La apuesta de Caja Rural de Jaén
Si no existiera la Caja Rural habría que crearla, esta es la opinión generalizada entre los jiennenses que en los últimos años han contemplado que el compromiso de la entidad financiera con los intereses de Jaén está fuera de toda duda. Al mismo tiempo que otras empresas del sector o han frenado o han dado la espantada, algunas provocando sonora decepción en la sociedad provincial a la que prometieron el oro y el moro, la Caja Rural, bajo la presidencia de José Luis García-Lomas Hernández, incluso en la época más dura de la crisis, no ha cejado en su apuesta por el territorio.
Desde hace más de treinta años la institución, que legalmente responde a la denominación de Caja Rural de Jaén, Barcelona y Madrid, Sociedad Cooperativa de Crédito, cuenta al frente de su dirección general con un profesional de gran competencia, que en buena medida es el responsable de que el modelo y la estrategia que se han ido desarrollando reporte beneficios que están repercutiendo en todo Jaén. Me estoy refiriendo a Enrique Acisclo Medina, un madrileño de 62 años, que desembarcó en La Rural tras una anterior etapa en el Banco Urquijo, Caja Granada y Caja de Jaén.
A la capital llegó de la mano del que fuera máximo ejecutivo de la Caja Provincial de Ahorros de Jaén, José Luis Ruiz de Marcos, para poner en marcha el ente económico creado por la Diputación que hace unos años quedó absorbido por Unicaja, que finalmente se ha demostrado como un fiasco para los intereses provinciales. Enrique Acisclo, pese a su juventud, corría el año 1984, estaba avalado por un profundo conocimiento del negocio y el mercado financiero y el entonces providencial presidente de Caja Rural, Álvaro López Guerrero, lo fichó para encarar el futuro después de los difíciles momentos vividos por el episodio, doloroso para la economía provincial, de la intervención dictada por el Gobierno socialista, con la batuta de Miguel Boyer, de las organizaciones cooperativas Uteco, Cooperativa Provincial Agrícola y Caja Rural, creadas por Domingo Solís. No sabemos si fue una buena o mala decisión, lo que sí es cierto es que el acuerdo adoptado tras la llegada al Gobierno de Felipe González y su correspondiente inyección financiera, fue la coartada para negar a Jaén el pan y la sal durante largo tiempo.
A Enrique Acisclo le tocó el reto nada fácil, superado con creces, de reflotar la Caja Rural de Jaén. Ha sido un personaje clave, que ha contado con el respaldo de los consejos rectores y de su presidente, García-Lomas, con quien el director ha formado un tándem que ha resultado muy productivo. Seguramente no hay institución o colectivo de cualquier índole en Jaén que no se sienta concernido por la amplia labor de apoyo que presta esta entidad, a la que se sumó hace años su Fundación, que viene realizando una acción insustituible de respaldo a iniciativas sociales y culturales. Desde la Universidad hasta los eventos de la Institución Ferial, pasando por la ayuda a los ayuntamientos en apuros, las empresas que tratan de abrirse camino, o las organizaciones no gubernamentales, ha sido y es una gran tabla de salvación. La Caja Rural siempre está ahí como un gran paragüas, con todas las causas en las que Jaén se involucra.
Enrique Acisclo, que aparece en el segundo plano para dar protagonismo al presidente y al consejo rector, es el líder de un equipo humano que ha logrado con toda solvencia el éxito indiscutible de una marca, cuyo secreto es el de haberse identificado plenamente con Jaén hasta el punto de ser Jaén misma.