Por ANTONIO GARRIDO / Fue el año pasado, por estas fechas, cuando tuvimos las peores noticias por parte de la Universidad de Jaén sobre su futuro. El propio rector, Juan Gómez Ortega, alertó a la comunidad universitaria y a la sociedad, justamente el 10 de marzo de 2022, cuando denunció que el modelo de financiación que proponía la Junta lastraba el futuro de la UJA, producía “enormes desequilibrios”, y se atrevió a decir, en un tono severo, que provocaría dificultades estructurales y repercutiría en el desarrollo de la provincia. En resumidas cuentas, el planteamiento de aquel modelo, que por cierto sigue vigente en el BOJA, aunque ahora se esté negociando uno nuevo que debe sustituirlo y nos dicen que con otras perspectivas, pero está por ver, establecía fórmulas que en vez de suponer mejoras en el conjunto del sistema, daba paso a que unas instituciones se beneficiaban y otras se perjudicaban seriamente, y ¡oh sorpresa!, ahí estaba la Universidad de Jaén, afectada por el tijeretazo de la política, mejor decir de la mala política, por injusta, discriminatoria, abusiva, desconociendo la realidad del territorio, ajena a los criterios de la racionalidad. Se retrataban, una vez más, los responsables públicos, en este caso andaluces, el entonces gobierno de PP-Ciudadanos, los que se jactaban insistentemente de la “apuesta por Jaén”. Los políticos, siempre con la misma letanía: palabras, palabras, palabras.
Previamente ya se había encendido la mecha cuando se tuvo conocimiento de un primer borrador nefasto para los intereses de la UJA, aunque tanto el entonces consejero de Universidades, Rogelio Velasco, que gracias a Dios desapareció de la Junta, como el mismísimo Juan Bravo, hasta hace poco diputado por Jaén y a la sazón consejero de Hacienda, negaron la mayor, comprometieron, ante las críticas que en ese momento se manifestaron, que nada más lejos de la realidad que la UJA saliera “tocada” en el nuevo modelo de financiación. Mintieron descaradamente y tras las palabras del rector también hizo piña la dirección del PP de Jaén, que defendía públicamente al consejero, es decir, no se atrevieron a desmentirlo y a combatirlo para preservar a la Universidad de Jaén, que es Jaén. Me extrañó algo, no mucho, en Bravo, aunque a decir verdad hay varias cuestiones que he estudiado a fondo, en las que quien va a ser el número 27 de la lista a las municipales por la capital, traicionó a Jaén, sin ir más lejos, el Plan Colce, en el que salió corriendo tratando de nadar entre dos aguas, y quedó retratado. En aquel momento de grave inquietud, ya en el acto inaugural del curso académico, estamos hablando del curso 2021-2022, el ínclito Velasco, respondía así de ambiguo al guante que le lanzaba nuestro rector: “El nuevo modelo de financiación garantiza una asignación de recursos equitativa y proporciona a las universidades los incentivos adecuados para el desarrollo eficiente de su función social”. En román paladino, se salió como pudo, pero volvió a engañar a Jaén con toda contundencia.
No era la primera vez que el rector clamaba por una financiación adecuada, no la hubo con anteriores gobiernos socialistas (Susana Díaz le fue dando largas al modelo) ni tampoco en el anterior ejecutivo, de modo que se actuaba a impulsos y en actitud más bien precaria. Recuerdo ahora que Juan Gómez envió a mediados de 2020 una carta abierta a la comunidad universitaria, al tenerse conocimiento de un acuerdo del Consejo de Gobierno de la Junta que de facto suponía reducir el presupuesto de la UJA drásticamente. En ese caso la jugada era un tanto sibilina y de ingeniería financiera, y a la vez que se pegaba el bocado se daba a los rectores la posibilidad de utilizar fondos de remanentes pasados para afrontar gastos corrientes debidamente presupuestados, como mal menor, un escenario de improvisación que planteaba incertidumbre, y de aquellos polvos estos lodos.
Cuando el rector compareció hace un año ante los medios de comunicación con un semblante serio y preocupado, afirmando que esos días eran, con diferencia, los peores que había tenido que lidiar en la Universidad, de hecho renunciaba a su cargo de presidente de la Asociación de las Universidades Públicas de Andalucía (AUPA) para dedicarse a resolver en exclusiva el gravísimo problema que pesaba sobre la institución académica jienense, con urgencia empezó a movilizarse y a promover reuniones con los rectores. Juan Gómez, un hombre templado, llegó a transmitir con claridad sus temores, entre ellos que no pudiera establecerse con normalidad el Grado de Medicina. La política, es decir, la Junta, cuando verdaderamente vaciló, fue cuando surgió la presión social representada providencialmente por la Plataforma Ciudadana en Defensa de la UJA, que con su concentración y su posicionamiento en contra del modelo que se estaba manejando, logró frenar el objetivo, paralizar los planes, que eran inminentes, porque ante una cita electoral se corría el riesgo de tener una caída, aunque ya se ve que cuando los vientos vienen de cara los políticos no tienen nada que temer.
