Por ANTONIO GARRIDO / Hoy les propongo una ruta por la ciudad de Jaén. Podemos empezar por el Paseo de la Estación, absolutamente despersonalizado, la vía más importante de la ciudad esperando casi trece años a un tranvía que cuán largo me lo fiais, ya van por el 2025, y da pena ver en qué hemos convertido la principal arteria de la ciudad. Ahí tenemos el edificio del Museo Íbero, inaugurado en 2017, el 11 de diciembre, por un capricho de la entonces presidenta de la Junta, Susana Díaz, pero que sigue siendo un Museo sin Museo, el timo de la estampita, es decir, un centro multiusos, para el que se ha pedido que esté a la altura del Picasso, por pedir que no quede. Y un poco más abajo una estación de ferrocarril que es otro monumento a la inacción, al desinterés, por llamarlo de una forma suave, de todos los gobiernos, para con Jaén. Trenes propios del siglo pasado, que son noticia un día sí y otro también por la deficiencia de sus servicios, y el emblemático edificio del Banco de España, del ilustre arquitecto Rafael Moneo, esperando convertirse en un Distrito Tecnológico Digital, para el que el Ayuntamiento ha conseguido un compromiso de la Junta, con fondos europeos.
En esta céntrica vía y en sus alrededores hay, además del Moneo, edificios notables representativos de distintas expresiones arquitectónicas, por ejemplo las viviendas protegidas, otra asignatura pendiente y van…o la misma estación de autobuses, que ignoramos qué harán con ella y si alguna vez se llevará a cabo el proyecto de una intermodal que la última vez que nos la prometieron fue en 2010, después silencio sepulcral, es más, parece que da miedo a los gobernantes pedir para Jaén, tenemos ese complejo de inferioridad tan interiorizado que cómo se nos va a ocurrir exigir que hagan en Jaén lo que hicieron en otros lugares, soterrar la estación. Lo cierto es que en Jaén transigimos mucho. De este modo se puede aceptar que en los últimos 25 años se hayan perdido en la provincia el 95% de los trenes, y es que hay que darlo todo bien mascado, pueden salir a la calle 2.000 personas buscando soluciones para una empresa como el Real Jaén, por emblemática y centenaria que sea, con todos mis respetos, pero del ferrocarril nos quejamos todos pero dejamos que sólo se ocupen unos pocos.
Coincido con el ilustre arquitecto don Luis Berges en que podíamos tener una ciudad más bonita, debimos cuidarla. Yo asistí, muy joven, proyecto de periodista, con ojos de incredulidad, pero observando a un Jaén indiferente y pasivo, al espectáculo denigrante de la actuación de la piqueta en el Teatro Cervantes, Dios les perdone a los responsables aquella traición a la ciudad. Otros golpes pudieron frenarse, de algunos episodios tuve conocimiento en mis charlas con el doctor Diego Jerez o con Manuel López Pérez. Tenemos el Jaén que tenemos, el que nos han legado, y nuestra obligación y responsabilidad es dejarlo a las generaciones que nos sucedan más hermoso. Esa impresionante Plaza de Santa María, la más importante de Jaén, en la que se hicieron obras en la etapa de la alcaldesa Carmen Peñalver, que con el tiempo no han dado el resultado que se esperaba, muchos sienten, sentimos nostalgia de su antigua imagen. Impresionante el Castillo mirador y la emblemática cruz que la distingue, singulares nuestros barrios, unos más cuidados que otros, es un placer para los sentidos pasar por El Almendral y percibir entre exclamaciones de gozo la implicación de los vecinos para poner a su barrio en el escaparate dando un grandísimo ejemplo. Por favor, espero y deseo que el nuevo edificio sanitario en La Alameda no nos prive de esas vistas tan preciosas que forman parte del imaginario de generaciones, como el Parque del Seminario que es otro rincón especial. Me gusta Jaén, con sus virtudes y sus defectos, en unos casos porque lo hemos heredado así y en otros porque no hemos sabido hacerlo mejor.
