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Por ANTONIO GARRIDO / En efecto, así es, habíamos perdido la esperanza en ver respuestas decisivas por parte del Gobierno de España respecto al actual divorcio del ferrocarril con Jaén y la provincia, pero el día que se firmó la moción de censura en el Ayuntamiento de Jaén, el pasado día 2 de enero, los dos partidos firmantes, PSOE y Jaén Merece Más nos prometieron días de vino y rosas. Siempre ocurre así, acuérdense del momento en que se produjo la firma ante notario con el Partido Popular. En este caso hay que dejarles un tiempo prudencial de margen, pero no demasiado, porque el tren es una asignatura pendiente de esta tierra, y lo es tanto que el ejecutivo de turno debería tener los medios para satisfacer a Jaén y no hacernos esperar como si todo empezara de nuevo. Más aún si se tiene en cuenta la contradicción evidente de que días después de firmarse la moción se ha conocido la suspensión de uno de los dos servicios de talgo que discurren a diario por la Estación de Linares-Baeza, señal inequívoca de que las noticias del pacto no han debido llegar al Consejo de Ministros y al titular de Transportes, porque por lo pronto en vez de sumar nos restan.

Las airadas críticas en las redes no se han hecho esperar y con toda razón. A veces lamentamos los mensajes de mal gusto que se sirven a través de internet, pero también son necesarios, porque la gente tiene la necesidad de pronunciarse sobre los asuntos que les afectan, todo por el pueblo, pero con el pueblo, aunque a la política le moleste. Hay opiniones en el sentido de que nos quieren quitar del mapa o hasta los más optimistas que creen, modo ironía, que esto del ferrocarril lo arreglan PSOE y Jaén Merece Más en diez minutos. Lo que sí es cierto es que el partido provincialista se juega en este asunto su credibilidad, si cabe, y puede resultar a exageración, más que la ruina municipal, porque el tren lo padecen los jienenses en general  mientras que la deuda se encargan los políticos responsables en cada momento de gestionarla. Es evidente de que son dos prioridades y que no hay lugar para las preferencias. Si en estos dos asuntos Jaén Merece Más es capaz de influir y hacerlo con la urgencia que se requiere, habrá ganado enteros y adeptos para la causa. Si no es así tendrá que asumir las críticas al menos de una parte de la población que está esperando que llegue ese momento, hay ciudadanía para todo.

Pero esta asignatura pendiente del ferrocarril está de moda no solo en Jaén, sino que estamos siguiendo también la que se desarrolla en Granada, donde el diario Ideal lidera una campaña en favor de un AVE directo con Madrid, con una excelente respuesta social. Ya ven, lo que no son capaces de hacer desde la política, aunque les paguemos para eso, lo puede hacer una sociedad civil organizada y comprometida. De un reportaje del citado medio he leído declaraciones de afectados por el famoso y polémico AVE que en su día nos hizo la cobra y se fue por Antequera, el capricho de alguien, porque el trayecto es de mayor duración, casi cuatro horas y porque la opción de pasar por Jaén es sencillamente la más sensata y la más corta, dicen algunos expertos, lamento no poder contar con la opinión de mi amigo Salvador Cañones, que nos dejó hace unos meses, que no se iría más allá de las dos horas y media, perfectamente asumible. Hay también una coincidencia en el sentido de que el corredor más directo desde Granada a Madrid, por Jaén, es Despeñaperros. Pero sí, es curioso que algunos años después de su puesta en marcha haya reacciones tan negativas a esa línea que nos evitó descaradamente, quién sabe si había razones ocultas, y nos dejó al margen de la modernidad.

Las obras del AVE para Granada tardaron 16 años y fueron invertidos casi 1.700 millones de euros. La primera traviesa se colocó el 13 de febrero del año 2003, siendo presidente del Gobierno de España el popular José María Aznar y ministro de Fomento su gran amigo Francisco Álvarez Cascos. Bueno, pues aquí empezó todo lo que después lamentamos en Jaén y que parece que nadie en el ámbito político ni de los agentes sociales conocían. Aznar y Álvarez Cascos fueron los iniciadores del Plan de Infraestructuras y Transportes 2000-2007 y por tanto del AVE para Granada. En el año 2001 el Ministerio de Álvarez Cascos (2000-2004) sometía a información pública un estudio para unir Granada con Madrid en tres horas y en febrero de 2003 se colocaba la primera traviesa en el tramo de Tocón, al tiempo que se anunciaba la colaboración Junta de Andalucía-Gobierno de España para el presupuesto del AVE, y el presidente de la Junta, Manuel Chaves, aceptó lo que había, ninguna referencia a Jaén. A partir de ahí creo que son conocidas las numerosas vicisitudes de este importante proyecto que ha acumulado un retraso de años y al que encima le tocaron los duros tiempos de la crisis y los recortes. Por cierto fue el 22 de julio de 2002 cuando Montoro y Álvarez Cascos colocaron también la primera traviesa para la línea de Alta Velocidad Jaén-Madrid, que sigue al ritmo de cualquier obra que se anuncia para la provincia, desastre total. En el curso de la obra del AVE a Granada y sus inconvenientes de todo tipo hubo otros ministros que sucedieron a Álvarez Cascos, como fueron Magdalena Álvarez, el ínclito José Blanco, Ana Pastor, Rafael Catalá e Íñigo de la Serna. Ninguno de ellos promovió modificaciones para beneficiar a la provincia de Jaén. En el año 2003, según he conocido en los archivos, el entonces secretario de organización del PSOE, José Blanco, que después sería ministro, dijo en Granada a propósito del AVE: “En 2007 volveré a Granada para estar con todos vosotros y vendré en un AVE en debidas condiciones, en el AVE que va a hacer José Luis Rodríguez Zapatero”. Pues nada de nada, Blanco fue el mismo que comprometió en 2011, en campaña electoral, una estación intermodal en Jaén de la que no hay ni papeles. A Aznar le sucedió Zapatero, que tampoco hizo nada por ordenar el trazado del AVE Granada-Madrid, ni parece que se planteara como exigencia en el famoso Plan Activa, que dejó algunas obras pero también abundante propaganda y decepciones, de todo hubo. Y no les quiero cansar con el impresentable Ábalos y compañía, que las veces que vino por Jaén fue primordialmente para engañarnos y sobre todo a hacer política, recuerden la frustración del Colce y su papel de apagafuegos, y donde está hoy.

