ANTONIO GARRIDO
Me gustaría poder escribir en esta ocasión algo diferente para el Anuario, mensajes de mayor optimismo, pero no tengo ninguna necesidad de mentir, y aunque se tratara de mentiras piadosas, haría un flaco favor. Definitivamente 2016 no ha sido un año favorable para la ciudad de Jaén, más de lo mismo, seguimos en ‘stand by’ en el peor de los sentidos, esperando fuerzas de no sé qué para ayudarnos a subir una dura pendiente. Ya nos hubiera gustado poder decir otra cosa, pero un discurso en positivo chocaría con la tajante realidad de una capital que no vive uno de sus mejores momentos, por causas varias, pero sobre todo porque su institución más representativa y cercana, el Ayuntamiento, sigue en horas bajas, bajísimas, hasta el punto de que si fuera posible hacer un cierre patronal con todas las de la ley ya se habría materializado.
Ha costado Dios y ayuda sacar adelante los pagos prioritarios, entre ellos las nóminas de los funcionarios, a base de créditos que hay que seguir pagando y que han llegado a una ruina tal que el Ayuntamiento y con él la ciudad, se han hipotecado a largo plazo, estamos pues en el peor de los escenarios, y con unas administraciones central y autonómica que tampoco ofertan alternativas de ninguna clase para sacarnos del pozo en el que nos hallamos. Que Dios se lo pague…El equipo de gobierno sigue alabando el apoyo de Rajoy en estos casi seis últimos años, pero con todo respeto niego la mayor, el auxilio lo es a costa del bolsillo de los ciudadanos y de la hipoteca del Consistorio para décadas, que se traduce en falta de gestión y de desamparo para resolver los problemas de los vecinos. El peor panorama posible.
En cambio sí es cierto que la Junta pasa mucho de esta capital, panorama donde es fácil advertir un agravio mayúsculo en comparación con otras ciudades a las que se les ha dado a manos llenas. La mejora de la relación institucional y la visita de Susana Díaz, que se hizo esperar mientras deshojaba la margarita de la política, finalmente derivó en otro cerrojazo a las pretensiones, esta vez realizadas con mesura y no con exabruptos, pero que finalmente han desembocado en lo mismo, lo cual quiere decir que cuando no se quiere da igual qué talante se use, y bien que lamento decirlo. Y añado que esto no es una opinión, se trata de una evidencia. Y sí, la Diputación, a la que se le agradecen sus gestos con la ciudad, los Baños Árabes, el castillo, el festival de otoño, la iluminación navideña, etc., que lo hace porque quiere y porque le interesa políticamente, debería implicarse más, tarea no debe faltarle, y la Catedral podría ser una próxima estación de su quehacer.
He leído estos días unas declaraciones del alcalde de la capital del Santo Reino, Javier Márquez, que a pesar de todo, después de sus dudas y de sus ganas de salir corriendo para evitarse la dura travesía, parece haber asumido el reto, aunque sea a regañadientes, tal vez tras recibir promesas de ayuda que sinceramente dudo que se vayan a producir. El caso es que el “hombre tranquilo” como me gusta llamarle, y lo es, transmite un mensaje de optimismo que pienso que en este momento ven muy pocos en Jaén y él debe ser uno de los privilegiados, pero cree posible que con las inversiones previstas se pueda dar un paso de modernidad, confía en su PGOU (Plan Márquez), en su Jaén Plaza, en ganar en capitalidad y en contar con los servicios e infraestructuras que tienen otras capitales. Por lo menos se nota que nuestro alcalde sueña, y no tiene sueños baratos. No le critico por ello, si la persona que lidera una ciudad se hunde en la depresión y el pesimismo, ¿qué podemos esperar? Por eso quiero entenderlo, mejor transmitir esperanza, aunque su precio sea tan elevado a estas alturas. El alcalde, como cualquier buen jienense, quiere lo mejor para su ciudad, pero las circunstancias no son las mejores y la herencia, de unos y de otros, tampoco es la apropiada. Lo peor del caso es que parece que no hay a quien pedirle responsabilidades…
El principal problema de la ciudad es la incapacidad del Ayuntamiento para gestionar porque no dispone de recursos, por eso se ha acogido a la estrategia DUSI por si puede ser la tabla de salvación de siquiera sea una relación de mínimos proyectos que justifiquen, aunque sea mínimamente, un mandato. Eso sí, los concejales están en su gran mayoría liberados, situación bastante sorprendente con el actual panorama.
