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Por ANTONIO GARRIDO / Llevo años escribiendo, clamando, casi gritando, que o hay una decidida apuesta por la capitalidad o Jaén se desangra. Perdemos habitantes, este último año el dato ha sido menos escandaloso, pero lo que hay que valorar, a mi juicio, es la tendencia, y en un periodo no superior a la década Jaén se ha dejado por el camino más de 4.000 habitantes.

Todos los alcaldes que he conocido han soñado, a su manera, con un Jaén más ambicioso, pero recuerdo que la alcaldesa Carmen Peñalver empezó a acuñar el concepto de capitalidad en base a proyectos emblemáticos, entre los que ya se incluía el tranvía, estamos hablando de hace más de tres lustros, que se dice pronto. En su etapa, más reciente, Javier Márquez reivindicó la verdadera capitalidad visible, puesto que de facto indudablemente ya sabemos que lo es; cualquier circunstancia que se producía en la ciudad, ya fuera una iluminación navideña o las obras de una calle, se contemplaba como el acercamiento al sentido de la capitalidad. Lo digo en tono positivo, porque un alcalde o alcaldesa es lógico que aspire a lo más grande. La realidad nos muestra que una cosa es la ciudad soñada y otra la ciudad real, y que llegar a ser la capitalidad con mayúsculas, una capitalidad fuerte, foco de atracción, referente de infraestructuras, servicios, ocio, etc., no se improvisa, requiere de un plan y un modelo de ciudad, además de inversiones importantes, todo ello para cambiar el orden y en lugar de perder población ser capaces de atraerla.

Tampoco hay que olvidar un dato desalentador pero que nos tiene que ayudar a abrir los ojos, y es que en parte los habitantes que hemos perdido se han marchado a pueblos cercanos, como La Guardia o Los Villares, donde han encontrado lo que en Jaén no tenían. Hay otras causas, obviamente, por un lado la incuestionable realidad demográfica que nos afecta como a todo el mundo y, por descontado la marcha de muchos de nuestros jóvenes, que no encuentran aquí futuro, entre ellos los que cada año salen de la Universidad, sin que sea posible retener el talento de estas promociones tan bien formadas.

El gobierno municipal que llegó a mediados de 2019, continuó con la misma formulación anterior, quería “vender” capitalidad a toda costa, parece que exhibiendo la palabra todos nos la vamos a creer y a confiar en mejores expectativas. Llegó el actual equipo y volvemos al mismo y ambicioso propósito, esta vez incluso se incluye como valor añadido la celebración, el próximo año, con numerosos fastos por lo que se va conociendo, del 1200 aniversario de la declaración de Jaén como capitalidad. Estamos pues ante el momento propicio para hacer capital y sobre todo tener motivos para creérnoslo. Dicho lo anterior, en lo que me quiero detener es en lo que en principio se necesita para ser potente y creíble una capitalidad, en este caso Jaén, y seguro que se puede ir sumando. Empiezo por el atractivo para el comercio, ya tenemos dos centros comerciales, uno de ellos languideciendo pero dicen que tras su adquisición por una potente compañía le quieren imprimir un nuevo sello y futuro. Esta oferta de grandes superficies parece ya cubierta y ahora lo que hay que apostar es por el comercio de siempre, con acciones y también con exigencias, porque el comercio tiene que poner de su parte en una competencia tan brutal como existe, no basta solo en confiar en sus fortalezas, que las tiene. Hay que ver con buenos ojos las iniciativas de la asociación de comerciantes del centro “Müy”, la más imaginativa,  a la que se ha sumado el comercio del Gran Eje, con actitud de colaborar desde el compromiso, hablar menos y hacer más, una forma entusiasta y positiva de hacer ciudad. Y por descontado contar con Comercio Jaén y el Centro Comercial Abierto, porque en esta aventura es mejor ir todos los actores de la mano.

