esos son los ejemplos, nunca la rutina, la resignación, o la expresión francesa de “Laissez faure et laissez passer, le monde va de lui  même” (dejen hacer, dejen pasar, el mundo va solo)…

En Jaén tenemos decenas de asuntos pendientes en lista de espera, aunque, paradójicamente, nos contaron que el Gobierno de España no tenía proyectos en los que invertir, vaya por Dios, menos mal que se les apareció la Virgen con el Cetedex, la marca blanca del Colce, que parece que va en serio, aunque ni así paga el gobierno de España la deuda histórica. Y por lo que respecta a la Junta, en los años de Moreno Bonilla, que ya no es novato y se jacta de querernos tanto, me temo que o cumple con Jaén, pero con hechos, o pasará a la historia como más de lo mismo. Es curioso que el argumento sea que no hay donde invertir, con lo que nos ha costado tener al día un diagnóstico que otras provincias quisieran para sí. Respuesta, resignación en estado puro, y llorar amargamente por las esquinas, eso es todo.

Arrecian los problemas y, mientras, perdemos el tiempo discutiendo del sexo de los ángeles. Lo peor es que el enemigo, esta indolencia, vino para quedarse. Como dice el refrán “Donde no hay harina, todo es mohína”. 

Algunos políticos merecerían irse o que se les corriera Paseo de la Estación abajo -entiéndase, por favor, metafóricamente, o no,-, ya que de otra manera parecen no enterarse de sus niveles de responsabilidad, y pierden el tiempo en fantasías y estériles ensoñaciones. Lamento el tono al que hay que recurrir, pero antes que las derivas nos ahoguen, estamos obligados a cuidar de Jaén y a confiar en que determinadas situaciones no sean finalmente irreversibles. Y al menos a no caer en la omisión, que es otra forma de complicidad.

(Comentario difundido en 7TV Jaén)

Foto: Viejo cementerio de San Eufrasio. Su estado es una vergüenza colectiva de todo Jaén.

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