A seis días de que se celebre, si no hay sorpresas de última hora, el congreso provincial del PP, la noticia es que nadie da su brazo a torcer y que se mantiene el mismo conflicto desde el primer momento, solo que corregido y aumentado, un episodio virulento de guerra por el poder, mejor aún, de pretender perpetuarse en el poder a toda costa, porque esta es la actitud que mantiene la dirección provincial todavía hoy presidida por José Enrique Fernández de Moya. Me había prometido abandonar este culebrón porque sus claves son evidentes, pero hay ciertas declaraciones que impiden una actitud de silencio porque se están cometiendo auténticas barbaridades con tal de defender lo indefendible.
Las dos candidaturas presentadas para el congreso del domingo no llegan a ningún acuerdo, ni aunque ha tratado de mediar la dirección regional de Sevilla. La encabezada por el alcalde de Porcuna, Miguel Moreno, ha recibido pronunciamiento a su favor a las quejas que había planteado al comité de garantías, sobre todo su derecho a conocer el nombre de los 900 compromisarios, que le niega el comité organizador, que ha venido siendo en todo el proceso la voz de su amo, de hecho Miguel Moreno ha solicitado ya la dimisión de Javier Calvente, que no ha sabido guardar la debida neutralidad, siguiendo la misma actitud que su jefe de filas.
Es curioso, bastante curioso, que Fernández de Moya, defienda ahora saltarse a la torera las resoluciones de los órganos regionales remitiéndose a la Ley de Protección de Datos. Se trata de una huida hacia adelante, a la desesperada. Tiene Fernández de Moya además la desfachatez de decir, acompañado, eso sí, de todos sus fieles, que es otra historia impresentable, tanto por implicarlos como por participar ellos y ellas de este circo en el que les involucra el presidente, y resulta especialmente chocante en los cargos institucionales, con ese su estilo tan característico, superconocido y con el énfasis que suele dar a las frases, que elude cualquier responsabilidad en la división interna del partido, cuando todo el mundo sabe que es el principal hacedor de la candidatura y de la campaña.
Debería haber actuado con prudencia y un mayor sentido de la neutralidad, y sin embargo insiste en que su opción es Juan Diego Requena (a quien él propuso), por entender que encarna “el presente inmediato y el futuro del PP en la provincia de Jaén”. Encima de la que ha liado, le queda ánimo para afirmar que el PP saldrá del congreso del domingo, “extraordinariamente reforzado”, refiriéndose a cuando se conozca el resultado de la votación de los 900 compromisarios, que tienen a su juicio la última palabra. Fernández de Moya no modifica su posición ni un milímetro, esta ha sido la base de su rueda de prensa de hoy. Él en estado puro, no hay más.
Durante los últimos días se han vuelto a escuchar y a leer en redes sociales, frases subidas de tono entre las candidaturas. No se puede hacer culpable de ello a la militancia de base que está perdida, porque se le ha incitado al enfrentamiento. Los culpables son los que hacen campaña y juegan con intereses, aunque no sean legítimos. Acabo de encontrarme con unas declaraciones del presidente del PP de Andalucía, Juanma Moreno, que no me cabe la menor duda de que le asiste responsabilidad en este duelo que desde hace tiempo mantiene con Fernández de Moya y cuyas consecuencias no pagan ellos sino la organización política jienense. Moreno pide “generosidad” a los dos candidatos por Jaén a presidir el PP, ya que no han tenido autoridad para provocar una lista de integración, entre otras cosas porque la oficialidad de este momento lo que propone es hablar una vez celebrado el congreso, nunca antes.
Se supone que sería hablar desde la superioridad y no desde la posición de iguales. Pero en algo que coinciden Fernández de Moya y Juanma Moreno es que es normal que haya tensiones en los momentos previos a un congreso, y lo único que se le ocurre es pedir un debate sereno, que sabemos es improbable a estas alturas, y que se hable de los problemas de los ciudadanos, de la sociedad de Jaén, en lugar de las situaciones internas. Y se queda tan ancho, ya está todo dicho sobre la crisis de Jaén.
En resumidas cuentas, los problemas están arriba, en los que han contribuido a que este conflicto se haya enconado. En un caso, el de Jaén, porque Fernández de Moya es juez y parte, ha hecho unas declaraciones que no se corresponden con la verdad, pero esto no es una crítica, es simplemente una constatación de lo que estamos viendo en fotografías y en exhibiciones de fuerza desde el minuto uno. Y todo porque el actual presidente provincial sabe que no puede seguir siéndolo, pero bajo ningún concepto quiere abandonar el cuadro de mandos. Él sabrá los motivos, nosotros simplemente los intuimos. En cuanto a Juanma Moreno, ha enviado emisarios a ocuparse del ‘problema de Jaén’ `pero le ha faltado valentía y coraje político para enfrentarse con su “íntimo amigo” Fernández de Moya y exigir un proceso limpio, transparente, en una palabra, democrático.
Es una pena que una militancia tan amplia y que no ha provocado conflictos de esta naturaleza en tantos años, en este momento procesal, cuando mandan quienes mandan, esté sufriendo esta lamentable pesadilla. No se merecen a estos líderes, por eso el congreso del domingo debería tener la posibilidad de limpiar la era y dejar que el PP se oxigene con gente corriente, con buenas vibraciones, como el alcalde de Porcuna y candidato a la presidencia, Miguel Moreno, para poder decir adiós a un modelo de partido y abrir otra etapa sin tutelas, sin militantes vip, sin personajes que han llegado a creerse que poseen las escrituras del partido. Personas que sean sensibles y estén dispuestas a dejarse la piel por una provincia que no puede prescindir de nadie y que necesita la implicación de todos los partidos políticos para ayudarle a progresar y a dar el salto de modernidad que Jaén necesita. Lo demás es politiqueo barato y ansias de poder.
Foto: José Enrique Fernández de Moya y Juanma Moreno. Las responsabilidades no están abajo, están arriba.