La carrera por alcanzar el mejor nivel de vida es quizás la prioridad por excelencia de las personas. Quede claro que al enunciar este principio nos referimos concretamente a la legítima aspiración que tiene una persona de mejorar su status social gracias a sus capacidades y méritos, más que por los recursos que pueda aportarle la familia en la que nació de forma fortuita.
Así se expresa el antropólogo y profesor de la Universidad Complutense, que advierte que es imposible determinar si el ascensor social funciona adecuadamente, dada la complejidad de este epígrafe, sin embargo, se puede concretar en considerar si se consigue “vivir mejor que tus padres” tanto en términos de nivel de formación académica, mejora de los ingresos que se perciben y por la calidad del empleo en el que se trabaja.
Resulta claro que son muchas las variables que influyen en una satisfactoria movilidad social: educación, capacidad adquisitiva no menguantes y una buena situación laboral, pueden resumir los patrones adecuados para medirla. Sin embargo, el proceso de ascensión social, generalmente, tiene un recorrido bastante paulatino.
El profesor añade que, según los datos de un informe elaborado por la OCDE en 2018 respecto a la situación actual española, nuestro país se sitúa por debajo de la movilidad social de los países nórdicos, pero se encuentra enclavada en la media de la OCDE. Según este estudio, una familia con ingresos de clase baja necesita cuatro generaciones para lograr unos ingresos considerados de clase media. En países como Colombia, por ejemplo, se necesitan once generaciones.
No obstante, advierte que con cimientos de hoy no invitan al optimismo de mañana y esto es corroborado, en mi opinión, por la trascendencia de los efectos que generan las alternancias de las coyunturas económicas que juegan un papel fundamental en el ascensor social ya que, por ejemplo, en España los niveles de paro están supeditados de forma indeleble a esas circunstancias, especialmente en lo que respecto al paro juvenil, cuyo nivel de desempleo supera con creces la media de la Unión Europea, a pesar de alta capacitación académica media de este segmento, lo que provoca una fuga importante de jóvenes bien preparados que no encuentran en su país un empleo adecuadamente remunerado. Este aspecto está demostrando, según concluye el profesor Peláez, una avería trascendental en el mecanismo del ascensor social.
Por otra parte, Valentín Pich, presidente del Colegio General de Economistas, defiende que es fundamental que en la sociedad exista esa sensación de que con esfuerzo y trabajo es posible prosperar. Como valor añadido, agrega que la clase media proporciona un colchón de estabilidad social necesario.
Para concluir, en la opinión de ambos ponentes, coinciden en destacar que los populismos, tanto de izquierdas como de derechas, son síntomas de que una parte de la sociedad se encuentra desencantada con sus perspectivas de mejora vital.
(Imagen de EL MUNDO)