Antonio Garrido.
La situación creada en la insoportable levedad de la política, que acabamos de conocer en el fin de semana, me recuerda mucho gráficamente a la frase de Mario Benedetti: “Cuando teníamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas”. Y abonaron nuestra perplejidad, si es que a estas alturas de la película cabe ya un atisbo de sorpresa. Algo muy gordo ha debido pasar entre bastidores para que en un derroche de autoridad ¿o de autoritarismo?, que algunos analistas leen en clave de partido, dicen que un nuevo sanchismo o un nuevo PSOE, el presidente Pedro Sánchez haya planteado una crisis tan radical en la que se ha atrevido a sacar del Consejo de Ministros a algunas personas que desde fuera podíamos considerar intocables, en función de que proyectaban, cuestión distinta debía ser el día a día, el núcleo duro, la cuota de confianza más próxima a Sánchez. Una de dos, o no era realmente así, o al presidente que continuamente repite que lo es y se reatroalimenta de su vanidad de vanidades, lo único que le interesa es ejercer el poder, ostentarlo o detentarlo, según los casos, y las personas, por muy cercanas que parezcan, constituyen un factor secundario. “El Estado soy yo” (L’État c’est moi), que ha sido una frase muy bien acogida por mandatarios en todos los tiempos, y que fue acuñada por Luis XIV de Francia, el también llamado “Rey Sol”. Pero volviendo a la política española y a este episodio de cambio de gobierno, nos pone ante la ligereza de las cosas y, sobre todo, a lo finita que es la vida política.
Hay varios casos llamativos en las salidas del ejecutivo, pero uno de los más sonados es el de Carmen Calvo. Desde luego soy de la opinión de negar la mayor. En absoluto me parece lógico que desde Jaén podamos acariciar siquiera la creencia de que el éxito es nuestro y que sale del puesto de privilegio en la política por haber sido la protagonista del dedazo en relación con el Plan Colce, sacrificarla a ella para quedar bien con la provincia. No me lo creo ni en sueños. Más me parece que había un alto grado de conflictividad interna de Calvo con varios ministerios, incompatibilidad de caracteres se llama, y con el también saliente Iván Redondo, aunque según reflejan algunos cronistas su principal escollo en el Gobierno era la ministra de Igualdad, Irene Montero, se han juntado dos mujeres con carácter y los choques han estado a la orden del día.
Para más inri, Sánchez no podía sustituir a ningún ministro o ministra de Unidas Podemos, porque así se lo habían exigido, aunque sea muy llamativo que habiendo una crisis se pierda la oportunidad de sustituir algunas caras que han demostrado incompetencia, y no me refiero a mérito y capacidad, que según los casos, sino a eficacia de gestión, y pongo el ejemplo del titular de Universidades, Manuel Castells, al que la Universidad y gran parte de la sociedad simplemente es que no reconocen y no me parece un tema menor. Y el presidente prefiere mirar hacia otro lado y centrarse en los intereses de partido, suponiendo que sea así, que aprovechar para hacer un gobierno, en su conjunto, que responda mejor a las exigencias de este tiempo y corrija todos los rumbos equivocados de los últimos tiempos, para eso es para lo que debe sustituirse a una parte del gabinete, para hacerlo más eficaz, no para hacer un ajuste de cuentas. Lo que nos tiene que interesar en última instancia como ciudadanos es que el Gobierno, el de ahora y cualquier otro pasado y futuro, sea eficaz, resuelva problemas en vez de crearlos.
Y en nuestro caso, en el mío en particular también, lo que de verdad me interesa es la repercusión que el cambio operado por el señor Pedro Sánchez tenga sobre la provincia de Jaén. La percepción no es muy esperanzadora. Celebro como la mayoría de los jienenses la salida de Carmen Calvo de la vicepresidencia primera del Gobierno de España. Esta política cordobesa, de Cabra, es verdad que cuando inició su carrera política tuvo un trato cercano con Jaén, se encariñó con la cultura íbera y con el entusiasmo que contagiaba Pilar Palazón, entonces al frente de la Asociación de Amigos de los Íberos. Esa fue su etapa más útil y empática políticamente con Jaén y de aquella buena sintonía surgió el Museo Íbero, que con sus pros y contras es cierto que está construido y es de suponer que algún día la sensibilidad política, hoy tan ausente, logre ponerlo en servicio. Fuera de eso en sus diferentes responsabilidades algunas veces nos escuchó, todavía le quedaba el recuerdo de un Jaén en edad de merecer.
