¿La pandemia? Los que la seguimos a diario creemos tener motivos para la preocupación y la inquietud. Los responsables públicos, aunque piensen lo mismo, miran el panorama desde otro cristal, lo pasan por el tamiz político, por eso habrán oído muchas veces cómo tratan de distanciarse sobre todo de los que van peor que nosotros. Les cuesta, le pasaba igual al gobierno central cuando asumió todas las competencias y ocurre lo mismo a las comunidades autónomas, verbigracia, la andaluza. Estamos mal, pero otros están peor. El Consejo de Gobierno de la Junta decidió ayer hacer cribados masivos en tres poblaciones de la provincia, Linares, Jamilena y Los Villares. Ellos sabrán las razones por las que no han escogido unos cuantos pueblos más, también con altas tasas de contagio por cada 100.000 habitantes, pero demos por sentado que se está haciendo lo correcto.
Es verdad que en la provincia la situación en términos generales, salvando algunas excepciones, no es especialmente alarmante, pese a todo estamos en más de 5.000 casos positivos confirmados, hay más de 2.000 pacientes activos y los decesos que se habían frenado, han vuelto a aparecer. De todas maneras cuando miramos en otras direcciones, por ejemplo Madrid, y la polémica y los enfrentamientos constantes, tan poco ejemplares, nos sentimos privilegiados. El gobierno andaluz ha empezado las medidas restrictivas con deseo de no causar perjuicios, sobre todo en la economía, de ahí que se haya limitado a prohibir reuniones de más de seis personas en esas localidades escogidas; si fracasa este intento irá aumentando la dosis. Hay que tomarse en serio que la COVID 19 ha venido para quedarse durante algún tiempo, nadie sabe cuánto, ni siquiera los científicos que no pueden trasladarnos pronósticos creíbles. Tenemos que trabajar la paciencia y la responsabilidad, no queda otra.
Hemos seguido en estos últimos días los ecos del compromiso de la Junta de invertir en la provincia en un periodo inferior a tres años más de 800 millones de euros, en una fórmula público-privada. De la misma forma que han salido los defensores a ultranza de los planes del gobierno andaluz, también se han pronunciado otras instancias, como las plataformas ciudadanas, que creen apreciar brindis al sol, en una operación que parece montada sobre castillos en el aire, no se trata de dudar sino de estar al acecho, más que nada porque a fuerza de palos y de desengaños nos hemos instalado en el escepticismo y como Santo Tomás necesitaremos ver para creer.
Ya saben la historia completa de nuestro Jaén, que quitaba el sueño a Franco y que después parece que ha ido ocurriendo lo propio con otros gobernantes porque nos han brindado cheques en blanco, promesas y más promesas, y esta es la hora en que tantos remedios milagrosos nos brindaron que aquí seguimos poco menos que mendigando atención a nuestra extrema necesidad. Si será por planes, porque a lo largo de los tiempos, desde el célebre Plan Jaén, hemos tenido unos pocos. El discurrir de esta tierra está muy ligada al insomnio de una clase política que siempre encuentra la misma salida, un plan. Y ahora ya ni eso. Los políticos, todos y de todos los colores, acaban por reconocer la evidencia, que es tanto como decir su propia derrota, porque la realidad tozuda de todos los indicadores no admite discusión y constituye una bofetada para quienes pretenden hacernos comulgar con ruedas de molino.