El tranvía sigue parado, y lo que te rondaré, esto es algo que por un tiempo nos va a definir dentro y fuera. El paro no da treguas, la población sigue bajando, la crisis no solamente no se ha ido sino que amenaza con quedarse para rato frente a los buenos pronósticos de otros lugares…Y podemos seguir.
El anterior alcalde cogió las de Villadiego buscando mejor acomodo. José Enrique Fernández de Moya ya es secretario de Estado de Hacienda, rescatado por Montoro, que le ha ofrecido la oportunidad de su vida y le ha subido, todavía un poco más, su autoestima. Probablemente vale para eso, nunca le he negado su capacidad de trabajo, pero ha dejado el Ayuntamiento peor aún de lo que estaba, y mira que estaba mal. Javier Márquez, el alcalde, que lleva un año y pico, bastante ha hecho con evitar que los plenos se convirtieran en espectáculos indeseables, ahora son tranquilos y educados, manda el respeto, pero la economía, insisto, no hace milagros.
Los cambios en la ciudad apenas se perciben, como en la canción de Julio Iglesias, la vida sigue igual, un año tras otro no es fácil advertir las diferencias. A veces leo artículos de hace veinte o diez años y tampoco las detecto. Algo nos pasa.
Ahí tenemos a nuestro Ayuntamiento con la principal singularidad de un gobierno en minoría y la ruptura en el grupo de los concejales no adscritos, por un lado Salud Anguita con su proyecto de Libres y por otro Ivan Martínez y Víctor Santiago, estos dos últimos arrimados ahora al grupo del PP, lo que significa que le puedan salir las cuentas a sus propuestas. Estos grupos que se rompen a medio mandato suelen terminar así, como el rosario de la aurora, se veía venir y lo que queda. El Ayuntamiento es un duro morlaco y lo que precisa es cirugía, una quita de la deuda y cosas parecidas, en lugar de seguir prolongando la dura agonía. Y no detenerse en cuestiones de cara a la galería trasladando al juzgado casos que a la postre hayan de ser archivados, porque en la mayoría de las veces lo único que se persigue es la publicidad negativa y el desgaste del adversario. Cuando hay orfandad de ideas los políticos se refugian en los juzgados, por si acaso.
En fin, la ciudad necesita mucho apoyo y un revulsivo extraordinario. Está afectada por la dura crisis de la Cámara de Comercio, que unos han peleado por mantener y parece que otros han hecho lo propio para exterminarla. El comercio local está huérfano de apoyo, muy tocado y agredido. Hay situaciones sangrantes como la de Las Protegidas, el cementerio viejo, y no digamos el paraje de Jabalcuz, que debería ser la joya de la corona de la ciudad. Más aún. Mantenemos el divorcio con el ferrocarril y parece que lo llevamos con resignación, al menos esto dice nuestra indiferente actitud, y pueden tardar una eternidad, sin que nos movamos lo más mínimo, en construirnos un Museo (que ya disfrutaremos, al fin y que por cierto es espléndido) o un necesario centro de salud, aunque en materia de sanidad la lista de incumplimientos es mucho mayor y empieza por la Ciudad Sanitaria, que es el gran agravio de la sanidad andaluza hacia nuestra capital, con el silencio cómplice de muchos jienenses, en fin a ver qué pasa ahora que tenemos la “marea del cucharón”. Nuestras comunicaciones son, para decirlo rápido y claro, impropias del tiempo en que nos encontramos, empezando por el vergonzoso ferrocarril.
Y podíamos seguir. Hemos aguantado que nos roben 272 millones con la PAC, los datos nos hablan de la debilidad de nuestro tejido empresarial, se percibe incapacidad de los agentes sociales y económicos ante los retos de esta hora de Jaén, el equipo de la Junta se salva por unas cuantas excepciones, Valdivielso, Antonio de la Torre, Pilar Salazar y poco más…por cierto que hay consejeros de la autonomía que parece que no representan a los jienenses, verbigracia Rosa Aguilar, a la que vemos indiferente ante la realidad jienense…pero, bueno, nos han elegido a una mujer, Paqui Molina, que espero sea una buena subdelegada del gobierno, porque es una persona sencilla y que vale. Y con Andrés Bódalo en la cárcel, nos lo ha sustituido el señor Pablo Iglesia por el sevillano Diego Cañamero, nuestro diputado a Cortes, que otra cosa no tendrá pero es “catedrático” en Marketing, y sus camisetas hacen historia, hasta en el Vaticano. Es lo que hay.
