Por IGNACIO VILLAR MOLINA / En los últimos meses la progresiva escalada de la inflación está dificultando el tránsito de la actividad económica hacia una recuperación que ya se presumía segura después de que los efectos negativos de esta crisis sanitaria perdieran vigor y nos dibujara el espejismo de la vuelta a la normalidad. Por el contrario este fenómeno inflacionario se ha convertido en el principal enemigo al que hay que prestarle la máxima atención para evitar sus nefastos efectos.
Aunque las presiones inflacionistas ya se dejaban notar antes del inicio del conflicto bélico, los incrementos de precios de la energía, que en el último año ha crecido un 80%, de los combustibles y de algunos productos básicos, junto a la enorme liquidez inyectada a los mercados por los bancos centrales, los bajos tipos de interés, la acumulación del ahorro de los hogares, que impulsó de forma decisiva el consumo sin encontrar respuesta suficiente en la debilidad de la oferta global, y, últimamente, la invasión de Ucrania, han aupado los precios hasta los niveles actuales desconocidos desde hace 38 años.
La amenaza que supone para la economía una tasa de inflación de este rango obliga a la autoridad monetaria a aplicar contundentes medidas para tratar de hacer frente a esta, por el momento, imparable escalada. Reajustar los tipos de interés, y, como efecto derivado, encarecer o abaratar el precio del crédito, regular la masa monetaria en circulación drenando o aumentando liquidez, son algunos de los recursos que los Bancos Centrales utilizan para tratar de reconducir las coyunturas adversas y/o perturbadoras para la actividad económica tanto en fases expansivas como recesivas. Si una de las medidas más convencionales, como hemos señalado, es detraer liquidez en los mercados poniendo freno a las compras de bonos, el ajuste de los tipos de referencia también adquiere una importancia decisiva. Es por eso que en las últimas semanas ya hemos visto cómo la Reserva Federal, el banco central de EEUU, ha elevado su referencia oficial de los tipos en 25 puntos básicos, anunciando otro incremento de 50 puntos básicos y la reducción de su balance para mayo, además de adicionar en el transcurso de este año otros dos o tres movimientos más en la misma dirección. Aunque el BCE no ha definido concretamente cual puede ser su calendario de futuros retoques, sólo el hecho de la certidumbre que tarde o temprano deberá decidirlo, el Euribor a 12 meses, el índice de referencia más utilizado para fijar el tipo de la mayoría de los préstamos hipotecarios, ha incrementado su registro en casi 50 puntos básicos, pasando de -0.51 en enero a bordear su posición positiva en estos momentos.
En cualquier caso, si efectivamente resulta indudable que próximamente ese repunte del Euribor se verá respaldado y contaminado por sucesivas subidas del BCE del precio oficial del dinero, sería recomendable que los titulares de préstamos hipotecarios, especialmente aquellos que estén a interés variable, revisaran el tipo real que actualmente están pagando, al objeto de intentar blindarse ante esas futuras subidas de tipos que se anuncian para evitar un desembolso mayor del pago mensual de su hipoteca.
Dado que varias entidades ofrecen actualmente préstamos a interés fijo en torno al 1.50%, e incluso menor si el titular acepta la suscripción de productos vinculados que bonifican el precio inicial ofrecido, la alternativa más recomendable sería optar por un cambio de variable a fijo, o a un mixto cuyo primer tramo a 8/10 años esté referenciado a tipo fijo con las especificaciones señaladas. En este aspecto es necesario recordar que esta modificación, que se realiza mediante una renovación de las condiciones actuales, está exenta de todo gasto para los titulares. En igual dirección deberían apuntar los titulares de préstamos a interés fijo superior al tipo señalado, y los nuevos préstamos que se contraten.
Por otra parte conviene tener en cuenta que en este escenario la mayoría de las entidades están optando por encarecer el costo de los préstamos a interés fijo y reducir los tipos variables. Así mismo no olviden que la disposición de los bancos para acceder a la modificación de los préstamos en vigor puede guardar relación con el perfil de cada cliente respecto a su situación, tanto financiera como laboral, y con su rentabilidad global para la entidad, incluidas otras compensaciones que estén recibiendo de cada usuario. Sin embargo, si la petición de cambio de modalidad no fuera atendida por su banco siempre cabe el recurso de negociar con otra entidad la subrogación del préstamo para mejorar las condiciones actuales.
De todas formas, como señalaba anteriormente, resulta inevitable una próxima variación alcista de los tipos de interés, opinión que es unánime en todas las instancias, si bien es imposible proyectar concretamente un calendario de subidas ni el ritmo de esas correcciones, ya que están supeditadas y condicionadas por el grado de incertidumbre del escenario actual. Por este motivo el BCE, a quien corresponde en última instancia la decisión final, se ha dotado de un amplio margen de flexibilidad para señalar el inicio de la escalada que, en cualquier caso, debe ser gradual y muy acompasada a la evolución de las principales variables económicas ya que una medida de esta naturaleza podría tener cierto impacto negativo en otras magnitudes de especial trascendencia para la economía como el crecimiento, el consumo y la inversión, y las expectativas de creación de empleo.