José Ríos es un artista, un creador, y una de las pocas personas que conozco que tiene un proyecto para Jaén. Lo ha compartido en diversas ocasiones con los distintos representantes políticos que han tenido mando en plaza en la Administración jiennense. Y la respuesta casi siempre ha sido la misma, la indiferencia. Es evidente que tratándose de un artista en ese proyecto la Cultura ocupa un papel protagonista, lo que deja en mal lugar a esos representantes.
Ahora, a pesar de su hartazgo por ese desinterés, José Ríos ha tenido a bien regalar una de sus obras a esta ciudad y en unos días ha creado un mural en el barrio de El Almendral.
Vino a decir Jorge Luis Borges que la envidia era algo muy español. Y debe ser cierto, porque a la primera de cambio hacemos exhibición de la misma, aunque queramos disfrazarla de otra cosa. De nada valen la generosidad o el talento del artista; se imponen las tripas y se atiza sin medir. Y para ello no hay mejor instrumento que las redes sociales, donde se vomita, en teoría con gratuidad, esa bilis que llevamos dentro. Lo que en su “Aviario” denominaba Mario Tascón “graznidos”; en ocasiones, amenazantes.
Aclaro, por si se diera el caso de que ave alguna quisiera revolotear y graznar, que cuando menciono el talento aludo a la capacidad y al concepto creativo del artista, no al resultado estético y a la aprobación o rechazo que éste genere en los destinatarios de la obra. Por otra parte, lo de la generosidad es indiscutible.
Yo mismo no soy fans del hiperrealismo. Me atraen más otras facetas de Ríos, lo que no me impide conocer y reconocer las horas de trabajo y el proceso creativo que habita en cada lienzo. Y lo que tampoco me impidió quedar fascinado hace unos años por un cuadro de un paisaje de olivos que expuso en El Pósito. Me encantan sus esculturas; algunas de las cuales pueden contemplarse en varios puntos de la ciudad y que en épocas recientes han sido maltratadas o retiradas ante la indiferencia de nuestros administradores municipales, como la escultura farola-árbol de la calle Castilla con Arquitecto Berges, los ‘pavitos’ de la rotonda de la Universidad o la mano al estilo “me gusta” de Facebook de la rotonda del Distribuidor Norte, o condenadas al abandono; y aquí la lista es extensa, desde el muro del lagarto de Jaén creado junto a otro artista jiennense, el linarense Belin, hasta los pavos de la rotonda de la Universidad, el jardín de la rotonda de Urende el guerrero íbero Culcas, en el ‘cerrete’ de Los Lirios, o su obra ubicada en la Vía verde de Jabalcuz.
Desgraciadamente, y no es consuelo, no ha sido el único creador jiennense maltratado por la Administración, ahí está en el recuerdo la desaparecida escultura “Inercias”, de David Padilla, cuya estructura metálica se dejó corroer y acabó como chatarra y cuyas aguadas desaparecieron sin que se volviera a saber de ellas. Ya entonces, el hoy desaparecido pintor jiennense aludía a “la insensibilidad municipal por el arte, con independencia de que guste más o menos”.
Y no debía ir desencaminado David respecto a la insensibilidad hacia el arte. Porque no es cuestión de ideologías, aquí los desmanes se han realizado con mandatarios de distintos partidos políticos. Y de igual modo, son políticos de distinta ideología los que sí han reconocido el talento y la obra de Ríos. Por citar algunos ejemplos, el ayuntamiento de Estepona gobernado por el PP impulsa desde 2012 la denominada Ruta de Murales Artísticos, en la que José Ríos firma el mural vertical más grande de España, ‘Día de Pesca’, y donde, entre otras, destaca su creación para El Orquidario, ‘Reflejo del jardín”, que abarca 7 edificios y una superficie de 4.200 metros cuadrados. Y en Jaén, hace unos meses, el Área de Cultura de la Diputación Provincial de Jaén recurría también a Ríos para que plasmara su arte en el Centro Baños Árabes; en esta ocasión con dos obras, una alegoría escultórica en el exterior, representando las distintas artes, y en el interior, un anaformismo, una pintura deformada que se recompone al reflejarse en una superficie curva y que les recomiendo contemplar y disfrutar. Por cierto, la superficie curva elegida por el artista para reflejar su pintura es una cántara, ubicada en el hall de acceso al patio.
No obstante, si hay un responsable político que demostró ojo para el talento artístico de José Ríos y para la repercusión del arte en el ámbito urbano de Jaén fue Rafael Valdivielso, cuando estaba al frente de la Delegación provincial de Obras Públicas de la Junta de Andalucía. A esa etapa pertenecen creaciones como la Vía verde de Jabalcuz, el muro del lagarto de Jaén y las dos instalaciones de las rotondas de la Universidad y Urende, que causaron un enorme impacto entre los jiennenses.
Sin duda fueron más llamativos y dieron más que hablar los dos pavos ubicados en el acceso a la Universidad. Una vez más esa envidia, de la que Unamuno afirmaba que es peor que el hambre, se mostró sin tapujos y de igual manera que ahora se critica el mural de El Almendral, en aquel entonces les tocó el turno a los pavos reales. Debo admitir que en un primer momento yo también caí rendido ante los pavos, pero poco a poco fui descubriendo el jardín de la otra rotonda, denominada de ‘Las flores’, hasta el punto de que incluso variaba el itinerario para circular con más frecuencia por ella y poder contemplar aquellas hormigoneras convertidas en cáliz, con sus sépalos y su estigma, y aquellas otras flores de largos tallos y amplios pétalos que parecían alcanzar el cielo.
Confieso que en más de una ocasión tenía el ensueño de que, como en la obra de Mujica Láinez, “Un novelista en el Museo del Prado”², ese jardín cobraba vida cuando nadie lo contemplaba. De la misma manera que lo hacían las hormigas-escultura del ya menos nuevo polígono para desplazarse hasta este jardín y arrasarlo. No se preocupen, en este delirio también cobraban vida los pavos para enfrentar a las hormigas y mantener intactas las flores y el resto del jardín. Al ser contemplados de nuevo, jardín, hormigas y pavos volvían a su estado original, pero convendrán conmigo en que este episodio no hace sino corroborar el talento de José Ríos, que reutilizando material de desecho, chatarra y otros elementos en teoría inservibles es capaz de crear algo nuevo, darles una utilidad y de generar sueños.
Como la insensibilidad, igual que la envidia, es patrimonio de, quiero creer, solo unos pocos, hay indicios de que en alguna medida esta situación va a variar y el mural de El Almendral no será la única criatura de Ríos que podremos contemplar en la ciudad y sus alrededores a corto y medio plazo. Lo deseable es que esa receptividad hacia el arte y el artista (no solo hacia José Ríos, evidentemente, y no solo hacia la pintura y escultura, también hacia disciplinas artisticas) por parte de los responsables de las administraciones se traslade también a esa parte de la ciudadanía que se empeña en mostrar lo peor de ella en redes sociales con una inflamable mezcla de osadía e ignorancia. Y que nadie se equivoque, no pongo en cuestión la libertad de expresión del prójimo; solo pido o sugiero que no se confunda la estética con la esencia de la obra y de artista. Y que los gustos de cada cual no sean una patente para la tiña individual o colectiva.
Foto: Un detalle del mural realizado por el artista José Ríos en el barrio de El Almendral (A.V. Entre Cantones).
—————————————————————————
¹ Tascón, Mario. “Aviario”. Editorial La Catarata. 2016.
² Mujica Láinez, Manuel. “Un novelista en el Museo del Prado”. Seix Barral. 1987.