20/11/2016
En las crónicas del Jaén antiguo ha pervivido el nombre de Correa Almotacén. Según cuenta el profesor Coronas Tejada en su biografía del Jaén del siglo XVII, en 1602, preocupado por un problema común en las ciudades de la época -como la salubridad pública y la degradación que presentaban las vías urbanas debido a la suciedad a la que contribuían los animales domésticos campando a sus anchas por ellas-, el Ayuntamiento había nombrado a Correa Almotacén para vigilar que los cerdos no deambulasen libres por la calle, tarea que el nominado solía cumplir con tan poca eficacia como escaso interés, dándose la circunstancia de que en la calle donde él vivía era donde mayor número de animales sueltos solían verse. De manera que en las actas capitulares a lo largo del siglo es frecuente encontrar las alusiones a este problema.
La realidad de la ciudad y sus habitantes nada tienen que ver ya con la de aquel siglo, pero la frecuencia con la que nuestros vecinos y vecinas suelen quejarse por la deficiente limpieza de las calles, o por la presencia frecuente de roedores en ellas (a pesar de que están pagando un sobrecoste anual de más de 8 millones de euros por la prestación de un conjunto de servicios encargado, entre otros, de la limpieza) nos sugiere la imagen de un Ayuntamiento hoy, en el que se decide la privatización de servicios municipales con los mismos criterios que llevaron hasta su cargo municipal al tal Almotacén en 1600.
Desde el punto de vista de política económica del país, inquieta el balance real y concreto que, desde Jaén, puede aportar hasta el momento el nuevo cargo del Ministerio de Hacienda. Tal vez, haber sido el Alcalde que menos inversión por euro presupuestado hizo en la ciudad durante su mandato (por debajo de del 2% cuando en periodos anteriores la media oscilaba entre el 29%y el 15%). El que menos convenios de inversión concertó con otras administraciones (esto en Jaén, que ya antes arrastraba una situación histórica bastante desfavorable); el único, al menos que se recuerde, que fue a Sevilla a devolver inversiones; y el que más rápidamente incrementó la deuda financiera, (de 298 millones de euros en 2012 pasó a 526 a lo largo de 2015 y 2016).
Esto, después de haber formado parte de las corporaciones sucesivas en las que su partido gobernó con mayoría absoluta el Ayuntamiento y fue construyendo las bases (¾ partes) para la mayor deuda municipal del país y, aunque dedicó con empeño durante sus años de alcalde a cambiarle las fechas al origen del problema, nunca abordó una auditoría para avalar sus afirmaciones, pese a tener una mayoría holgada para hacerlo. También en política social el nuevo secretario de Estado ha dado señal de sus prioridades. Fue uno de los primeros alcaldes en responder a los recortes promovido por la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, para tratar de desenganchar rápidamente al Ayuntamiento de la responsabilidad en la prestación de servicios sociales, los mismos a los que hasta ahora Susana Díaz no ha dado una respuesta a la altura de las demandas, ni en cobertura, ni en calidad de empleo. El mismo que paralizó la opción por un transporte público más sostenible y consideró inútil la lucha contra el cambio climático antes que Trump. Tampoco en cuestiones de solvencia jurídica respaldando la política de ajustes del Gobierno, mejora su balance.
Sólo entre 2015 y 2016 llevó al Pleno medidas presupuestarias destinadas a afrontar la deuda municipal con el informe desfavorable del Secretario y del Interventor municipal, y no logró cumplir en su mandato ni un solo trimestre con los parámetros del Plan de ajuste aprobado por el Pleno Municipal de acuerdo a las directrices económicas de su propio partido en el Gobierno.
En resumen, como dirían las crónicas antiguas “Ante la grave situación económica del país, y avalado por los escasos resultados conseguidos, con su política económica en su propia calle, es decir en una de las ciudades donde más mayorías absolutas sucesivas obtuvieron, el nuevo Gobierno ha nombrado secretario de Estado de Hacienda”. Eso acontecía a finales de 2016.
En 1607, según se puede comprobar en el libro “Jaén siglo XVII. Biografía de una ciudad en la decadencia de España” de Luis Coronas Tejada: “…como consecuencia de las deudas contraídas por el Municipio a lo largo de muchas décadas y del incumplimiento, por otra parte, de la administración municipal de los compromisos contraídos con los particulares, los deudores habían conseguido que la Chancillería de Granada embargase las rentas de los propios a fin de ir satisfaciendo los débitos”. Esos mismos años el Ayuntamiento tuvo dificultades para atender las necesidades más perentorias, entre ellas los salarios, siendo el sueldo que experimentó mayor ascenso el del verdugo municipal, que pasó de 6.000 a 10.000 maravedíes debido a que la oferta del Ayuntamiento superaba la demanda de plazas y a la mayor cualificación adquirida por su titular en Madrid.
