Por ANTONIO GARRIDO / La Fundación Estrategias para el Desarrollo de la Provincia de Jaén ha celebrado su XXV aniversario (se cumplió a finales del pasado 2023), ya queda bastante atrás la iniciativa de la Diputación Provincial que ante la evidencia de la situación, es decir, los indicadores en contra, el paro, la falta de infraestructuras, sobre todo de comunicaciones, etc., en lugar de coger la táctica del avestruz, de esconder la cabeza bajo tierra, quiso crear un instrumento para ayudar al despegue de Jaén y hacerlo de una manera metódica. Presidía el organismo provincial Felipe López, al que no se puede negar preocupación por el futuro del territorio, hasta tal punto que promovió iniciativas diversas, todas encaminadas a impulsar el desarrollo socioeconómico, por cierto todas las asumió a su llegada el actual presidente, Francisco Reyes, que en algunos casos les ha dado mayor contenido para adaptarlas al nuevo tiempo.
Recuerdo perfectamente que fue en el Foro Jaén de Opinión y Debate donde el entonces hombre fuerte de la Junta, el conocido virrey de Jaén, Gaspar Zarrías, anunció en primicia la llegada de esta especie de fábrica de las ideas. Francisco Reyes ha señalado al hacer balance que la provincia ha dado grandes pasos, y es evidente, pero también ha dicho, porque sería injusto negarlo, que aún queda mucho por hacer. En la gala de aniversario se ha dedicado un especial reconocimiento a las personas más implicadas con el proyecto en este cuarto de siglo. A veces hay trabajos que no se ven, pero se sorprenderían al saber que detrás de cada iniciativa de la Fundación Estrategias y el Plan Estratégico hay mucha labor y dedicación.
La Fundación Estrategias suscita en algunos sectores de la sociedad jienense, sobre todo en quienes la desconocen, escepticismo y desconfianza. Los que por nuestro trabajo tenemos el deber de acercarnos más y mejor a esta realidad, sin ser querer pecar de optimistas, porque no se trata de lanzar las campanas al vuelo, hemos defendido la conveniencia de que la provincia de Jaén tenga puestas al día de manera permanente todas sus expectativas de crecimiento y desarrollo, al menos que por una falta de previsión Jaén no se vea perjudicada.
El hecho de que hayan pasado 25 años desde aquel 1998 en que la Fundación Estrategias se ponía en marcha y esta provincia siga padeciendo el terror de las estadísticas, que nos siguen situando en lugares poco confortables en los medidores de avance y convergencia, pueden dar la impresión de que una tarea tan apasionante no haya servido para el fin que se perseguía. Les puedo asegurar que ha sido impecable el trabajo al frente de la dirección técnica de quienes se han encargado de liderar el proyecto, primero Antonio Martín Mesa, su gran impulsor y figura clave para consolidarlo, y actualmente, desde hace varios años, Inmaculada Herrador Lindes, que se ha dedicado en cuerpo y alma al proyecto y lo ha dinamizado socialmente con su propio ejemplo y la prueba más evidente es el éxito social, el poder de convocatoria, en el acto de la noche del miércoles. Ambos, a los que además admiro por sus trayectorias y compromiso tanto en la Universidad como fuera de ella, encarnan a dos jienenses apasionados por su tierra, y solo les ha faltado la varita mágica para conseguir todo lo que anhelaban para ella. Comparto el contenido del discurso de Antonio Martín, basado en datos estadísticos, sobre la mejora de la economía jienense en este cuarto de siglo y del cumplimiento de determinadas expectativas, en tanto también ha puesto el acento en asignaturas pendientes y en algo determinante como es el descenso poblacional Ese tiene que ser el mensaje, asumir la realidad y seguir buscando las fórmulas para combatirla.
La Fundación ha dado a luz dos planes estratégicos, el segundo está expirando, ha parido centenares de iniciativas y ha logrado reunir en sus mesas a grupos de personas, entre ellos una buena nómina de expertos, que se han ido implicando en esta tarea, administraciones, agentes sociales, económicos, culturales, etc., que han ido haciendo sus aportaciones. Se ha trabajado mucho en el diagnóstico que está puesto al día, y se han implicado las administraciones, bien es cierto que no todas de la misma manera, y que sabemos mucho más de la teoría de la situación de Jaén que de la realidad de las inversiones contantes y sonantes que legitiman la bondad de un plan estratégico que se precie. A pesar de todo, que el ritmo no sea el adecuado, siempre aspiraremos a más, no ha de ser motivo para bajar la guardia o negarle el pan y la sal, lo que hay que hacer es no rendirse, exigirle más a las administraciones, porque todas tienen una notable deuda histórica con Jaén y los jienenses, y no se trata tanto de que individualmente traten de sacar pecho sino de, en efecto, con obras e inversiones, coadyuven, sin afán de protagonismo y con la voluntad de sumar, a hacer más grande este Jaén que ES DE TODOS, y que precisa del dinero que no sale de los bolsillos de los políticos sino de los presupuestos de los que se nutren las administraciones públicas.
Los responsables en concreto ahora del II Plan Estratégico, que termina su vigencia, han hecho valoraciones positivas considerando los proyectos, los objetivos y las actuaciones, que es un modo de medir el nivel de eficacia, aunque en el balance exista un “totum revolutum” en el que cabe todo, los que fueron en su día retos, y los muchísimos que siguen a la espera, a los que han unido el último esperanzador Cetedex, que pretenden convertir en lotería o milagro para que Jaén avance como se va mereciendo, aunque he de decir que fuentes que me merecen crédito ya empiezan a rebajar la euforia inicial. Los que pensábamos que el Cetedex podía ser un Colce, lo más probable es que estemos equivocados. No quiero pecar de pesimista, pero al tiempo.