Los jienenses, yo desde luego, tenemos algunas espinas clavadas, una es el casco antiguo y otra es Jabalcuz. Siempre he defendido que pasará a la historia el alcalde que consiga prestarle a estas dos zonas que forman parte del alma de Jaén, la atención que se merecen. A todos se les llena la boca con el casco antiguo, pero la verdad es que se ha ido despoblando y los planes para revitalizarlo no llegan. Algunos hemos propuesto la presencia de la Universidad en la zona, pero no en plan testimonial, sino real, un Grado, una Facultad. Sí, ya sé que tenemos un Campus homogéneo, ejemplar en su tipología, pero para cambiar hay que apostar sin miedo y con coraje. Y Jabalcuz es lo que pudo ser y no fue, se esfumó el sueño ilusionante de Prado y Palacio. La democracia no ha hecho nada serio por recuperarlo, si acaso, por alejarlo de esa aspiración también frustrada.
Por encima de todo lo que tiene que calar es nuestra vocación de ciudad y estamos también obligados a ayudar a los políticos, especialmente a los alcaldes, y creo que esto le viene bien a nuestro actual regidor, Agustín González, noveno alcalde de la democracia y quinto del PP, a seguir soñando la ciudad de Jaén y convertir en realidad los mejores sueños. Por cierto, las sinergias con Málaga son una buena hoja de ruta, si hay que unirse, que sea con los mejores. Rafael Moneo, al que antes me referí tiene señalado que “la ciudad podría considerarse la contribución más valiosa que ha hecho la arquitectura a la humanidad”. Pues eso, la queremos como es, pero abogamos por hacerla más habitable, más humana, y sostenible. Que sea esa Bella Ciudad de Luz que reza el vibrante Himno a Jaén. Dice un icono de la arquitectura como es Le Corbusier, que “La arquitectura debe ser la expresión de nuestro tiempo”, y Octavio Paz posee una definición hermosa: “La arquitectura es el testigo menos sobornable de la historia”; en efecto, tienen que convivir lo viejo y lo nuevo en perfecta armonía, solo que me agradaría poner una condición, la que expresa la llamada “madre del modernismo estadounidense”, Georgia O´Keeffe: “La mayor parte de la ciudad corre tanto, que no tiene tiempo de mirar flores. Quiero que las miren, lo quieran o no”. Abogo por un planeamiento urbanístico porque es indispensable para recrear un modelo de ciudad a medio y largo plazo, pensando en quienes la habitamos. Hay que apostar por la ciudad ideal. A los alcaldes que los juzgue la historia. En su despedida del Ayuntamiento, Javier Márquez se atrevió a hablar de la “maldición de los alcaldes” y es cierto, la mayoría no salieron por la puerta grande, sobre todo porque los mismos partidos que los elevaron fueron quienes le retiraron la confianza, hasta ahora el único salvado de la quema era el hoy portavoz de la oposición socialista y anterior regidor, pero tras su reprobación, aunque sea fuego de artificio, también sale “tocado”.
Espero que podamos ver cómo encajan en la ciudad nuevos proyectos, desde hace bastantes años en lista de espera, como la Ciudad Sanitaria o la Ciudad de la Justicia, importantes para ser una verdadera capitalidad y locomotora de la provincia, y en tiempos en los que tanto se anhelan las empresas tractoras, la llegada del Cetedex, un compromiso político pero que antes que nada es una conquista de Jaén y de los jienenses, que hemos padecido la afrenta del Colce, la de la participación en la tarta de los Presupuestos Generales del Estado rozando el ridículo más espantoso, 69 millones el año pasado, tampoco las cuentas de la Junta nos hacen justicia, más ruido que nueces, los grandes anuncios están por llegar. Cada año cuando se nos presentan los presupuestos del Estado o de la Junta los responsables nos dan la medida del peso que conceden a Jaén, no hay más.
Es absolutamente triste comprobar cómo no hay una postura común para poner a Jaén en el sitio que le corresponde y en cambio asistamos cada día al espectáculo de las dos verdades de Jaén que se corresponde con las que se perciben desde el poder y la oposición, da igual quién sea el poder y quién sea la oposición.
Foto: Una imagen del Paseo de la Estación, esta misma tarde.