Hace pocas fechas, y aún seguimos con ese buen propósito, “hasta San Antón, pascuas son”, nos deseábamos feliz año, pero en sus comienzos este 2022 no parece que nos esté dejando una tarjeta de presentación optimista. Lo peor, la situación sanitaria que se agudiza por momentos, tasas de incidencia por las nubes, contagiados por miles al día, aumento de la presión hospitalaria, pero el sistema sanitario no tiene capacidad para dar respuesta, de modo que en parte ha transferido la responsabilidad a la población, en especial la que está debidamente vacunada y los medios han quedado para las urgencias y las contingencias del día a día, que son muchas, y con todo, el sistema está desbordado y el panorama entendemos que es manifiestamente mejorable, el caso es que tras la experiencia, que ha sido fuerte, de estos casi dos años, esta sexta ola ha superado todas las previsiones y les ha cogido, a la sanidad pública y no digamos a la privada, con el paso cambiado, y con una evidente falta de personal, con notables bajas de sanitarios y los que hay ejerciendo bajo presión y en condiciones indeseables. No quiero poner el acento en este revés que todos conocemos, pues lo único que cabe esperar como dicen algunos pronósticos, porque no hay manera de que los expertos se pongan de acuerdo, es que a mediados de mes empiece a bajar la curva del dichoso ómicron y podamos volver a respirar, si no con normalidad sí al menos con otro ritmo. Espero y deseo, porque es lo peor que pudiera pasar, que no echemos de menos al 2021 a cuyo entierro asistimos con gozo, pero este libro abierto que acabamos de estrenar no sabemos lo que nos deparará. Paciencia y resignación hasta que la alerta nos deje.
En el recién estrenado año esta tierra, Jaén y su provincia, precisan de un impulso y no caben más esperas. En este 2022 vamos a tener elecciones y en ellas es de suponer que despejaremos algo de futuro; es de esperar que sabremos al fin qué ha pasado con el Colce, que va a hacer un año del fiasco y lo único que queremos es saber la verdad, si hubo engaño y qué responsabilidades se pueden pedir, aunque moleste a los políticos que tratan de evitar a toda costa que se dirima en los tribunales, por iniciativa de Jaén Merece Más, la explicación convincente sobre este maltrato a Jaén, y un ejemplo es el rechazo del Ayuntamiento o mejor de su equipo de gobierno, a personarse en esta causa como acusación particular, tal vez en la creencia de que de esta forma es más fácil pasar página, que es lo peor que nos pudiera pasar, porque estamos obligados, Jaén está obligada, a demandar las respuestas requeridas. Jaén se lo merece, nos lo merecemos, empezando, que no se olvide, porque algunos tienen la memoria frágil, a la madre de la criatura, María Cantos, con su equipo, de la que ya nadie habla, pero fue la que se trabajó durante meses el tema Colce y parece que ha habido interés político y tal vez más que eso, en pulverizarla, cuando si no es por ella no hubiera prendido la ilusión de toda una ciudad. Qué pronto renunciamos a lo que por las razones que sea molesta.
Y más de este nuevo año, veremos si seguimos aludiendo recurrentemente al tranvía, al tren tercermundista que tenemos, en fin, lo de siempre, porque llevamos muchos años abonados a las mismas asignaturas pendientes. Y luego está la espera como agua de mayo de la lluvia de millones anunciada del Plan de Recuperación, y que ha demandado la provincia, creo recordar que más de 5.000 millones en total y casi 300 para la ciudad de Jaén, con planes que tienen nombres y apellidos, pero que nadie sabe ni cuándo ni dónde llegarán, en el caso de que lleguen, porque no estamos acostumbrados a estos espléndidos manás. Acabo de leer que la Diputación decide crear un grupo de trabajo para identificar proyectos y ayudas para optar a los fondos europeos. Creía que llegábamos tarde o que ese grupo o como se llame ya existía, pero de todas maneras celebro la iniciativa, porque el momento invita a estar más alertas que nunca, a poner las luces largas y no desaprovechar ni un solo euro al que pudiéramos acogernos, no perder el tren que ya seguramente no va a pasar más de los fondos europeos tan excepcionales. Como siempre la Diputación es la primera en dar ejemplo, esperemos que el fin lo justifique plenamente. A ese montante de dinero con el que sueña Jaén, veremos qué pasa al despertar, se encomiendan cada día los regidores, pero por lo pronto han de seguir ejercitando la paciencia. No quiero ser pájaro de mal agüero pero no quiero pensar en un fracaso.