Reconozco que al principio de la existencia del Plan Estratégico, donde quiero hacer justicia reconociendo el impulso de otro activista proJaén como es Pedro Molino, que está en el origen del proyecto, me mostré muy crítico, más que nada porque en Jaén estamos hartos de hacer diagnósticos y en marear la perdiz en lugar de actuar, de hecho inicialmente se editó un libro al que llamé “Libro gordo de Petete II”, porque era muy voluminoso. El tiempo ha demostrado que se trata de una herramienta útil y que se hizo bien en crearla porque si mal está hoy el panorama, lo más probable es que fuera mucho peor de haber faltado este instrumento de diagnosis al servicio de la provincia, donde están la Diputación, la Universidad, todas las administraciones, y la implicación que llega a centenares de personas a través de las diferentes estrategias que tienen que ver con las comunicaciones, convivencia y bienestar social, calidad ambiental, industria, Jaén como centro mundial del aceite de oliva; Jaén, provincia bien comunicada; cultura y educación, innovación, y, por último, Jaén paraíso interior.
Por cierto, a algunas de estas estrategias podrían cambiarla de nombre, tal es el caso de ”Jaén, provincia bien comunicada”, ya sé que es el objetivo, pero a la vista de los hechos tal vez debería denominarse mejor “Jaén, provincia mal comunicada”, porque ni siquiera la insistencia recurrente en estas décadas del Plan Estratégico han logrado ningún avance fundamental, más bien se diría que todo lo contrario, y no vale que nos respondan con la A32, que menudo proceso largo nos está costando, dicho para que no nos pueda la euforia y a los éxitos indudables les pongamos al lado algunas decepciones flagrantes cuando los que tienen que actuar, los poderes, no lo hacen y por tanto permiten que cunda el pesimismo en la sociedad jienense que se mantiene desde siempre en permanente espera.
Puede entenderse un poquito de complacencia con los resultados, los planes son eficaces, en la medida en que sirven para situar el plano de las prioridades y comprometer las inversiones a los organismos que tienen esa responsabilidad. Cierto que hay más conclusiones que soluciones, porque las administraciones se lo piensan a la hora de invertir en Jaén, pero el papel del Plan es el de ser una especie de martillo pilón para recordar a cada cual sus deberes. No es una solución milagro, lo sé, pero el tiempo ha justificado esta iniciativa que fue pionera y que se ha ido extendiendo en otros territorios, como un hecho favorable, aunque a veces se estrellen de manera estrepitosa las hermosas teorías sobre nuestro porvenir, porque esto no es fácil, y hay que pelearlo duro. Es conocido que hay administraciones que sistemáticamente se escaquean de sus responsabilidades, aunque alardeen de sus “apuestas y compromisos”, por lo que los avances no son todo los deseados, y hay que señalar a las administraciones central y autonómica que deberían liderar las inversiones y no lo hacen, de ahí que haya aspectos, como la infraestructura de comunicaciones, con el escandaloso agravio histórico del ferrocarril que está de espaldas a Jaén, que por sí solas justificarían que una Fundación de estas características esté actuando.
Posiblemente al celebrar estos 25 años se muestre un cierto alarde de optimismo que es tanto como decir de ganas de avanzar, pero está visto que sacar a Jaén del pozo en el que estaba y en algunos aspectos aún debe progresar adecuadamente, requiere en efecto de una planificación estratégica, pero a la Diputación, que ha sido su locomotora desde el principio, no le siguen el resto de administraciones, la Junta invierte mucho menos de lo que debiera y el Gobierno central está muy lejos de un compromiso estable con Jaén, aunque todos traten de convencernos de lo contrario, en esa actitud tan autocomplaciente que distingue a la política y a los políticos. Queda poco margen para sacar pecho, los planes sin dinero para invertir son brindis al sol. Y que cada cual revise su posición al respecto.
Si los Planes Estratégicos se van imponiendo es porque permiten hacer una hoja de ruta fiable. No son la panacea pero enseñan el camino para avanzar y señalan asimismo a los que están implicados como a los que no quieren saber nada e incluso le ponen las trabas posibles. Pues bien, el Plan Estratégico repite y recuerda de la primera hasta la última aspiración de la provincia, los grandes proyectos y las pequeñas actuaciones de cualquier índole. Por esta razón ha dicho Francisco Reyes que los planes, y a partir de ahora el III Plan Estratégico que es el siguiente reto, deben ser “el libro de cabecera para todas las administraciones”. Y ha dicho más, que es fácil compartir, y es que “el futuro de la provincia depende de nosotros”. Supongo que ese «nosotros» se refiere a la sociedad, de ahí que debamos tomar nota y mantener una actitud vigilante y exigente. Por fortuna contamos con el documento y hay provincias que nos han secundado y nos toman como ejemplo de lo que debe ser una estrategia ordenada, por temáticas y prioridades.
Por eso celebro que se haga visible el 25 aniversario, que se anuncie ya un inminente III Plan con la actualización de los objetivos, para que lejos de resignarnos le demos cuerda a la idea que todos tenemos en la mente de que no debemos permitir que haya quienes ahoguen el legítimo progreso de un pueblo que es el nuestro.