Muy buena iniciativa que sigue cumpliendo años, el invento de la Diputación Provincial con sus Noches de Palacio, que en la trayectoria que lleva ya ha conseguido dinamizar la cultura y el ocio no solo en la capital sino en distintos lugares de la geografía provincial. El programa que se ha preparado para este año y que se inicia mañana, viernes, en el escenario del Centro Cultural Baños Árabes, es francamente soberbio, con independencia de que ha habido una propuesta para incluir a más grupos locales, que otros años han tenido mayor presencia. En esta ocasión es cierto que los organizadores han tenido que reducir la oferta, pero ha sido en días y no en calidad de los espectáculos. Baste decir que para abrir boca la actuación prevista para el inicio de un gran fin de semana es, mañana, el rock de Berta Franklin, en tanto que el sábado podemos gozar del tango y los boleros con sello jienense de Los Arrabaleros. La otra actuación de la tierra fijada en esta edición de 13 conciertos adaptados a las medidas de seguridad necesarias por el Covid-19, será la semana próxima, el día 30, con flamenco y danza de la mano de Liminal, con la villanovense Vanesa Aibar, que conjuga baile, toque y cante.
Acierto pleno del organismo provincial porque es de los pocos que apuestan con hechos en favor del casco histórico. Obras son amores, que no buenas razones. Al casco antiguo de la capital no se le ayuda ni se le promociona con frases y con compromisos que a la hora de la verdad no se cumplen, hay que demostrarlo de manera palpable, y esta es una manera de hacerlo, con una gran oferta cultural. El objetivo de la Diputación es doble, apoyar el corazón de la ciudad, tan olvidado, y al tiempo contribuir a que suene Jaén durante estos meses tan duros por la canícula, y esto a pesar de que en esta ocasión, por los rigores de la pandemia, ha habido que limitar los espectáculos. El evento continuará en agosto haciendo un viaje a la década de los 80 con el mítico grupo madrileño Nacha Pop, y en septiembre ofrecerá nueve actuaciones de artistas de primera fila como Los Secretos y El Consorcio (ambos en el auditorio de La Alameda), La Sonrisa de Julia y Cristina Rosenvinge, entre otros.
A pesar de las dificultades que ofrece este verano tan atípico por la crisis sanitaria, no solo la Diputación, también el Ayuntamiento de Jaén ha promovido actividades culturales y de ocio, en un esfuerzo de las concejalías de Cultura y Promoción Económica, sobre todo, que hay que valorar, porque se ha actuado con imaginación buscando la manera de involucrar a colectivos vecinales, culturales y sector hostelero, para, dentro de las limitaciones existentes, animar en lo posible el verano de la capital. Al final la cultura es la que mejor refleja el estado de ánimo y de salud de una comunidad, en este caso la ciudad de Jaén, es un termómetro que no falla. Vamos a no bajar la guardia.
Mientras aguardamos a que ya mismo llegue la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre y nos muestre una realidad que es muy posible que nos duela, les voy a recordar que hace justamente tres años se producía una visita del entonces consejero de Cultura de la Junta de Andalucía para anunciar que estaba a punto de montarse la exposición con la que se iba a proceder a inaugurar el Museo Íbero, al menos así se le llama aunque en absoluto es tal. Digo esto porque han pasado tres años y han sido demostrativos de que nos tomaron el pelo y además le dejaron un marrón considerable al gobierno que se hizo cargo de la Junta, contra todo pronóstico del PSOE. Ahora ese edificio, que por cierto es magnífico, de eso no tengo nada que decir, es multifuncional, sirve para todo menos para lo que fue creado. Lo que pasa en Jaén no tiene nombre. Estaba pensando ahora en ese fenómeno del que ya se habla menos, pero que durante varios años ha estado omnipresente, el concepto de posverdad. Somos muy de modas, cogemos una palabra y la estrujamos a más no poder. La posverdad viene definida por la distorsión deliberada de una realidad, que utiliza la manipulación con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Me recuerda el diccionario que los demagogos son maestros de la posverdad. En el caso del Museo Íbero tenemos un buen ejemplo para empezar.
Pero hay más. Estos días he notado que con referencia a la construcción del Palacio de Deportes Olivo Arena, sobre todo desde voces autorizadas del PSOE jienense, se ha puesto énfasis en que la infraestructura deportiva la está construyendo la Diputación Provincial. Y no es verdad. Sí lo es que fue promotora, que Francisco Reyes fue su impulsor, y que se pudo abordar el proyecto una vez que el Ayuntamiento, presidido entonces por Javier Márquez como alcalde, cediera los terrenos, que todo el mundo merece su protagonismo. Pero es la Junta de Andalucía, la de antes y la de ahora, la que sufraga la mitad de la obra. No tratemos de escamotear la realidad, Diputación y Junta, Junta y Diputación, mitad por mitad.
Es lo mismo que ocurre con otros proyectos pendientes, como la Ciudad de la Justicia. Ahora se critica que se prevea una solución público-privada para construirla, que por cierto es una fórmula que ya anunció en su día el consejero de Justicia con Susana Díaz, Emilio de Llera, nefasto como lo fueron todos los de esta área en gobiernos socialistas, especialmente el citado y Rosa Aguilar, la que jamás tuvo un gesto amable con Jaén. No es de recibo que ahora traten de convencernos de que el gobierno socialista estaba muy interesado en construir la Ciudad de la Justicia de Jaén, porque no es cierto. Construyó la de Córdoba, eso sí, porque estableció prioridades y Jaén, como casi siempre, se quedó fuera. Si hay algo que no tolero es que se use tan frívolamente la posverdad, con la intención de justificar lo injustificable. Habrá tiempo de pasar revista a los “nuevos”, que ya no lo son tanto, pero los que han estado tantos años deberían distinguirse, al menos de vez en cuando, por la prudencia.