Hay un mapa que creo que ha llegado a la inmensa mayoría de los jienenses que nos hace pensar mal en el sentido de que parecía que hace veinticinco años estaba todo organizado para dejar a Jaén al margen de las nuevas infraestructuras ferroviarias y de los planes que en ese momento se estaban fraguando, pues bien ese mapa visibiliza muy bien, una imagen vale más que mil palabras, el desprecio de los gobiernos hacia el futuro de Jaén. Llevan razón los que opinan que el clamor de este tiempo atrás ha llegado demasiado tarde, con un cuarto de siglo de retraso, poco más o menos, pero valga como justificación ante la histórica indolencia de esta tierra, de los políticos y de la sociedad en general, que en ese momento no había grupos organizados, ni colectivos, ni plataformas reivindicativas, si acaso algunas iniciativas de mesas que duraban poco porque lo normal era que los partidos, en vez de unirse en favor de Jaén, estaban, como siempre ha ocurrido, en sus intereses ajenos por completo a los grandes desafíos que en materia de comunicaciones como en tantas otras tenía la provincia. De modo que es así, que algunas quejas ya llegaron a destiempo, pero ya que estamos despertando de la siesta vale para tomar conciencia de que a partir de ahora ya no se debería permitir jugar con nuestro futuro. No obstante queda claro que el tiempo que se ha perdido ese ya es irrecuperable y se lo debemos, en gran medida, a todos los políticos que han estado en sus cargos en todos estos años, y también, en una autocrítica que tenemos que hacernos, a los propios jienenses que nunca nos hemos quejado hasta decir ¡¡¡basta!!!

Podríamos preguntarnos a qué se dedicaban nuestros representantes políticos en todas las instituciones, pero la lista es susceptible de ampliarse con las organizaciones empresariales, sindicales y de todo tipo, cuya lucha por el ferrocarril, si existió, fue escasa y no consiguió los resultados deseados. Para resumir, de aquellos polvos, estos lodos. No hay mucho de lo que lamentarse porque en definitiva se trata de que Jaén en su día no hizo sus deberes y los gobiernos nos obviaron. Ahora hay que apechugar con las consecuencias, que son las de habernos quedado atrás, aislada, olvidada, y por supuesto nos va a costar más subirnos al carro de la modernidad y el progreso. Ahora lo más que vemos que se hace de vez en cuando es rebelarse contra los políticos, pero en las redes sociales, nos toca reconocer que casi todos hemos pecado, aunque sea de omisión.

Foto: Tren talgo, a su paso por la Estación de Linares-Baeza.

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Después hemos sabido, en eso estamos ahora, de los discursos vacíos de contenido que en ocasiones, por la provocación constante de las críticas desde Jaén, hace reaccionar al Gobierno o al PSOE, que se plantea un AVE de Córdoba a Madrid pero con un by pass entre Alcolea y Montoro, que no deja de ser un parche para callarnos la boca. Nosotros, como nuestros vecinos de Granada, porque no queremos ser más que nadie ni tampoco menos que nadie, lo que queremos es un transporte rápido, también el AVE, pero compatible con otros servicios como los que trenes de media distancia que no tarden una eternidad. Nuestra comunicación tanto con Madrid como con Sevilla es propia del siglo XX, ambas se encuentran en una media de cuatro horas, y esto en el mejor de los casos, lo cual habla muy mal de todos los políticos que han tenido responsabilidades sobre el ferrocarril, a los que Jaén debería nombrar “no gratos”, porque contribuyeron con sus decisiones a hacernos invisibles, a dificultar las relaciones de Jaén con el resto del país, a aislarnos y peor aún, nos señalaron continuamente, todos los gobiernos, el camino de la resignación, en el que hemos militado porque de buenos somos tontos y por esta razón han jugado tan arbitrariamente con nuestros intereses. Ya queda menos para saber si hay luz al final del tunel, permítanme mi escepticismo militante, o quienes tienen que cumplir unos acuerdos, pero que tampoco nos merecen confianza, al fin, aunque sea por razones políticas, que es lo que únicamente les mueve, den la cara. Hasta entonces la espera será un sinvivir.

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