Martes, 5 de junio, a las 11 de la mañana, el exalcalde de Jaén, José Enrique Fernández de Moya, a la sazón secretario de Estado de Hacienda en funciones y por muy poco tiempo, hacía su aparición en el Juzgado de Instrucción número 2 de la ciudad, donde estaba citado a declarar por el llamado “caso de las fuentes” o “caso Matinsreg”. Le acompañaban unos cuantos leales, encabezados por el coordinador general del PP jienense, Miguel Contreras, concejal del Ayuntamiento y portavoz en la Diputación, así como el secretario provincial de los populares y alcalde de Los Villares, Francisco Palacios, y el actual concejal de Mantenimiento Urbano en el Consistorio jienense, Juan José Jódar. Fernández de Moya aceleraba el paso a medida que se acercaba a la sede judicial, donde a la entrada y a la salida fue abroncado por miembros del sindicato andaluz de trabajadores, SAT, con la presencia del propio Andrés Bódalo, que sigue en la lucha.
No creo que sea difícil de interpretar que han tenido que ser las horas más amargas para el político jienense, no ya por verse obligado a acudir al Juzgado en calidad de investigado/imputado sino por las consecuencias y el espectáculo que suele acompañar cuando se trata de determinados personajes más mediáticos. Pienso que sobraba ese escarnio público, nadie lo merece, ni siquiera por supuesto Fernández de Moya, hay una presunción de inocencia que hay que respetar, al menos hasta que la autoridad judicial dicte sentencia y confirme en su caso responsabilidades, aunque hay otro derecho, que es el de expresión, que permite que se pueda abuchear. He visionado algunos vídeos y son impresionantes, la de improperios que ha tenido que escuchar al todavía número 2 de Hacienda.
He sido crítico con Fernández de Moya cuando la ocasión lo ha merecido y también en otros casos, sin ningún problema, he valorado su trabajo y su capacidad. Creo que es injusto que se haga con él una enmienda a la totalidad como si en toda su trayectoria política no pueda encontrarse algún elemento positivo. Hay quienes aprovechan las redes sociales para arremeter contra él de la forma más ignominiosa, porque este es Fernández de Moya, tiene sus defensores pero al tiempo muchos detractores que no le perdonan ni una. Resulta paradójico que yo tenga que salir en defensa del político de la tierra, convencido de que con sus aciertos y errores también ha hecho muchas cosas por su ciudad y su provincia y pase lo que pase en este juicio se merece un mínimo de consideración y de respeto, me consta que a su estilo, modo y manera, es otro enamorado de su Jaén. Yo sé que en su trayectoria, porque a veces ha sido él su peor enemigo, ha dejado muchos heridos en el camino y la política en muchas ocasiones no es precisamente ejemplar, pero al menos démosle la oportunidad de que se defienda, algo a lo que tiene derecho como todo el mundo. Un dato que puede ser indicativo de su estado de ánimo es la anulación de sus cuentas en redes sociales, según han reflejado esta mañana algunos medios.
Es posible que este caso, por las consecuencias que se puedan derivar y por la fatiga personal que una situación de estas características conlleva, marque un antes y un después en la trayectoria del personaje. Aunque Fernández de Moya es un animal político como tiene demostrado con creces y no sé si una cornada como la que ahora recibe será suficiente para apartarle de los “ruedos”. Estamos hablando de un señor que se inició en las Nuevas Generaciones del PP hace muchos años y que ha hecho una carrera brillante en la que lo ha sido todo en política, si acaso le ha faltado con un poco de suerte escalar hasta el puesto de ministro, que hubiera podido hacerse realidad si le hubieran ayudado las circunstancias.
Dicho esto, hoy se han producido la mayoría de las declaraciones de personas investigadas por el caso que nos ocupa y aunque no ha trascendido demasiado, lo que sí parece es que estamos ante una concatenación de circunstancias que llevan a la conclusión de que nos encontramos ante una causa en la que hay muchas incógnitas por despejar, de hecho ha aumentado hasta siete el número de investigados y puede subir. Fernández de Moya parece haber dicho que él no había firmado ninguna de las facturas de Matinsreg, y si él no lo hizo, ¿a quién se les dejaba para que las firmaran? La propia teniente de alcalde Rosa Cárdenas, que hoy ha declarado también, vino a decir hace unas fechas que esperaba que su situación quedara aclarada, porque más o menos ella pasaba por allí y se le puso a la firma un documento. Y luego están la cantidad de informaciones que se han venido publicando en los últimos días en diversos medios, que vienen a dar la sensación de que estamos ante un embrollo impresionante y parece evidente que se movilizaron esfuerzos con tal de beneficiar a la empresa zamorana de Toro por las razones que fuere, y que debieron ser poderosas, si bien en el caso de Fernández de Moya parece que ha tratado de desvincularse totalmente de Matinsreg, a la que todos repudian ahora.
El juez dirá la última palabra, y como no puede ser de otra manera, tienen que depurarse todas las responsabilidades, porque tenemos que hablar de ejemplaridad, porque se trata de dinero público de la ciudad que se ha gastado al parecer con largueza, y porque la Justicia tiene que ser contundente a la hora de enjuiciar actuaciones de los políticos, en su caso, cuando se olvidan del bien general y dedican sus esfuerzos hacia intereses particulares provocando un daño irreparable. Porque ya está bien de que los ayuntamientos y sus regidores adopten acuerdos que van contra el sentido común o cuando se asumen actuaciones muy oscuras, como sin duda lo es el caso Matinsreg, sin luz ni taquígrafos, y se dan los indicios suficientes para que podamos hablar sin tapujos de ese mal endémico que es la corrupción.
Cualquier otra interpretación no cabe hacerse hasta que no sea el momento procesal oportuno. Dejemos actuar a la Justicia y mientras tanto mantengamos el respeto para las personas, una garantía constitucional irrenunciable. Lo demás lo sabremos cuando el magistrado ponga su firma en la sentencia. Entonces será el momento de poner a cada uno en su sitio.
Foto: José Enrique Fernández de Moya, a suj llegada al Juzgado (EUROPA PRESS)