Lo que queremos es que se haga justicia con la provincia y aparezca una fórmula que la coloque en el lugar que le corresponde, si bien nos sigue sorprendiendo que haya que seguir recurriendo a la beneficencia política en lugar de hacer practicado y tiempo ha habido para ello, acciones que favorecieran los equilibrios territoriales, lo que ahora llaman cohesión y que nos coloca en posiciones marginales, con las mismas desigualdades de siglos atrás. Aún recuerdo cuando la entonces vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, anunció el Plan Siglo XXI, otro más, para hacer de Jaén, en su propia expresión, la tierra del oro líquido, el nuevo Dorado del Sur. Otros destacados socialistas eran aún más optimistas, querían para Jaén una nueva Toscana, una tierra de progreso y proyección. Y así sucesivamente casi todas las etapas políticas, la actual también. Ya nos hubiéramos conformado solamente con que Jaén fuera Jaén, haciendo explotar todas sus potencialidades. Palabras, palabras, palabras…
Lo más llamativo históricamente de todo cuando se ha prometido a Jaén fue sin lugar a dudas el Plan Jaén que auspició Franco y que nacía al tiempo que llegaba a las pantallas españolas la popular película de Berlanga “Bienvenido Mister Marshall”, en 1953, que era y es todo un tratado de la ilusión que se puede vender a un pueblo cuando está necesitado y es capaz de soñar a cualquier precio, y a costa de la facilidad de seducción de los políticos, que tienen el terreno más abonado para sus conquistas cuando los que esperan son en esencia material humano noble y confiado. Los papeles de los actores de la celebrada película, José Isbert, Lolita Sevilla, Manolo Morán, Alberto Romea, Elvira Quintillá, etc., bien se pueden asignar, háganlo ustedes mismos si quieren, a políticos de hoy. El pueblo es el mismo, este Jaén nuestro ha cambiado poco, en lo esencial de su carácter, en estos 67 años. Como el Villar del Río de la película es un pueblo tranquilo, pobre (tan rico) y olvidado, y lo mismo que él muy encerrado en la rutina, siempre a la espera del maná.
Algo hemos cambiado, hay fuerzas sociales y cívicas vigilantes y ya no estamos en disposición de comprar cualquier mercancía. Precisamente por eso hay que insistir, y en eso están plataformas como Jaén Merece Más, urgiendo la deuda de la democracia y de la autonomía con Jaén. Ya hemos esperado bastante de unos y de otros, y todos nos han defraudado. Jaén tiene que dejar de ser esa provincia sumisa con los poderes y pasar a la acción, con seriedad pero con contundencia porque hemos perdido mucho tiempo y no debemos permitir ni un minuto más que la política le robe el futuro a esta tierra y a su gente. Me dirijo al Gobierno de Madrid, que por el momento ni está ni se le espera, y al de la Junta, para que tome nota de que con los 800 millones anunciados no nos pueden contentar. Ahora todos miramos con la máxima atención cómo hace política Juanma Moreno, si es capaz de innovar o seguimos con más de lo mismo.
De otros asuntos de la actualidad leo esta mañana en Ideal que el Defensor del Pueblo andaluz ha tirado la toalla en su intento de promover de los poderes públicos a los que compete, en este caso la Junta, la reactivación de la Cámara de Comercio de Jaén. Ni caso. Silencio sepulcral, la han enterrado o están en ello y ni antes ni ahora se ha optado por reflotar un instrumento que en las actuales circunstancias de crisis hubiera sido providencial. Le dicen a los empresarios que acudan a las Cámaras de Linares y Andújar. Buena manera de apoyar la capitalidad de Jaén de la que todo el mundo habla y por la que pocos apuestan de verdad, con hechos.
Y en cuanto a la batalla para el liderazgo del PSOE andaluz, aunque no es aún el momento, el secretario general de los socialistas jienenses, Francisco Reyes, no le ha dado un cheque en blanco al diputado Felipe Sicilia, que se ha postulado. Reyes afirma que no es el momento, que cuando llegue ese río cruzarán ese puente, que lo que ahora toca es la pandemia, y nada más que hacerle frente. Parece que Reyes no quiere hacerle ahora desaires a Susana Díaz y que el tiempo dirá.
Y, en fin, algo ha amainado el temporal, la política de este país está muy crispada, digo está cuando quiero decir sigue. Me preocupa España, sé que es una obviedad, porque ¿a quién no le preocupa su país? Pero la calidad de la política es mediocre, la política con minúsculas se antepone a la razón, y en un momento crucial para la historia se abren debates innecesarios. Esta sí que es una pandemia que deberíamos desterrar. Decía Ortega y Gasset: “Solo cabe progresar cuando se piensa en grande; solo es posible avanzar cuando se mira lejos”. Nuestro Miguel Hernández lo diría de una manera desesperada y emotiva: “¡Ay España de mi vida!”
(Un resumen se ha difundido en la programación de mediodía de Onda Cero Jaén)
Foto: Imagen de la película «Bienvenido, Mister Marshall». El pueblo escogido bien podía haber sido nuestro Jaén.