Seguimos instalados en el último lugar (cómo no) en inversión pública entre las provincias andaluzas. La Asociación Provincial de Constructores y Promotores de Obras ha dado a conocer la licitación de obra pública del pasado ejercicio de 2017, que se saldó con un balance de unos 47 millones de euros para infraestructuras jienenses, cuando lo que se considera mínimo para las características de Jaén y para amortiguar en lo posible el desempleo en el sector, no debería bajar de los 200 millones de euros al año entre las diferentes administraciones. Y lo peor de todo es que llueve sobre mojado, seguimos abonados al furgón de cola andaluza en inversión de las diferentes administraciones, y con respecto a otros territorios se divisa un tremendo agravio comparativo. Estamos hablando además de que no levantamos cabeza, la licitación sigue la tónica de los últimos años, pero lejos de mejorar, en algunos casos el panorama se va agravando.
Estas cifras son totalmente insuficientes, no solo porque bloquean la posibilidad de nuevas construcciones que son necesarias y están comprometidas, sino porque limitan las actuaciones de mantenimiento que requiere nuestro patrimonio de infraestructuras. Y si la Administración no reactiva la inversión, nunca se desarrollarán las infraestructuras que son necesarias para que la provincia converja con el resto de la región, lo cual es un daño no sólo a la actividad y supervivencia de las empresas y los empleos que dependen de estas obras, sino a la misma ciudadanía, a la que se le está negando unos servicios públicos, en las mismas condiciones que el resto de los ciudadanos, como reconocen desde los sectores empresariales.
La Junta aparece como la administración más inversora, en torno a 23 millones, aunque la cifra no sea todo lo importante que debiera, lo cual indica también en el panorama que nos movemos y la falta de pudor de algunos políticos que ahora vienen a contarnos historias cuando no hay nada más claro y contundente que las cifras, no hay otra realidad posible. La Consejería de Fomento y Vivienda, al frente de la cual se encuentra el jienense Felipe López, fue la que más invirtió, y además ha contratado con firmas andaluzas, lo que contribuye a la supervivencia de nuestro tejido productivo. No se han iniciado obras importantes, pero sí hay una serie de actuaciones en el conjunto de la provincia, que merecen al menos reconocimiento, aunque hay que dejar claro que la Junta tiene la obligación de corregir los desequilibrios territoriales y tendría que hacer un mayor esfuerzo de actuaciones en Jaén, donde tiene tajo de sobra.
Por lo que se refiere al Gobierno central, el de las “apuestas” por la provincia, la licitación del pasado año no llegó ni a los tres millones de euros, una cifra ridícula, la más baja de toda la serie histórica, apenas unas migajas para la A-32 y pare usted de contar, como recientemente se ha reconocido por parte de la subdelegada del Gobierno. De esta afrenta para la provincia tendrían que pedirse muy serias explicaciones a dos jienenses con mando en el Ministerio de Hacienda, el ministro Cristóbal Montoro y el secretario de Estado, José Enrique Fernández de Moya. Jaén para ellos es solamente recurso dialéctico, mucha palabrería y a la hora de la verdad, nada de nada, por mucho que quieran envolverlo en compromisos que no están escritos. Claro que Jaén lo aguanta todo y así nos va. Pero conviene tomar nota para que no nos pretendan hacer comulgar con ruedas de molino.
En cuanto a la Diputación Provincial, con 24 millones de euros junto con los ayuntamientos, está en la línea del ejercicio anterior. El organismo provincial sigue siendo una buena lanzadera inversora, a pesar de que pensamos que tiene capacidad para una mayor respuesta. Y el Ayuntamiento de Jaén, apenas supera el millón de euros, aunque en las condiciones en las que se encuentra hasta puede parecer demasiado.
Frente a datos como los que nos ocupan la provincia y su capital deberían hacer una piña para tratar de evitar que los políticos nos engañen y se salgan con la suya. Tendríamos que evitarlo, aunque por las características de Jaén ya adivino la dificultad, hay mucha gente sumisa, y es paradójico que con tantas rémoras y tanto desengaño los palmeros sean tan numerosos, me da igual la dirección en que se muevan.
Las administraciones a mi modo de ver, suspenden todas estrepitosamente. Mi pregunta de hoy es por tanto, ¿de esta manera queremos que la provincia de Jaén progrese, sin inversiones?, ¿dónde están nuestros parlamentarios, acaso tratando de agilizar proyectos y conseguir que las administraciones nos tengan en cuenta? Claro que los presupuestos son los que son, y si no hay partidas para la provincia en esas cuentas no podemos esperar que se obren milagros. Creo que hay que apelar a la responsabilidad de los políticos que representan a los jienenses en las respectivas cámaras y corporaciones. Hay que pedirles, mejor dicho exigirles, que se sientan jienenses antes que políticos de un determinado partido. Me indigna como ciudadano cada vez que veo que un político, me da igual sus siglas, defiende con ardor las obras que hace “su” administración en favor de Jaén, como si tuviéramos la obligación de agradecerlo e incluso de sacarlos en procesión.
Queremos a los políticos locales, tanto los que representan al gobierno del Estado o de la Junta, más que como entusiastas del poder al que en cada caso representan, como jienenses comprometidos e implicados hasta la médula, por tanto incómodos con quienes mandan, dignos en definitiva y pudiendo mirar a la cara de sus votantes o paisanos. Todavía, con los datos aportados, reales como la vida misma, habrá quienes nos acusen de estar vendiendo catastrofismo. Los que actúen así se engañan ellos mismos, porque no hay más ciego que el que no quiere ver.
Foto: Dos políticos jienenses en el Gobierno de Rajoy, Cristóbal Montoro y José Enrique Fernández de Moya. Deberían dar explicaciones sobre la licitación ridícula de obra pública, es decir inversiones, en la provincia.