Por otro lado es muy oportuna la reacción de varios estamentos, en torno al problema de la despoblación, que en estos días se pone de moda porque el Instituto Nacional de Estadística, INE, actualiza los datos del censo y nos topamos con verdades como puños. La propia plataforma ciudadana Jaén Merece Más, ha tildado de insoportable la que considera indolencia de las administraciones ante la sangría poblacional. Hasta hace muy poco, no digo que no se haya tomado en serio, pero no se ha considerado como un problema a incluir no digo entre las prioridades sino en las urgencias tipo SOS, porque a lo mejor los datos no se consideraron alarmantes, y lo son, pero además la tendencia sí tiene que preocupar y es la que dice bien a las claras que hay que prestarle mucha atención a este problema. De modo que hay que valorar positivamente todas las acciones que han promovido en los últimos tiempos el CES Provincial, la Universidad, la Fundación Estrategias, y algunos otros organismos, para afrontar los riesgos de la despoblación que viene antes de que estallen sus efectos adversos, especialmente en el medio rural, aunque también ocurre en las grandes poblaciones y en la propia capital de la provincia. De hecho en el programa de actuaciones que en su día presentaba el alcalde, Julio Millán, para aspirar al Plan “España Puede”, había 18 proyectos pendientes de consideración, y uno de los objetivos era la lucha por la despoblación. La capital ha perdido en el último año 825 vecinos y la provincia más de 4.000. Suma y sigue. Por tanto es llegado el momento de describir la realidad que se vive en este instante y de las previsiones que se estiman, y en consecuencia poder definir las meditas a adoptar. La política casi siempre va a remolque.
La situación real de la provincia, con una enorme cantidad de municipios en regresión demográfica, y, lo peor de todo, la pesimista previsión de estudios acreditados que de aquí a 2040 pronostican una pérdida entre 60.000 y 100.000 habitantes en el territorio, creo que son motivos suficientes para tomarlo muy en serio. En efecto, no podemos esperar sentados a que el futuro nos sorprenda, porque es nuestra obligación reclamar actuaciones y medidas de prevención a las administraciones competentes, y desde luego los poderes públicos no pueden dejar esta herencia a políticos que vengan después, primero porque sería una enorme irresponsabilidad, y, fundamentalmente, porque el Jaén de ahora es el obligado a poner medios para que las generaciones que vienen detrás, empezando por nuestros propios hijos y nietos, se encuentren con un Jaén mejor. Ocurre con mucha frecuencia en la política que los asuntos de mayor dificultad se transfieren, en tantas ocasiones vemos que los políticos no divisan un horizonte superior a las próximas elecciones, cuando lo que hace grande a los responsables públicos es que su obsesión sean las nuevas generaciones. Y sí, ya lo creo que me apunto a la filosofía de no entrar en la dialéctica del lamento, pero tampoco del conformismo, y claro que el futuro puede deparar oportunidades, en una provincia con tantas fortalezas como es la nuestra, pero al mismo tiempo las oportunidades que tuvimos en el pasado viendo pasar trenes en marcha que no hicieron parada en Jaén, esas no volverán y lo digo porque ese discurso de la memoria se olvida con mucha facilidad..
Foto: Jaén, capital y provincia, siguen perdiendo población.