Jaén es un páramo industrial, veremos si este gobierno local es capaz de conseguir lo que no lograron los anteriores, dar vida al polígono Nuevo Jaén, un desierto cuando se nos prometía que iba a ser el motor para despegar y si el Cetedex sirve de foco de atracción para inversiones empresariales, esa es una de las grandes esperanzas del momento. Por otro lado no sé si alguien ha pensado en las miles de personas que cada día arriban a Jaén para trabajar como funcionarios en administraciones, en la Universidad, en los hospitales, en empresas, que llegan, trabajan y se van, no hacen vida aquí, y a ese contingente deberíamos “engancharlo” en lo posible. No hablemos de los estudiantes de la UJA porque los que llegan a diario en coches particulares y autobuses evitan la capital. Está bien enfatizar lo bonito que es nuestro Campus de Las Lagunillas, pero si hubiera facultades en el entramado urbano, la ciudad ganaría. Todo no se puede tener, pero cuando se hace una opción también se está viendo afectado el modelo de ciudad del futuro.

Por cierto, hay algo vergonzoso que los políticos municipales están dejando pasar como si no tuviera importancia y ya lo creo que la tiene. Me refiero al edificio de la estación de autobuses. Aparte de otras consideraciones, es muy de lamentar que el establecimiento hostelero (bar, cafetería, restaurante) lleve dos años cerrado y no haya sido posible su apertura. No sé si alguien ha caído en la cuenta de que por esa estación, en el mismo centro de la ciudad, pasan a diario varios miles de personas, algunos datos indican que oscilan entre 2.000 y 3.000, y se encuentran con este recibimiento, ni siquiera la posibilidad de tomar un café a la llegada o mientras se espera. Ayer estuve hablando un rato con dos personas que a la entrada del edificio tienen un puesto de chucherías, justo a la puerta del establecimiento cerrado a cal y canto, y se les disparaba la boca calificando la vergüenza que supone para Jaén y las críticas que suelen escuchar a diario de los viajeros, sobre todo de los que aún no se han acostumbrado a esta visión. Ellos mismos me dicen que esto no pasa nada más que en Jaén. Y añaden que se dice que en su día, no se sabe cuándo ni cómo, la empresa que rehabilite el abandonado Rey Fernando, se deberá quedar también a cargo de la cafetería. No conviene olvidar para los que tenemos memoria, que el cierre del recordado hotel fue un dedazo sin contemplaciones y sin alternativa, una cacicada en toda regla gobernando el Partido Popular, hace ya la tira de años, el caso es que no puedo pasar por el lugar sin indignarme.    

Un proyecto de esta envergadura, el de la capitalidad visible, requiere, por descontado, del apoyo de las administraciones, del sector empresarial, etc., debe ser una hoja de ruta consensuada y no como suele ocurrir que cada iniciativa divide a la población, como en su día sufrimos con el sistema tranviario, que suma un retraso de trece años, y lo que te rondaré, por muy buenas palabras con las que tratan de dulcificar la espera made in Jaén, porque en otras plazas los avances fluyen con celeridad asombrosa. Proyectos que contribuirían a darle a Jaén brillo de capitalidad serían la Ciudad Sanitaria, la Ciudad de la Justicia, la actuación para enseñar el tesoro de Marroquíes Bajos; dotar al Museo Íbero, inaugurado “de mentira” hace unos años; restituir la Cámara de Comercio, que es otro recurso imprescindible para que los empresarios estén al día y luchen por su tierra; hace falta una estación intermodal que se nos ha prometido tantas veces y que nos sigue pareciendo una infraestructura lejana, y no hablemos del tren, que no solo no ayuda a fomentar la capitalidad de Jaén sino que todos los días juega en su contra, la peor campaña de imagen con diferencia.

