Como muchos otros jienenses, estoy seguro de ello, he sentido pena e indignación por el nuevo suceso ocurrido en nuestra provincia en el que ha sido triste protagonista y víctima a la vez un inmigrante marroquí, que según se ha difundido por los diferentes medios de comunicación, se encontraba en la localidad de Pozo Alcón realizando trabajos de recogida de aceituna en un olivar del término. Estando en la explotación agrícola parece ser que sufrió un accidente laboral y el agricultor que le había empleado decidió llevarlo al centro de salud más cercano, donde quedó junto a otro compatriota. La gravedad de lo ocurrido es que el inmigrante había muerto y el empresario dejó abandonado el cadáver en el centro de salud y tuvo que ser la Guardia Civil la que se ocupara de averiguar lo ocurrido y dar con el paradero del empresario agrícola, que como es lógico fue detenido. Nada nuevo que no conozcamos y a veces nos enteramos porque ocurren este tipo de tragedias, ya que de otro modo estas situaciones pasarían, de hecho es que pasan algunas veces, inadvertidas. Es relativamente fácil imaginarse la película de los hechos, aunque deben ser las autoridades quienes se ocupen de ello y ofrezcan cumplida información.
De vez en cuando y a costa de la recolección de la aceituna salimos en Jaén dando la nota. Todavía me acuerdo de los años duros en los que en la capital no se atendía adecuadamente a los inmigrantes que llegaban para la aceituna y se veían escenas escandalosas que llamaron tantas veces la atención de los medios informativos de toda España. Aquella imagen desapareció con el modélico albergue de inmigrantes y, todo hay que decirlo, porque ha habido en el Ayuntamiento concejales y sobre todo concejalas competentes que han estado muy encima del problema humano de atención a las personas, y quiero destacar a las dos últimas responsables de área social del Consistorio, la anterior, Reyes Chamorro, y la actual edil, Nines Díaz, cuyo comportamiento es impecable y han mostrado sensibilidad con esta situación de quienes llegan en busca de la tierra prometida, aunque en la mayoría de las ocasiones se frustren porque se les puede dar cobijo pero no siempre es posible encontrar trabajo.
También recuerdo el más reciente suceso, también a principios de una Navidad pasada, cuando en la pedanía de El Mármol, en el término de Rus, murieron tres inmigrantes africanos que participaban en la recolección de la aceituna y que vivían en una cochera habilitada donde un brasero parece que fue la causa del fallecimiento. El caso es que de nuevo nos asomábamos a los hogares de España a través de todos los medios, especialmente la televisión, por un hecho desgraciado. Y a algunos nos hacía sentir mucha vergüenza, porque no será que no hay organismos que durante el año hacen publicidad de todo lo que dicen promover para mejorar las condiciones del trabajo en la recogida de la aceituna y en gestionar adecuadamente la campaña. Al final me da la impresión de que se pone el foco en determinados asuntos y se pierde lo trascendental, la dignidad de las personas, el derecho a un salario digno, el que está estipulado en cada momento, y a una estancia en condiciones como se merece cualquier ser humano. Pensábamos, yo entre ellos, que se habían erradicado los lugares de acogida para los temporeros en condiciones no deseables, por decirlo de manera suave, pero ya veo que cuesta años, y sangre, sudor y lágrimas. Sé que es injusto generalizar, por tanto solo se puede decir que por desgracia sigue habiendo empresarios sin escrúpulos para conseguir mano de obra…
Ahora surge el caso de Pozo Alcón y nos recuerda esta evidencia, que sigan ocurriendo situaciones de esta naturaleza y que con toda justicia salgamos en los telediarios para retratar conductas impropias por inhumanas. Me molesta que a pesar de que se ha avanzado y ha habido importantes esfuerzos, tengamos aún rémoras y seamos descalificados, porque la que se resiente es la imagen de la provincia, por la política que se hace con los inmigrantes, estamos marcados cuando tantos pueblos y ayuntamientos sabemos que dispensan una acogida excepcional y los propios inmigrantes la valoran. Me consta que hay aspectos que están muy bien, por ejemplo estos días me hubiera gustado ver en alguna televisión la cara y la cruz de los alojamientos de los inmigrantes, es decir, presentar la cara del modélico albergue para temporeros de la capital, que es el mejor de Andalucía, y que repito que dejó de estar en la geografía del escándalo, o de cómo se les acoge en el comedor social de San Roque o en los dispositivos que tiene Cáritas, entre ellos el recientemente abierto en el Colegio de los Hermanos Maristas, gracias a la generosa aportación de su comunidad.
Me apena sobre todo que tengamos un Foro Provincial de la Inmigración, unas administraciones que cada una de ellas tiene sus responsabilidades, unas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, unas organizaciones políticas, unos colectivos empresariales y sindicales, y nadie, absolutamente nadie se percate de lo que ahora veo que en algunos casos denuncian con tanto ardor, y es la presencia en los tajos de trabajadores inmigrantes que no son tratados como corresponde. Qué sociedad tenemos, por una parte hay cantidad de gente que rechaza abiertamente y sin complejos a los inmigrantes, y luego está la paradoja, acudimos a ellos como mano de obra barata. Espero que quienes actúan de esta manera no tengan tranquila su conciencia.
Y la conclusión que sacamos es que las cosas no son tan del color de rosa como a veces nos las pintan los políticos con responsabilidades, que todos los años sacan pecho por la estrategia de la campaña, solamente porque tienen reuniones y da la impresión de que todo está atado y bien atado. Pues no, por eso me gustaría conocer, y creo que a muchos jienenses también, el resultado de una exhaustiva investigación para que se depuren responsabilidades, también para que se actúe más para descubrir a los desaprensivos, porque cuando ocurren casos como el de Pozo Alcón, hay que dar la cara y reconocer dónde ha estado el fallo. Por mi parte me adelanto a pensar que está repartido, que pasan los años y que muchos problemas y situaciones ancestrales indignas se siguen produciendo por una inexplicable inercia que a mí hoy en concreto me produce bochorno e indignación. Esto no es lo que yo quiero para Jaén.