Pero en esta última etapa, la que ha sido todopoderosa Calvo nos ha hecho una jugada imperdonable digna de merecerse el desafecto porque se le considera, en base a documentos y declaraciones, la autora, con la complicidad del presidente Sánchez, que fue su apoyo, y de la ministra de Defensa, Margarita Robles, del robo del siglo a Jaén, al negarle en beneficio de su tierra, la base logística del Ejército de Tierra. Por algo se dice que a lo que de verdad aspira es a ser la alcaldesa de Córdoba. La antigua política que simpatizaba con Jaén, a la hora de la verdad, nos asestó una puñalada por la espalda y en la consideración popular es ‘persona non grata’, no ha tenido el valor de venir a dar la cara, ni ella ni Robles, que ahora va a estar en una situación complicada en la instancia judicial porque le van a pedir cuentas y, aunque ya vemos que trata de zafarse, esperamos que se la exijan y se retrate, y quede en evidencia el favoritismo político que no hizo justicia a las necesidades y al buen planteamiento de un territorio como el de Jaén necesitado de un milagro económico y social como el del Colce. Jaén no debe perder la memoria. Ni perdonar, ni olvidar, aunque necesite seguir mirando el futuro.
A lo que iba en el titular, ¿qué vamos a hacer ahora sin Calvo? Tanta paz lleve como descanso deja. Y luego está el ínclito José Luis Ábalos, en quien el PSOE jienense había centrado todas sus expectativas como si fuera a durar toda la vida, reuniones en Madrid, visita a Jaén, pero todo con mucho ruido y pocas nueces, a excepción del centro anunciado para Linares, que se supone que continuará adelante y la lanzadera anunciada hasta Madrid, vía Córdoba, que a lo más que se parece es a otro brindis al sol. A Jaén vino con el solo propósito de apagar un fuego político y de indignación social, a fe que lo consiguió, al menos ese servicio le prestó a la causa. Vino y los puso firmes a todos, y les agradeció su lealtad. ¿Y ahora qué? Poco hay concretado pero me temo que habrá que empezar a hablar con la nueva ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez y ojalá que no se trate de empezar de cero nuevamente, en todos los asuntos de Jaén, incluidas las obras de la A-32 y todo lo que habló con algunos interlocutores, entre ellos el alcalde de la capital. De lo dicho, nada.
No sé si al cumplirse el segundo aniversario, el miércoles, de la iniciativa de Julio Millán, de organizar una caravana para exigir mejores trenes para Jaén, se le ocurrirá al primer edil de la capital recordar la efemérides con otra idea parecida, ya que la de aquella ocasión derivó en el fracaso más absoluto. No dudo de la buena fe, pero las reivindicaciones hay que pelearlas, exigirlas, aunque tengas que enfrentarte a tu propio partido. Ahora me da la impresión tras la salida de Ábalos, a quien Jaén tiene muy poco que agradecerle, dicho sea de paso, que volvemos al minuto inicial y que de nuevo nos tenemos que poner a la cola. Supongo que en la familia socialista jienense, empezando por Francisco Reyes, deben pensar lo mismo, lo que pasa es que tan correctos como son, tan prudentes, se lo dirán entre ellos y en cualquier momento del día el argumentario les obligará a salir a decir que este nuevo Gobierno sí que va a estar “comprometido” y hará una “apuesta” por Jaén. Cosas veredes.
Y, en fin, otra vez a negociar sobre el futuro del Museo Íbero, ahora con Miquel Iceta, a quien no le ha dado tiempo a calentar el sillón de Política Territorial. Otra vez pendientes de si la ministra Montero da un bote salvavidas a ayuntamientos como Jaén que están en la ruina, aunque haya sido a causa de una suma de irresponsabilidades políticas que debieran haber pagado quienes las permitieron. Más tiempo soportando la gestión de una ministra, Margarita Robles, que los hechos y el tiempo han demostrado que no ha sido mínimamente leal con Jaén y que debe pagar por ello ante los jienenses. Finalmente se mantiene en el ejecutivo el ministro de Agricultura, Luis Planas. Entiendo que hay ministros a los que Sánchez hubiera relevado pero no ha podido hacerlo en razón al momento político. En el caso de Planas, titular de un Ministerio de trascendental importancia para la provincia, es que ahora hay que negociar en España el reparto de la PAC ya aprobado en Bruselas y hubiera sido contraproducente poner otra cara en momento tan crucial, tal vez esta situación puntual le haya salvado. Veremos en lo que queda para la provincia de Jaén, su olivar y sus olivareros, el siempre polémico asunto de las subvenciones de Europa y el permanente e histórico clamor del sector.
Que el Señor nos coja confesados. Si desde siempre los gobiernos han sido rácanos y desconsiderados con Jaén, en esta ocasión no nos anima ninguna confianza en que el panorama sea diferente. Pese a todo habrá que concederle el beneficio de la duda, cien días para que definan sus políticas. Aunque sea un pesimista militante, nada me agradaría más que encontrarme con una nueva forma de atender a Jaén. Déjenme soñar…
Foto: Carmen Calvo, José Luis Ábalos, Margarita Robles, María Jesús Montero, Luis Planas y Miquel Iceta.