¿Por qué proponemos municipalizar servicios en Jaén?
David Harvey uno de los científicos sociales que ha analizado a fondo los mecanismos de expropiación social que se desencadenan en las crisis, aclara la relación entre las privatizaciones y los procesos de “acumulación por desposesión” del neoliberalismo económico.
Se trata de un componente estructural, que se lleva hasta el límite en las crisis, y se desarrollaría sobre tres pilares: uno, la distribución de rentas desde abajo hacia arriba (recortes, más recortes y ajustes estructurales). Otro, la financiarización de la economía, que convierte a los sistemas productivos, a la naturaleza, y a la vida de las personas en rehenes de la especulación financiera y que permite un enorme trasvase de rentas desde las rentas salariales hacia las instituciones financieras internacionales.
Todo este proceso conlleva la manipulación de la deuda en la crisis, convirtiéndola en un mecanismo expropiatorio de recursos desde las economías mas débiles a las mas fuertes. Esto lo estamos viviendo ahora con intensidad en España y en el sur de Europa, pero es un proceso que desde los años 80/90 se ha vuelto muy común, y prácticamente no ha quedado ninguna área importante de la economía mundial a salvo. Se calcula que desde los años 80 aproximadamente el equivalente a 50 planes Marshall fueron transferidas desde las economías mas débiles a los centros financieros económicos del mundo, eso sin sumar la crisis de deuda en el sur de Europa.
Un tercera pata de la acumulación por desposesión, serían las privatizaciones. Cuando se privatiza una vía de ferrocarril, una línea aérea, un hospital, un servicio municipal de agua, de recogida de basura, se está expropiando a la comunidad de una parte de sus bienes. En una privatización, el Gobierno, ya sea estatal o municipal, vende un bien que no le pertenece sino que pertenece y es propiedad proporcional de cada uno de los miembros de la comunidad. Y no lo hace porque sea inviable su gestión pública, sino porque hay una opción ideológica detrás, un modelo económico y de distribución del poder, que aprovecha las crisis para intensificar estos mecanismos de expropiación.
Si ponemos por caso el Ayuntamiento de Jaén, los costes de las privatizaciones son uno de los elementos que contribuyeron a disparar el endeudamiento. Como ejemplo, el endeudamiento con el primer plan de pago a proveedores por valor de 247 millones, aprobado en 2013. Aproximadamente tres cuartas partes fueron destinadas a abonar pendiente de pago a concesionarias de servicios. Sin embargo los costes de personal de servicios privatizados como la basura y limpieza viaria, representarían sólo el 44% del presupuesto que anualmente está asumiendo el Ayuntamiento de Jaén por estos. Un 10% serían los demás costes necesarios para el que el servicio funcione, el 43% restante beneficios; recursos de la ciudad que salen del territorio, hacia al mercado globalizado.
Estas conclusiones se extraen, según los propios presupuestos ofrecidos por la empresa, y sobre los que los mecanismos de verificación del Ayuntamiento son prácticamente inexistentes o de muy débil credibilidad. El balance del resto de concesiones no es más favorable al interés general, ni en calidad, ni en empleo, ni en sostenibilidad ambiental,ni en ahorro de presupuesto, ni en transparencia: realizar una auditoria municipal a la concesionaria del transporte público, ha sido empeño inútil en los últimos 25 años.
Privatizar ha sido parte de los problema que afronta nuestra ciudad, parte de las políticas que llevaron a la crisis y que han destruido los presupuestos públicos y endeudado a las administraciones, y los datos no avalan que esté siendo la solución en ningún caso.
En Jaén, la propuesta de municipalización que defiende la Plataforma Ciudadana de Apoyo a la Remunicipalización de los Servicios Públicos, representa un ahorro de 2,5 millones de euros respecto al importe contemplado en el borrador del equipo de gobierno para la licitación y 8,3 millones menos que el importe pagado por el consistorio en el último ejercicio liquidado
Por esta y por otras razones que estamos explicando a la ciudad de Jaén estos días, la propuesta de municipalización es una opción por garantizar todos los empleos, poner freno al despilfarro económico y ecológico del actual modelo. Pero, más allá de ello, supone el inicio de un camino para reconstruir la democracia municipal y poner el Ayuntamiento a la cabeza de iniciativas de desarrollo local y actividad productiva vinculada al territorio. Un nuevo modelo de gestión para un Ayuntamiento decente al servicio de una ciudad digna..