Por ANTONIO GARRIDO / Hoy, 7 de abril de 2025, se cumplen tres años. Gracias a la movilización promovida ese día por la entonces recién nacida Plataforma Ciudadana en Defensa de la Universidad de Jaén, se consiguió FRENAR la aplicación del «Modelo Velasco» que condenaba a la UJA a la irrelevancia, a un futuro incierto, a la debacle. Ha transcurrido ese tiempo, ahora, gracias a aquella lucha inicial, que no se ha terminado, hay mejores expectativas, pero tampoco se dan motivos para el exceso de confianza. Existen compromisos, sí, pero hay que cumplirlos. La Plataforma no se ha rendido, llegará hasta el final, sin prisa pero sin pausa. Y el final es ver que la UJA avanza, se financia debidamente y consigue lograr todos sus objetivos para servir al territorio, como mandata su ley de creación y se merece nuestra provincia, muchas veces a pesar de los políticos que dicen una cosa y a la hora de la verdad hacen la contraria.
Les voy a confesar el motivo central por el que asistí aquella tarde a la concentración convocada por la Plataforma en Defensa de la Universidad de Jaén. Lo hice porque me duele Jaén, porque aspiro a que le dejemos una herencia de progreso y desarrollo a las generaciones que vienen detrás, empezando por nuestros nietos, y porque considero que para que la provincia deje el lastre que no hay que explicar puesto que todos lo conocemos, es imprescindible contar con una Universidad fuerte, vigorosa, a la que se le permita un crecimiento compatible con sus expectativas de futuro y para que pueda cumplir con su papel de motor para impulsar lo que solo ella puede hacer, el definitivo empuje que todos los jienenses o una inmensa mayoría, queremos para nuestra tierra.
En mi opinión esta primera cita convocada por la Plataforma fue un éxito, los cientos de personas que acudieron tenían una procedencia muy plural, lo cual era satisfactorio, y faltaron solo los que hicieron campaña en favor de la desmovilización y quienes se dejaron influir por ella, incluso desde la buena fe. También, de manera notable, por la propia actitud adoptada por el entonces rector de la UJA, puesto que el capitán del barco, el mismo que comprometió a toda la sociedad a hacer causa común con su clamorosa preocupación inicial, decidía abandonar en plena travesía, a escasas horas del día 7 a las 8 de la tarde. Sé que era una difícil papeleta la suya, pero mejor estar con la gente decidida a apoyarle que de espaldas a ella. Pero no olvidemos que el propio rector había dicho días antes, con gesto de gran preocupación, que las decisiones de la Junta representaban «enormes desequilibrios», que abocarían a la institución a dificultades estructurales que iban a redundar también en el desarrollo de la provincia. Dijo más, que había universidades que iban a crecer, y otras, caso de Jaén, que iban a decrecer y mucho. ¿Es normal mantenerse en actitud pasiva ante semejante escenario? Pues la política oficial negaba la mayor y todavía no ha pedido perdón por ello, es más, se sigue jactando hasta de lo que no hace.
No se entiende bien, visto desde mi óptica, que a estas alturas de la película haya quienes sigan sin entender que uno se pueda mover única y exclusivamente por lealtad a su tierra, ya sé también que el romanticismo ni siquiera el compromiso son moneda corriente en la sociedad de nuestros días, tampoco pretendo, ni mucho menos, ponerme de ejemplo de nada, pero al paso de los años siento una profunda decepción al repasar algunos contenidos de las redes sociales, donde es fácil apreciar de qué manera la política se iba colando barriendo para casa en tema tan trascendental como el de poner a la UJA a la cabeza de nuestras preocupaciones y desvelos.
No es la primera vez que denuncio públicamente que lo peor que puede ocurrir cuando surge un problema vital para los intereses de Jaén, es que aparezca el tradicional frentismo político, que a mi parecer es el origen de que estemos donde estamos en muchos aspectos, porque al final cualquier adversidad queda reducida al enfrentamiento, normalmente entre los dos principales partidos. Hoy hace tres años al PSOE le tocaba enarbolar la bandera de la reivindicación y al PP (y en aquel momento también a Ciudadanos) tratar de demostrar su lealtad con la provincia y el “compromiso y la apuesta” de quien sigue siendo presidente de la Junta. Nada nuevo bajo el sol. De este modo, para unos, los que asistimos a la concentración, estábamos manipulados y al dictado de los socialistas. A estos es a los que tengo que decirles que no ha nacido aún la persona que al menos a quien esto firma lo pueda manipular, al tiempo que añado que la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Universidad era y sigue siendo tan diversa que está representado, de una manera u otra, el conjunto de la sociedad, también la política, porque es sociedad.
