Un año más la ciudad de Jaén tiene que sentirse satisfecha de ser escenario de un acontecimiento internacional como es el Premio “Jaén” de Piano, que está considerado como uno de los más prestigiosos del mundo y constituye, aparte de un grandísimo certamen musical, una enorme proyección para nuestra tierra.
A lo largo de su trayectoria han desfilado por los sucesivos escenarios del Premio “Jaén” centenares de concursantes que con el tiempo han llegado a la cumbre, y desde luego está claro que los ganadores a lo largo de tantos años son pianistas de todo el mundo, que siendo en su mayoría jóvenes, tienen todos y todas una brillante carrera, de lo que son ejemplo cualquiera de las últimas ediciones del certamen con jovencísimos pianistas que han encandilado al jurado y al público por su encanto y profesionalidad.
Por muchas razones, pero sobre todo por mantenerse y existir y por la decidida apuesta que hace cada año la Diputación Provincial, que no regatea esfuerzos para colocar al Premio “Jaén” en el sitio que le corresponde, y que este año sigue introduciendo novedades para involucrar aún más a los jienenses con el certamen, tenemos que felicitarnos por tener el privilegio de ser testigos de una Semana Musical como la que hoy llega a su ecuador y puede vivir en directo todo Jaén, porque ya forma parte, en sus 60 ediciones con la presente, de la historia de esta ciudad. Por tanto a las instituciones y a todos los jienenses corresponde cuidar este Premio por el que se conoce el nombre de Jaén en todo el mundo, la prueba la tenemos en el concurso de este año en el que han participado un total de 39 pianistas de 18 países.
Digo todo lo anterior con satisfacción porque en casi 45 años de trayectoria profesional en esta ciudad, he seguido muy cerca la evolución de este certamen, y no ya su esplendor actual, que también, sino el calvario vivido, sobre todo en la década de los 70, 80 y 90 del pasado siglo, en que tantas veces se puso en peligro la continuidad, unas veces por insensibilidad política, y otras por problemas de coordinación, en definitiva, desinterés por parte de algunos de los que tenían que arrimar el hombro. Personas como el doctor Diego Jerez, en su etapa como director del Instituto de Estudios Jienenses, de una manera heroica, luchó duro contra la apatía tan instalada en Jaén y con él otras personas que nunca desistieron del entusiasmo por esta cita anual.
Si alguien tiene interés en conocer la trayectoria del Certamen de Piano Premio “Jaén”, les invito a entrar en la web premiopiano.dipujaen.es, donde con la autoridad que le confiere ser un testigo excepcional, protagonista providencial y un defensor a ultranza de esta actividad musical desde los inicios, y el cargo que ha desempeñado en la organización, el catedrático Pedro Jiménez Cavallé, alma mater de este certamen, hace un repaso que debería ser de obligado conocimiento para valorar más la nueva singladura que la Diputación, la misma que otras veces fue tan distante, le ha conseguido al Certamen Internacional. Para hacer justicia hay que valorar la apuesta de Felipe López al frente de la Corporación provincial, que le dio, convencido de la importancia de este patrimonio cultural y musical, un decidido impulso de estabilidad y proyección, siendo diputada de Cultura Amparo Ramírez, un momento crucial en el que se despejaron las dificultades y se puede decir que pasaba a ser la joya de la corona de la programación cultural del organismo supramunicipal, tarea que después se ha mantenido y consolidado con Francisco Reyes, otro enamorado del evento, con nuevas aportaciones que le han ido sumando prestigio y reconocimiento.
Me permito, a modo de ejemplo, recoger hoy algunas de las impresiones que ofrece Jiménez Cavallé, y que en un momento en el que añoro afectuosamente tantas cosas que me han atado a mi actividad profesional, me siento satisfecho y orgulloso de haber luchado, desde los medios de comunicación en los que desempeñé mi trayectoria, por el Premio “Jaén” y porque se mantuviera a toda costa, denunciando todas las actuaciones que lo pusieron en serio peligro. No lo cito para que me sea agradecido, pero sí por amor a mi tierra y para presumir de haber aportado en algún momento mi granito de arena en favor de un acontecimiento singular.
“La falta de autonomía –señala Pedro Jiménez Cavallé- del Instituto de Estudios Jienenses, obligaba a estar en manos distintas, la organización del Premio y su subvención o patrocinio, que acarreó algunos problemas a juzgar por lo que leemos en la prensa.
Antonio Garrido, en 1989, al cerrarse la treinta y dos edición y hacer una reflexión en voz alta en torno al Concurso y su lamentable falta de promoción, decía que en las sucesivas ediciones del Premio ha habido de todo, “organizaciones perfectas y una elevada dosis de improvisación”, justificando estas afirmaciones por una falta de coordinación entre el Instituto que organiza y la Diputación que patrocina económicamente.
Antonio Garrido escribe, en 1989, un artículo titulado “Por la estabilidad del Premio Jaén de Piano”, e insiste en la falta de coordinación que perjudica al Concurso, al mismo tiempo que habla de los esfuerzos que todos (políticos, medios de comunicación…) debemos hacer por el Premio.
Antonio Garrido, redactor del Diario Ideal, fiel defensor del Premio Jaén, si tenemos en cuenta toda su trayectoria de artículos dedicados al tema, escribía en 1990, a modo de acotación, “Un Premio en peligro”. Tras la pérdida del Concurso de 1990, comentaba que “Desde que la Diputación Provincial, mediante el Instituto de Cultura, interviene tan abiertamente en el Premio Jaén, sin que el Instituto de Estudios Jienenses asuma con autonomía, como lo ha hecho durante tantos años, todo el trabajo organizativo, cada edición es un calvario sacarla adelante”.
Pero la trayectoria del certamen nos dice que no siempre ocurrió así. Fueron muchas veces las que personalmente denuncié lo que costaba sacar adelante este gran evento musical, perdonen que hable en primera persona de algo que me dolía como jienense. La mayor crisis ocurrió hace unos treinta años, cuando yo mismo clamé en un artículo en Ideal titulado “Un Premio en peligro”, porque lo veía desaparecer, se había apoderado también de él la apatía, no se publicaron ni las bases, y aunque sea inmodestia por mi parte, creo que pude frenar entonces lo que hubiera sido un error histórico, en esa ocasión pienso honestamente que salvé al certamen de la desidia.
Por eso me alegra profundamente que el Premio Jaén de Piano goce de buena salud y hoy por hoy, al menos, no corra ningún riesgo y esté, por el contrario, en el listón más alto de su historia, gracias sobre todo al buen hacer de la Diputación, que he de reconocer con orgullo jienense que sabe cuidar este tipo de eventos aunando profesionalidad, calidad y sensibilidad, y siempre pensando en que el nombre de esta tierra suene para bien en el mundo como lo hacen ahora las teclas de los aspirantes al certamen. Larga vida al Premio “Jaén” de Piano.
Foto: Uno de los concursantes en la segunda prueba eliminatoria. (Foto de SITOH ORTEGA, al que se puede considerar el fotógrafo del Premio Jaén, porque lleva 35 años captando sus imágenes, como antes había hecho su padre, el gran Pepe Ortega, testigos ambos de la historia todavía reciente de esta ciudad. Las fotografías de Sitoh son asombrosas, de hecho está siendo muy visitada en el Centro Cultural Palacio de Villardompardo-Baños Árabes, su magistral exposición sobre este certamen con fotos propias y del legado de la familia Ortega, firma acreditada de tres generaciones de grandes fotógrafos jienenses).