Ahora veo que el PSOE jienense está demostrando que en la oposición a la Junta es implacable, y me parece bien porque ese es su papel institucional, lo que ya no me parece tan bien es que sea tan exigente para una administración, la andaluza, y tan comprensivo y cómplice con el gobierno de España, que tanto nos debe. Hoy el PSOE anuncia que llevará a los 97 ayuntamientos de la provincia una moción para que la Junta distribuya mascarillas gratis. Es cierto que el uso continuo de mascarillas puede resultar gravoso para muchas familias, teniendo en cuenta que una caja que contiene 50 tiene un coste de alrededor de 25 euros, que es un dinero para muchas economías en una provincia tan severamente castigada por la crisis y con tan alto índice de parados. En una familia de cuatro miembros tiene un coste aproximado, mínimo, de 100 euros. No sé bien a quién corresponde, o si solo a la Junta o tendrían que retratarse también otras administraciones.
El “regalo” de las tres mascarillas para jubilados y pensionistas por parte de la Junta de Andalucía (también lo han hecho otras comunidades autónomas) no sé cómo calificarlo, porque casi hubieran quedado mejor con algún otro gesto, creo que los mayores no merecemos hacernos pasar por la oficina de farmacia para recoger una bolsita con esas tres unidades, más que una atención, aunque se haga con la mejor voluntad, que no dudo, me parece hasta insultante. Claro que en el caso de los pensionistas y jubilados quien debería haber cogido el testigo era la Administración central, ya que estamos a su merced, porque es la Tesorería General de la Seguridad Social la que nos paga, la que nos retiene, la que nos sube o nos congela. Pero sí, que las administraciones, empezando por la Junta, hagan un esfuerzo y ya que exigen mascarillas de manera permanente no se inhiban en la que tiene que ser una obligación. Todo el mundo se queja de que no hay dinero, pero con frecuencia advertimos que sí lo hay para todo lo que se quiere. Las mascarillas no son artículo de lujo, ellos y las circunstancias han creado la necesidad, ellos que las paguen o las subvencionen, sobre todo a quienes no pueden pagarlas.
Se han desbordado las entradas a este blog (2.500, que no está nada mal) a propósito del comentario que hice la semana pasada sobre el cierre de comercios y la crisis comercial en el centro de la ciudad. También los comentarios que han apostillado ayudan a entender mejor el problema que padece la capital y que entiendo tampoco ha de ser exclusivo de Jaén. Se trata de un asunto muy complejo, en el que intervienen no pocos factores. El primero de ellos es local, tiene que ver con el modelo de ciudad y con lo atractivo que se haga por parte del Consistorio el tránsito tanto peatonal, la peatonalización, como el acceso de vehículos. Incluso el fracasado tranvía es un obstáculo. Ya se ve que es más fácil teorizar que actuar sobre el escenario. Pero juegan un papel importante los hábitos de comportamiento, las nuevas tendencias con el comercio online, la competencia tan agresiva de los grandes frente a los pequeños, incluso la reflexión y las medidas que seguramente debe tomar el comercio tradicional para no quedarse atrás en una batalla tan dura como se está librando en este momento. La pandemia es la puntilla, los últimos meses han sido una dura prueba y nos tememos que la coyuntura aún no ha terminado.
Y a estas y otras causas se añade el hecho de que no existen fronteras comerciales, faltaría más, y que una gran parte de los jienenses se mueven en todas direcciones y son asiduos por ejemplo del Nevada granadino. Es bastante normal que en redes sociales paisanos nuestros nos informen de que se han topado con multitud de consumidores del Santo Reino en el “paraíso” comercial de la capital hermana. Reconozco que una vez pasé por él unos minutos para verlo y comprobar si era para tanto, porque las compras de toda la familia las realizamos en Jaén, no tengo necesidad de desplazarme y además considero, aun respetando otros criterios, que tenemos la obligación moral de apoyarnos los unos a los otros para hacer grande a Jaén. Esta es mi opinión.
Y va concluyendo el mes en el que Úbeda y Baeza han celebran 14 años de la declaración como Patrimonio de la Humanidad, el 3 de julio de 2003. El secreto de las dos maravillosas ciudades es que en ningún momento se vinieron abajo en su sueño. La Unesco le negó en una primera ocasión, le puso pegas, pero lejos de amilanarse, un equipo competente, con Pedro Galera como impulsor del expediente, lograron volver a ilusionar a las dos poblaciones y a la segunda oportunidad consiguieron el propósito porque lejos de desfallecer, no faltó el impulso, el ánimo, la ilusión. En este tipo de objetivos tan importantes, y es en lo que debiera tomar nota la capital, hay que tener claro que no se pueden tener en cuenta las adversidades, porque cuando no hay fe en un objetivo, sin el apoyo de un clamor popular, cualquier proyecto está condenado al fracaso.
Por tanto mi enhorabuena a las queridas ciudades de Úbeda y Baeza, Baeza y Úbeda, porque están disfrutando de las mieles del éxito. Cierto es que las dos merecían el reconocimiento de que fueron objeto por ser emblemas del Renacimiento, pero han sabido durante todos estos años mantener con dignidad los títulos de que fueron dotadas, Patrimonio de la Humanidad, que han confirmado plenamente durante todos estos años. Ahora no hay más que darse una vuelta por cualquiera de las dos espectaculares poblaciones monumentales para observar los cambios que se han experimentado y el orgullo que tienen sus moradores y toda la provincia, que sentimos envidia sana de un proceso ejemplar. Ya nos gustaría por la capital que nos tocara un premio así.
Foto: Entrega de mascarillas de la Junta de Andalucía en una farmacia. (ABC de Sevilla)