En el otro lado de este escenario que describo, están los partidos que representan el poder político en el gobierno de Andalucía, que desde la noche anterior a la concentración, en que parece que se llegó a un principio de acuerdo entre la Consejería de Universidades y los rectores y rectoras, in extremis, pero que el tiempo demostró que era una mentira como una catedral, estuvieron difundiendo toda su artillería por tierra, mar y aire, las presuntas virtudes de la reunión de referencia, pero no contentos con ello, algunos, especialmente los que eran o hacían méritos para ‘ser’, no tuvieron el menor reparo en disparar a todo lo que se mueve y fuera diferente del argumentario recibido (todos a coro con el mismo discurso), descalificando incluso a la Plataforma y negándole su legitimidad para llevar a cabo un acto previamente organizado y para el que no había motivos suficientes que aconsejaran su suspensión. La disciplina obliga muchas veces a tener que defender hasta lo indefendible. Esto supongo que ocurre en todos sitios, pero en Jaén, lo haga quien lo haga, porque lo hacen todos, es especialmente clamoroso y desde mi punto de vista al menos, incomprensible.
Y ahora vayamos resumidamente a los hechos centrales. Es verdad que en la tarde de la víspera hubo un principio de acuerdo entre Consejería y los rectores y rectoras del sistema público andaluz, pero no fue una retirada taxativa del modelo ni, lo que hubiera sido la mejor noticia, un acuerdo con la firma de todos, de un nuevo modelo corregido y aumentado, que tiempo tuvieron para materializarlo. Lo único que salió en claro de esa reunión es que se paralizaba el proceso, que existía una garantía de estabilidad para el funcionamiento “inmediato” y una voluntad de diálogo para llegar a consensuar un nuevo modelo que se aceptara de manera unánime y sin causar perjuicio a ninguna de las instituciones universitarias, y por tanto en el caso de la UJA. Esta propuesta fue aceptada por el entonces rector de nuestra Universidad, que en la misma mañana del día 7 la dio a conocer y al mismo tiempo su decisión de no estar presente en la convocatoria de la tarde. Entendibles sus razones, aunque no compartidas, porque era también una oportunidad para trasladar un mensaje más optimista, pero el corazón tiene razones que la razón no entiende, y no hay que ser un lince para considerar que el clamor social había inquietado en la Junta y que a cambio de un aplazamiento del debate, que no se trataba de otra cosa, solicitaron de Juan Gómez implicación en la tarea de no crispar los ánimos, pues esta situación se daba en un momento crucial, ya que es inevitable que entrábamos en campaña electoral, razón por la cual los partidos aparecían tan activos, por supuesto los responsables del ejecutivo andaluz con el presidente a la cabeza, y los palmeros aprovechando para sacar provecho, nada que pueda extrañarnos.
Pusieron al rector como pantalla, pero se olvidaron de señalar que el propio Juan Gómez, que por cierto se encontraba en la recta final de su mandato al frente de la UJA, había dicho también que a partir de ese momento estarían “muy vigilantes”, dejando entrever que finalmente de lo que se trataba no era sino un aplazamiento por razones electorales. No dudé, sin embargo, que en su día se llegara a producir un acuerdo razonable, siempre y cuando la Consejería de Universidades pasara a otras manos, porque Rogelio Velasco no era merecedor de mucho crédito que digamos, ya conté alguna vez la experiencia que le adorna cuando a los compromisos electorales les llamaba simplemente “metáforas”, razón por la cual parecía ilógico pensar que el principio de acuerdo de la noche del 6 de abril de 2022 podría pasar a engrosar el capítulo metafórico de tan triste recuerdo. Más confianza pondría yo en el caso de Juan Bravo, entonces consejero de Hacienda, que a decir verdad se mojó bien poco en el asunto y cuando se hablaba de financiación se atrevía a reivindicar fondos europeos para el funcionamiento ordinario de la UJA, ¡qué horror!, o del propio presidente Juanma Moreno, aunque el también líder de los populares andaluces no dijo ni una sola palabra, es el recuerdo que nos queda, si bien la familia popular lo hizo el héroe de la que consideraron buena nueva. Y sí, aquella histórica concentración de la tarde del 7 de marzo de 2022, la representación de la sociedad de Jaén, con su rebeldía cívica, fue capaz de doblegar una decisión política que, a pesar de lo que han dicho después para tratar de escaquearse de la tremenda responsabilidad, era un duro revés contra la UJA, de hecho empezaron los recortes para su financiación y todavía, a día de hoy, son perceptibles sus lamentables consecuencias.
