Antes del descubrimiento de Australia, en el Viejo Mundo se creía que todos los cisnes eran blancos. Parecía una creencia irrefutable. Pero a partir de este hecho se comprobó que los cisnes también pueden ser negros.
En diferentes ocasiones me he referido a la eventualidad de las predicciones y al riesgo que entrañan sus fundamentos al estar supeditados a las consecuencias de los hechos aleatorios futuros e imprevisibles de los que depende su cumplimiento. En aquella ocasión expresaba, concretamente, mis reservas en relación a la extendida euforia en los ámbitos económicos sobre las expectativas económicas mundiales que eran traducidas como el fin de la crisis económica que se inició en 2007.
Entre aquellas reflexiones hacía especial mención a un ensayo titulado “El Cisne Negro”, realizado por Nassin Nicolás Taleb, economista, matemático empírico, ensayista e investigador, sobre la suerte, la probabilidad y la incertidumbre, en el que destacaba que el pasado no se puede utilizar como base para predecir el futuro y exponía, por otro lado, como resumía Gonzalo Suárez, “que la modernidad es tan compleja que no podemos entenderla del todo y, por eso somos muy vulnerables ante acontecimientos tan imprevistos como letales a los que llama “Cisnes Negros”, cuya aparición repentina, en forma de una rareza máxima producen un impacto tremendo y tratan de ser explicados a posteriori con más fe que razón derrumbando nuestras creencias previas y obligándonos a replantear cómo funciona todo. Hechos, más o menos recientes, como Lehman Brothers, la crisis de euro, el Brexit …, entre otros, son ejemplos claros de la teoría enunciada.
¿Se puede considerar la actual crisis pandémica un “Cisne Negro”? RGA, una de las más grandes compañías reaseguradoras de salud de América, se basa en los criterios enunciados por Taleb, para expresar sus dudas y rebatir que esta pandemia reúna las características requeridas. Primero porque es un caso aparte, atípico que se encuentra fuera de las expectativas regulares, segundo porque aún representando un impacto extremo no es tan extenso como otros acontecimientos suficientemente intensos, y tercero porque, a pesar de su estado atípico, la naturaleza humana nos hace imaginar explicaciones sobre su ocurrencia después de producido haciéndole explicable y predecible.
En cualquier caso, y más allá de este debate, como expresa el economista Javier García Arenas, “es probable que en un mundo tan globalizado e hiperconectado como el nuestro, las pandemias se repitan con mayor frecuencia de lo que nos pensábamos hasta hace muy poco, (recordemos que recientemente hemos sufrido varias pandemias importantes con el SARS, la Gripe A, el MERS, el Zika o el Ébola)”. Y añade, “una de las grandes preguntas que plantea esta pandemia: ¿volverá la sociedad a la normalidad, o se producirán profundos cambios sociales de todo tipo?.
En conclusión, y más allá de debates más o menos teóricos, si aceptamos que situaciones como esta, más o menos virulentas, se producirán en el futuro, es necesario que obtengamos las enseñanzas concretas sobre las debilidades que ha destapado esta pandemia, especialmente en lo relativo al aspecto sanitario y económico, para tener una mejor respuesta en su caso en el futuro.
Imagen: CRISOL.