Y una especial atención a la oferta patrimonial y turística, con numerosos recursos, no todos accesibles por el momento, y donde hay que contar inexcusablemente con la asombrosa Catedral en la aspiración para que pueda ser declarada Patrimonio de la Humanidad. No me olvido de otro símbolo unido a ella, el Santo Rostro, la reliquia emblemática. Se ha perdido mucho tiempo, se hizo el primer esfuerzo y la instancia municipal se rindió, cierto que contaba con una Junta de Andalucía que estaba ajena, y los jiennenses, resignados como siempre, incapaces de obligar a las instituciones a defender el monumento, en el que todos se han retratado a placer, pero por el que pocos se entregan, exceptuando a la Universidad, única que ha dado en los últimos años un paso al frente digno de reconocimiento. En el mandato pasado hubo intentos, cuando el alcalde, Julio Millán al frente, creó una mesa de trabajo y se empezaron a colocar los cimientos, actuando en el entorno del monumento, una acción inconclusa.  

Para esta propuesta que formulo es imprescindible contar con un Ayuntamiento solvente, capaz de atajar en lo posible la brutal crisis financiera heredada de gobiernos manirrotos y a los que no se les ha podido exigir responsabilidades, y es preciso también que sea el Ayuntamiento el primero en demandar a la Junta y al Gobierno de la nación que en sus presupuestos impulsen la capitalidad, algo que nadie ha planteado con contundencia o lo han hecho a medias, a gobiernos adversarios políticos, casi nunca a los propios, y ojo, esto también es un asunto de patriotismo, no atender debidamente a los territorios y contar con una España de diferentes velocidades, en una de las cuales, la peor, estamos nosotros. Las administraciones desde siempre han sido cicateras con Jaén y lo peor es que los partidos que han sostenido a los gobiernos no se han resentido electoralmente, cuestión difícil de entender, salvo que reconozcamos que nos va la marcha, que mantenemos el conformismo atávico ante la indolencia de los poderes. ¿Qué decir del abandonado y olvidado casco antiguo, que con cada nuevo gobierno local sigue sumando frustraciones, y de lugares como el paraíso de Jabalcuz, cuánto ayudarían a elevar el prestigio de Jaén?

En otro tiempo teníamos fuerte a nuestro Real Jaén, pero ahora ni eso, al menos como nos gustaría; contamos con el Jaén Paraíso Interior, que tantas satisfacciones ha dado y dará, y un Palacio Olivo Arena que es un lujo de infraestructura, porque el deporte ayuda y mucho a hacer capitalidad. Y para demostrarlo, ahí está la Carrera Internacional de la Noche de San Antón, que se ha hecho con un hueco privilegiado en el escenario nacional. Junto a otros hitos que coadyuvan, especialmente culturales, como el Premio Jaén de Piano o el Festival de Otoño, la Expoliva cuando toca, que es la joya de la corona junto a ese magnífico Palacio de Congresos…en fin, todo se puede resumir en una idea, Jaén ha ido perdiendo entidad y hay que recuperarla, no cejar en el empeño hasta ponerla en lo más alto del escaparate, pero no con gestos ni con ocurrencias, sino con hechos tangibles y una hoja de ruta que es tanto como decir un modelo de ciudad, para lo cual también es imprescindible un Plan General de Ordenación Urbana, que al fin este equipo de gobierno con su alcalde, Agustín González al frente, está impulsando de una manera decidida, ya se dan los primeros pasos, lo cual es una magnífica noticia. Somos una excepción entre las capitales andaluzas en poseer un Plan que data nada menos que de 1996, y empezó a elaborarse mucho años, con lo cual no responde a las necesidades actuales de la población. Nunca entenderé la inhibición política tras quedar anulado por cuestiones de legalidad el Plan elaborado por José Seguí. Que Jaén aspire a ser modélica como capital y no tenga ni planeamiento urbanístico ni presupuesto es una anormalidad, por mucho que haya quienes pretendan justificar lo injustificable. Es la hora de actuar con decisión o estaremos haciendo un flaco favor a una ciudad que merece otro trato, jugar en otra división, en el sitio que su historia y su gente se merecen, nos merecemos.

Foto: alrededor de dos años lleva cerrado el establecimiento hostelero de la estación de autobuses de Jaén. Los viajeros no escatiman críticas.

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