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Como no podía ser de otra forma, las periódicas reuniones del BCE son seguidas con especial atención, especialmente por  la trascendencia  que pueda derivarse de sus decisiones. En los días previos a  la reunión del pasado jueves el mundo económico, sobre todo europeo, especulaba, un tanto  inquieto, si finalmente el BCE suspendería el programa de compras de deuda, tanto estatal como privada, que ha venido desarrollando durante los últimos meses con el objetivo de inundar los mercados de liquidez para  propiciar una aceleración de la actividad económica y, por tanto del PIB, y una mayor pujanza de la demanda interna que impulsara la inflación hacia los niveles del 2%, cota que  considera adecuada para sostener un crecimiento sostenido y equilibrado del consumo y una estabilidad de los precios.

Si, como señalaba, de todos los acuerdos que adopte esta Institución pueden derivarse consecuencias importantes, en este caso existía una especial expectación por valorar los efectos que los mismos puedan generar en el futuro más próximo para los tipos de interés y su repercusión entre los ciudadanos, tanto para los titulares de préstamos como ahorradores, ya que, de alguna forma, todos tenemos asumido que en algún momento la coyuntura demandará un cambio de la política monetaria, seguida en los últimos años que, inevitablemente, supondrá el final de esta larga etapa en que los bajos niveles han marcado registros inéditos. 

Finalmente, la continuación del programa de compra de deuda y, consecuentemente, del aporte de liquidez hasta, al menos, diciembre de 2017, aunque reduciéndola a partir de abril en 20.000 millones de euros, ha sido interpretado por los mercados como el principio de una nueva etapa en la que se producirán subidas de los tipos de interés,  aspecto que, de inmediato, supondrá un balón de oxígeno para las maltrechas cuentas de resultados de los bancos, que han valorado muy positivamente la medida porque les augura, sobre todo para sus operaciones a largo plazo, como son los préstamos hipotecarios. el incremento  del  margen actual por intereses.

Otra cosa será el efecto negativo que, como señalaba anteriormente, suponga para los titulares de estos préstamos, ya que esta decisión afectará al Euribor que es la referencia más utilizada para la actualización y revisión, anual o semestral, a que están sometidos los préstamos hipotecarios, si bien, los  incrementos que puedan producirse estarán en función de la evolución de este indicador y de las variables que tienen especial efecto en el mismo.

No obstante, esta primera valoración puede estar también supeditada a otros acontecimientos que pueden incidir en la evolución de los tipos de interés de nuestra zona. Me estoy refiriendo a la modificación anunciada por la Reserva Federal para elevarlos en EU y al programa de medidas que, finalmente, implemente el gobierno Trump, a las consecuencias que se puedan derivar del Brexit, a la situación política de Italia, al precio del petróleo que incidirá determinantemente en la evolución de la inflación, y en el crecimiento económico de la Eurozona, aspectos que marcarán el paso de la política monetaria que deba seguir el BCE, pero que, sin lugar a dudas, condicionarán, en  principio, una subida meteórica de las tasas de interés. 

 

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