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Hay un motivo de preocupación y malestar en la sociedad como consecuencia de un drama que se está viviendo con nuestra juventud, que en muchos casos no ve otra salida, al finalizar su formación, que emigrar y poner rumbo a lugares donde reside la esperanza.

Los jienenses tenemos la vista puesta en nuestra Universidad de Jaén, de la que cada año salen centenares de graduados y másteres capacitados para enfrentarse al mercado laboral, así como a los titulados superiores de la Formación Profesional, igualmente preparados para ejercer la tarea para la que se han instruido. Si esto es solo en nuestra provincia, qué decir de todo el panorama nacional.

No he encontrado cifras oficiales de la fuga de talentos, pero una manera de percibirlo es con las bajas en el padrón por variación de residencia. En el caso de la ciudad de Jaén a primeros de año contábamos con 114.658 habitantes, y les recuerdo que no hace tanto casi llegamos a los 117.000, y en el conjunto de la provincia solo en el año 2016 se perdieron 5.000 habitantes y en los últimos siete años un total de casi 28.000, por tanto algo preocupante está ocurriendo para esta sangría.

Frecuentemente los políticos, a todos los niveles, insisten en el argumento de que uno de los objetivos que persigue la estrategia educativa es tratar de retener el talento que sale de nuestras aulas. Como declaración de intenciones queda muy bien, pero nos seguimos encontrando con decenas de casos de jóvenes jienenses que se han visto en la necesidad de salir fuera de su tierra. Es un goteo incesante que para nosotros es un drama, o mejor, es el drama.

A la hora de la verdad no se encuentra ni a políticos ni a empresarios dispuestos a invertir en esta gente que necesita de ayuda y confianza. La mayoría ha perdido la fe en esos interlocutores que les prometían el oro y el moro, al final se quedan solos y casi la única salida es hacer la maleta con destino a algún país europeo o con un poco de suerte a otra comunidad española, donde ya están acomodados muchos paisanos que han ido sumándose a la aventura.

Creo que en este momento de la historia de nuestro país los dos verdaderos dilemas por encima de todos los demás, y eso que hay algunos graves, son la política y el desgarro de esa juventud que es obligada a marcharse. Cuando decimos política en realidad queremos decir políticos, de todos los colores, si hay algo que ha aprendido la sociedad española, es que las preocupaciones de nuestros dirigentes van por un lado y las del común de la gente discurren por otro distinto.

Para mí al menos, y estoy seguro de que para muchos jienenses y españoles, sobre todo para los que tenemos hijos mayores o en edad universitaria, nos parece de una tremenda insensibilidad y de no estar a la altura de las circunstancias, asistir al deprimente espectáculo de la salida, cada vez más visible y sangrante, de tantos jóvenes que se ven obligados a marcharse porque no encuentran apoyo y acomodo laboral.

Es lamentable pensar en las grandes inversiones que tiene que hacer el Estado en la formación de nuestros chicos y chicas, nuestro futuro, para que a la hora de la verdad  el talento se lo regalemos a otros países, que en su mayoría los acogen con mimo, y les tratan muy bien en todos los aspectos, sobre todo en el laboral y el económico, como sabemos por experiencias en Alemania, Francia, Reino Unido, etc.

No es extraño que se los rifen, se trata de las generaciones mejor preparadas, en algunos casos con nivel de excelencia, paladines de ese valor que es el talento…pero nos los dejamos arrebatar.

En el caso de nuestra provincia es de lamentar que aunque hay de vez en cuando declaraciones de buena voluntad, nadie ha movido un solo músculo para tratar de cambiar esta realidad incontestable y para que con el esfuerzo que sea necesario no dejemos escapar tan fácilmente, salvo los casos de decisión propia, plenamente respetables, a las personas que en principio debemos considerar que hemos formado para ayudarnos, desde la nueva mirada de ilusión y entusiasmo, a hacer más grande a Jaén, que necesita un cambio mental y material que únicamente le pueden dar estas generaciones que la Universidad nos brinda y que entre todos, con nuestros impuestos, contribuimos a hacer posible.

Ahora es una incógnita saber si todos o muchos de estos profesionales cualificados regresarán o no, algún día, a su lugar de origen, donde tal vez forjaron sus mejores sueños e ilusiones. Hace poco un estudio de la empresa holandesa Randstad, ha señalado que sería bueno para el país que lo hicieran, y es que el citado informe asegura que en 2020 faltarán en España casi dos millones de trabajadores altamente cualificados. Mi lamento hoy para finalizar, es pedir, o mejor clamar, que alguien pare esta sangría, que se cierre el grifo de una vez por todas porque el capital humano es el principal valor de una provincia, de una región y de un país. No conozco otra manera de progresar.

(Comentario emitido hoy en el espacio La Colmena, en Radio Jaén)

 

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