Por ANTONIO GARRIDO / He repetido muchas veces en estas crónicas que el Jaén oficial, todos los poderes, sálvese quien pueda, es muy poco receptivo a las críticas, y cada vez menos. Lamento lo que voy a decir, pero no me lo pienso callar porque es una realidad objetiva vivida en primera persona. En plena transición política los niveles de tolerancia por parte de los responsables públicos no tenía punto de comparación, entonces el sentir generalizado en todas las opciones, y por supuesto en la sociedad civil más comprometida, era la necesidad de una masa crítica como elemento imprescindible para encarar el despegue de Jaén.
Personalmente también podría referirme al escenario del tardofranquismo en Jaén, donde confieso que desarrollé mi tarea profesional en prensa y radio con menos dificultades que las que en determinados ámbitos se hace ahora. No se trata de un elogio a esa etapa de la dictadura, ni mucho menos, no tengo ninguna nostalgia y soy un demócrata convencido, simplemente quiero dejar constancia de que en algunos aspectos en vez de fortalecer la democracia la estamos debilitando, y que la aceptación de la crítica no es un estado natural por parte de quienes dirigen o influyen en las instituciones, aunque hay rangos, unas más que otras y unos más que otros.
Me apena bastante el hecho de que un trabajo realizado por un grupo de alrededor de 40 personas, jóvenes con inquietudes y que aman a su ciudad, con el respaldo de una treintena de empresas, no haya contado con el apoyo institucional, nadie acudió el pasado día 14 de octubre a la presentación del documental titulado “Jaén, tesoro andaluz” que ya se pueden hacer una idea de qué va, de poner en valor esta ciudad y todos sus méritos. Los promotores criticaron con pesar este desaire que consideran, y están en lo cierto, un modo de censura en pleno siglo XXI.
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Al parecer lo que a las dignísimas autoridades ha molestado es que en ese trabajo aparezcan personas más o menos significadas, pero ciudadanos como ellos, que no están en el poder y que opinan sobre Jaén, aunque también en tono positivo, como de hecho es la característica del documental. Pero no se admite la crítica, aunque sea constructiva, y además son excluyentes, quieren ser ellos y nadie más que ellos. Como digo, y les invito a ver su tráiler y el propio trabajo realizado, “Jaén, tesoro andaluz”, lo único que hace es destacar las grandes fortalezas de Jaén: gastronomía, cultura, arquitectura, patrimonio y belleza. Dicen los promotores que es “el vídeo sobre Jaén que no quieren que veas”, y parece que es solamente porque en el conjunto de este documento hecho con tanta pasión, hay quienes se atreven a decir que a Jaén podría irle mucho mejor y que por tanto Jaén es una provincia olvidada.
Escuece una realidad que tenemos tan asumida, pero que algunos no quieren que se difunda, por esta razón ignoran el documental, no lo han promocionado y lo que pretenden es que pase desapercibido. Supongo que también esto forma parte del llamado estilo Jaén. Vamos bien, pero que muy bien.