Parece mentira que hayan tenido que pasar tres años de incidencias varias, de escasa voluntad política, hasta que hace unos meses, no sin dificultades, se pudo llegar a la firma de un Modelo de Financiación con el consenso de todas las partes, la mejor solución posible para aquel momento, mediados de 2024. Pero una vez más en la Junta trataron de que se convirtiera en papel mojado, porque llegaba final de año y no se aplicaban los efectos económicos contenidos en el documento. Ha sido un periodo el de este último tiempo, de negociación permanente, de diálogo, a veces infructuoso, pero sobre todo de incumplimientos de la Junta sobre los acuerdos adoptados. Tuvo que llegar la situación extrema de que los rectores estaban dispuestos a acudir a los tribunales en defensa de los intereses del sistema público de universidades, para que hasta el propio presidente, Juanma Moreno, y su número dos, Antonio Sanz, decidieran intervenir porque la realidad no era otra que desconfianza entre las instituciones universitarias con la Junta y singularmente con el equipo de la Consejería de Universidades, comandada por José Carlos Gómez Villamandos. Tras esta situación tan tensa y que se ha podido resolver, todo apunta a que al menos en este momento se dan condiciones para dar crédito a los acuerdos adoptados y a la hoja de ruta establecida. De todas formas, por la experiencia de los tres años transcurridos, la Plataforma Ciudadana en Defensa de la UJA hace bien en mantenerse en un segundo plano pero a la expectativa, por si en algún momento se ve obligada a seguir dando la cara por la Universidad. Los últimos acontecimientos la han reactivado y todos somos conscientes de que mantenerse a corta distancia y preservar a la empresa más importante para el territorio es una necesidad imperiosa.
Mención aparte para finalizar merece el actual rector de la UJA, Nicolás Ruiz. Desde el momento en que decidió dar el salto al Rectorado puso las cartas sobre la mesa, hizo público su objetivo y no se ha apartado ni un milímetro de su compromiso y su programa. Ha sido reivindicativo desde el minuto uno, exigente por y para la UJA, por tanto para Jaén, y no le ha temblado el pulso en recordar sus obligaciones a todas las instancias de la Junta, a veces sorprendidas de que un rector magnífico se permitiera lo que para algunos podrían ser excesos. Pero no, con buenas palabras, “suaviter in modo, fortiter in re”, “suave en las formas, firme en los principios”, como recetara el escritor romano del siglo I, Quintiliano, quien ejerce el liderazgo de nuestra Universidad se ha legitimado por sus actos, y lo ha hecho en todas las ocasiones posibles, tanto públicas como privadas. En los últimos meses, en ese ejercicio inédito de transparencia con la comunidad universitaria, pero también con toda la sociedad, Nicolás Ruiz ha dirigido cartas abiertas explicando los pormenores del proceso de negociación, con sus retrocesos y sus avances, y no me cabe la menor duda de que alguna de sus misivas ha sido determinante para que la cúpula de la Junta asumiera su responsabilidad.
En este sentido, como en otros, la UJA y Jaén han sido el verso suelto, es verdad que todos los rectores y rectora de las universidades públicas han ido a una ante el gobierno andaluz, pero solo Jaén ha contado con dos voces y dos protagonismos potentes, el Rectorado por una parte y la Plataforma por otro. Coincidentes en lo esencial, pero cada cual con su independencia y su criterio. Salvar a la UJA de los peligros que le persiguieron y desear que la institución sea lo que en justicia le corresponde, bien merece la garantía del consenso. Además, el Rector tampoco vale mucho para convidado de piedra, ni quiere serlo él mismo ni tampoco la institución que dirige. Ya sea el Cetedex o cualquiera de los proyectos que están rondando, y qué alegría da expresarlo, en torno a nuestra UJA, han de basarse en hechos y no en palabras, tienen que servir para avanzar en vez de para sestear, así que enhorabuena. Ojalá haya llegado la hora del entendimiento, de la voluntad política y de la obsesión permanente para que nadie se atreva a tocar nuestra UJA porque no se va a consentir, ni dentro, ni fuera.
Foto: Una imagen de archivo de la concentración en favor de la Universidad de Jaén celebrada el 7 de abril de 2022, convocada por la Plataforma Ciudadana en Defensa de la UJA.