Los votantes raramente, salvo excepciones muy concienciadas, piensan en el interés de su entorno a la hora de depositar el voto en la urna, y si los gobiernos se preocupan o se despreocupan, este es lamentablemente el escenario, lo que pasa es que hay una parte de la sociedad civil que sí es sensible y se siente concernida, es la misma a la que los políticos mediocres, porque no se les puede llamar de otro modo, tratan de colocarle siglas, estos son de tal o cual partido, cuando esa Plataforma a la que pertenezco desde su nacimiento es transversal y yo mismo no estaría en ella de no ser esa su principal característica, porque no hay político en la provincia que vaya a doblegar el compromiso que tengo adquirido con un solo partido, que se llama Jaén.
A todo esto llegaron las elecciones autonómicas y fue nombrado consejero el que había sido rector de Córdoba, el señor José Carlos Gómez Villamandos, que compartía los criterios de su antecesor, aunque se vio obligado a comprometer un nuevo modelo que es el que se está debatiendo en este momento, cuando nuestra Universidad está abocada a un cambio en el Rectorado, por cumplimiento del mandato de Juan Gómez y para el que hay cinco candidaturas en línea de salida, en espera de que se convoque oficialmente la cita electoral.
Esta de la Universidad era y es hasta que se conozca el modelo definitivo y su repercusión en nuestra UJA y su futuro, otra afrenta para Jaén, en este caso de una de las administraciones de las que dependemos, la Junta. ¿Tan complicado es llegar a un modelo en el que ninguna Universidad salga perjudicada, y menos aún las que están situadas en provincias, como la de Jaén, que siempre y para todo sufren los hachazos?, ¿acaso se cree la Junta que la provincia se va a conformar con un sistema injusto que lastre su futuro? Porque sin entrar en él profundamente, por desconocimiento de las fórmulas utilizadas, variables y coeficientes, lo que parece claro es que para el modelo que proponían y no sabemos si estará aún en la mesa de negociación, nos castigaban negando la valoración de las grandes fortalezas de la UJA, su posicionamiento en importantes rankings internacionales, es decir, tomando en consideración lo que nos perjudica en lugar de lo que nos beneficia.
Lo que ha ocurrido durante este año sería largo de contar y en esencia pienso que es conocido por la opinión pública, sobre todo que la Plataforma Ciudadana en Defensa de la UJA no solo no se ha dormido en los laureles, sino que ha estado presente y activa, soportando el peso de algunas críticas, desde el poder y sus aledaños, siempre tan sumisos, nada excepcional porque es común en el mundo de la política, tratando de combatir la filosofía del consejero Villamandos, que en pocas palabras diré que me merece escasa confianza, claro que no solo él es el responsable, por encima tiene a un presidente al que debe rendir cuentas y del que ha de recibir instrucciones. En la Plataforma, ante el nuevo modelo que no puede tardar mucho en aflorar, no la tenemos todas con nosotros, porque también aquí juegan los intereses creados, la historia, los méritos contraídos, etc., y la Universidad de Jaén sólo va a cumplir treinta años, mejor dicho, tres espléndidas décadas, en las que se ha ido fortaleciendo y es un motivo de orgullo, de esperanza y de futuro para Jaén. Por eso insisto en mi aviso a navegantes, si los políticos, sobre todo los que tienen responsabilidad y dicen querer y representar a Jaén no hacen su trabajo defendiendo a la UJA como el verdadero motor de la provincia, lo haremos desde la sociedad civil, que no les quepa duda, no vamos a dejar, y haremos para ello lo que haya que hacer, que el nuevo modelo sea lesivo para el futuro de la Universidad.
En este momento nuestra UJA, ante lo que pueda venir, y ojalá que sea bueno y tengamos que felicitar al poder político por ello, porque nada nos gustaría más, a mí el primero, necesita sentirse arropada y los jienenses estamos obligados a demandar para ella el lugar que merece, ni más que nadie, ni menos que nadie. Esa defensa hay que hacerla, si es necesario, con uñas y dientes, no hay nada que tenga más justificación que unirnos para que nadie limite el futuro y el desarrollo que nos corresponde. Que se enteren bien, no hagan peligrar lo que tanto costó crear y es en este momento el gran activo de la provincia, una Universidad con prestigio, reconocida y valorada, nuestra posible tabla de salvación. En las situaciones complicadas es cuando se puede medir ese tan cacareado “compromiso” al que todos se apuntan, porque ahora no se necesitan palabras, solo hechos, y una satisfacción contundente para la Universidad de Jaén y para Jaén, porque son la misma realidad.
Foto: El rector, Juan Gómez, el 10 de marzo del pasado año, cuando anunció malas noticias para la UJA, un modelo de financiación que le perjudicaba muy seriamente, a ella y, en consecuencia, a la provincia.