Aunque aparte de lo dicho, lo peor de todo, lo más sangrante en los tiempos que corren, es que las políticas siguen permitiendo que haya cientos de jienenses, que muchas veces coinciden con los mejor formados, que se ven en la necesidad obligada de marcharse de su tierra y es el principal fracaso de toda la sociedad. Hay muchas frases que se pronuncian en ocasiones excepcionales para anestesiar conciencias, pero es muy poco lo que se hace en la práctica para luchar contra este gran drama que tiene que ver con el futuro de nuestros hijos.
En la parte contraria, lo bueno que nos pasa, seguimos confiando en nuestra Universidad como el gran proyecto de futuro, aunque la Junta debe pagarle hasta el último euro que le adeuda, para que mantenga su suficiencia y posibilidades de inversión y confiamos en que salga adelante la Fundación Universidad-Empresa, si bien tengo mis dudas al contemplar desde el nacimiento de la UJA que el apoyo real, no testimonial ni de imagen, del empresariado, con las excepciones que confirman la regla, ha sido ínfimo. Tenemos nuestra Catedral, esa nadie nos la puede quitar, aunque somos muy poco exigentes con respecto al monumento y su declaración como Patrimonio de la Humanidad, porque hemos sido capaces de abandonar el entusiasmo por la iniciativa y pasar al estado de espera resignada, por si acaso. Estamos orgullosos de los avances con nuestro aceite de oliva, por fin, porque este es uno de los grandes orgullos de Jaén, el de tener al fin el mejor aceite del mundo.
También lo estamos del nuevo tiempo en el movimiento vecinal, sobre todo de la actitud reivindicativa de colectivos como Objetivos Comunes (O.CO) que ha sido capaz de inventarse campañas de implicación hasta los tuétanos con los problemas de esta capital, como el resto de asociaciones y federaciones han trabajado en sus cometidos. Muy bien, asimismo, algunos aspectos relacionados con la promoción turística, el trabajo serio y constante de la Diputación y el objetivo también desde el Ayuntamiento de Jaén de buscar una identificación de marca para la ciudad. Favorable igualmente el avance en el olvidado casco antiguo, y me refiero a las experiencias de la Diputación, sobre todo en torno a los Baños Árabes, y a Jaén Genuino, que ha derivado en una actuación de apoyo y revulsivo impecable, aunque las necesidades de esta zona son de una exigencia permanente.
Orgullosos de las infraestructuras que tenemos, que aunque no sean muchas, existen. La Autovía del Olivar que vertebra ciudades y ha sido un gran logro; el funcionamiento del Parque de Congresos, que ha sido uno de los grandes aciertos de los últimos tiempos, porque casa con desarrollo y progreso; disponemos de un Plan Estratégico que no es una varita mágica, pero que ha sabido establecer con seriedad y responsabilidad la hoja de ruta y crear confianza, aunque cueste sacar los dineros a las administraciones, a unas más que a otras; orgullosos de un Jaén donde estamos más abonados a la cultura, sin exagerar pero con mucha más decisión, donde hemos recuperado la huella y la obra de Miguel Hernández, aunque en el camino se hayan perdido jirones de ilusión como el que supuso el Movimiento Abierto por la Cultura, que espero pueda reaparecer en escena lo antes posible.
Por último, para no hacer este comentario interminable, Jaén sigue siendo una capitalidad muy fuerte en actitud solidaria. Aparte de otros muchos ejemplos, me gustaría destacar el logro de El Jardín de los Sueños. Chapó para todos los que lo han hecho posible. Felicitación asimismo por los colectivos sociales y culturales comprometidos, por lo que quiera que sea, pero sobre todo por la ciudad y su patrimonio, y porque se respeten las señas de identidad. Siempre hemos defendido la existencia de una rebeldía cívica y una militancia ciudadana jienense para seguir apostando por un Jaén de progreso y con nervio, con más ambición, y no a la medida de los políticos sino a la de las aspiraciones de los ciudadanos que viven en ella. Porque como tantas veces hemos dicho, una capitalidad no se regala, como otras tantas cosas hay que ganársela. Un Jaén en el que cambiemos de una vez por todas, por lo que cueste, el pesimista y doloroso “ea”. Es, con diferencia lo peor de todo, porque ese estado mezcla de victimismo y resignación funciona como una especie de mezcla explosiva que lleva tiempo, mucho tiempo, impidiéndonos ver el bosque. Siento el diagnóstico, está hecho, pueden creerme, desde el cariño y la pasión.
(Publicado en el Anuario de Multipress, que acaba de salir a la calle en su edición de 2017. Únicamente hacer constar que está escrito a finales del pasado mes de diciembre)