No puedo comenzar este artículo si no es agradeciendo a Antonio Garrido Gámez el haberme invitado amablemente a compartir en su blog, En Jaén donde resisto, mis reflexiones personales sobre aquellos temas que me interesan -mis tonterías, como suelo decir en tono jocoso-.
La Constitución española y el Derecho Constitucional, en general, llevan muchos años siendo para mí el mayor objeto no solo de mis estudios sino también de mis desvelos. Por ello, no es en absoluto extraño que comience esta colaboración refiriéndome a nuestra Carta Magna, a sus preceptos, al Derecho que de ella emana y al Estado que de ella nace que, como establece su primer artículo, es social y democrático de Derecho.
Me gustaría explicar con rigor pero sin ningún afán de sentar cátedra cuál considero que es la primera pregunta que la ciudadanía debe plantearse acerca de la Constitución y propondré una respuesta. La pregunta es la siguiente: ¿Por qué necesitamos una Constitución? Y mi respuesta es: Porque una sociedad no puede funcionar adecuadamente sin un orden, porque no hay orden en ausencia de un Estado y porque todo Estado requiere de una Constitución. Ahora bien, no sirve cualquier tipo de orden, debe tratarse de un orden razonable y limitado. Por ello, el primer artículo de nuestra Constitución concreta esas cláusulas arriba enunciadas que caracterizan al Estado español -la social y la democrática de Derecho- cuando establece, además, que los valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico son la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Dichos valores deben coexistir equilibradamente y el Estado debe garantizarlos actuando con firmeza y moderación. Si la intensidad del Estado es demasiado leve, la libertad deviene en libertinaje, la justicia en la “ley del más fuerte” y la igualdad y el pluralismo político serán una quimera. Si, por el contrario, nos vamos al otro extremo, a un Estado cuya autoridad sea excesiva; la libertad y el pluralismo político serán inexistentes, la justicia será ilusoria y la igualdad mutará en arbitrariedad o se logrará sacrificando los demás valores.