¿Cómo está Jaén? Un político conocido con el que se puede hablar, hay otros que ni eso, me acaba de preguntar que cómo veo a Jaén en el momento actual, tras los últimos cambios habidos en el Ayuntamiento y con la cantidad de problemas que acechan a la ciudad. Pues bien, se lo quería contar a todos ustedes. Al alcalde lo veo bien, sigo confiando plenamente en él, aunque es posible que me equivoque y tenga que rectificar en cualquier momento. En cambio a la ciudad la veo mal, muy mal.
Digo que me gusta la manera de actuar de Javier Márquez y está claro que era la persona idónea en la actual situación, pero ya dije hace unos días que está aprendiendo a hacer política, él no es Fernández de Moya, que tendrá lo que sea pero es un político nato, en tanto que su sucesor es un buen ciudadano que aspiró a ser concejal y a tratar de ser útil para su ciudad y ha asumido este reto porque Jaén le apasiona. Ahora bien, me imagino la presión a la que debe estar sometido, por una parte hacer lo que cree que es su obligación y por otra procurar no cruzarle la cara a quien le encomendó la nueva responsabilidad. Javier Márquez ha planteado otros modos en la dinámica municipal y los plenos ya son otra historia, aunque si se quiere que definitivamente se acabe el teatrillo al que están obligados los concejales por cuestiones de marketing e imagen, bastaría con decidir que los plenos no sean televisados, y bajaría a más de la mitad el nivel de confrontación y discusión. De hecho, según me cuentan, las comisiones informativas en su inmensa mayoría, se desarrollan con normalidad y suele haber más coincidencias que discrepancias.
De todas maneras, dicho lo anterior, como ciudadano me preocupa el estado de parálisis en que se encuentran la mayoría de las asignaturas municipales. Todo el mundo, empezando por el propio alcalde, repiten casi a diario lo terrible que es el panorama y la necesidad de implementar medidas serias, en todos los plenos hay debates de números en los que con tanta frecuencia los grupos que han gobernado se echan en cara el “y tú más”, pero recuerdo que hace un año el entonces alcalde, a la vista de su mayoría minoritaria, se comprometió a buscar el diálogo para sacar temas adelante y lo que hizo en realidad fue tomar las de Villadiego y dejar a Márquez el marrón de una situación tan conflictiva y de tan complicada salida. No fue capaz de dejar controlada la situación, aunque bajo su presidencia los entonces ediles de Ciudadanos fueron más colaboradores e hicieron seguidismo, insisto en la experiencia política de Fernández de Moya.
El gran problema en este momento de Javier Márquez es su soledad, no solamente no ha sido posible articular una mayoría, que ha tenido más de cerca con los actualmente concejales no inscritos, sino que incluso con la subida de los sueldos que muchos vieron como el pago por la lealtad y es evidente que se equivocaron por lo menos en la voluntad de una de las partes, no ha sabido atraerlos hacia el proyecto, no sé ahora muy bien si por incapacidad del nuevo regidor o porque las decisiones políticas del equipo de gobierno son en este momento inasumibles y es difícil cuando no imposible hacerse solidario con ellas.
Este es el escenario, que no ha habido discusión de los grupos, todos, para encarar el futuro de esta ciudad, especialmente la angustia económica que es el cáncer de un Ayuntamiento que está atado de pies y manos, pero unido a ello no se atisba en el horizonte próximo un acuerdo de mínimos para establecer relaciones de gobernabilidad, por el contrario nos da la impresión de que las posibilidades van disminuyendo, es cierto que hay muchos asuntos que sacan todos los grupos adelante, pero hay otros, los decisivos, los que tienen que ver con el desarrollo y el progreso de la capital, dentro de las limitaciones un Consistorio endeudado en su grado máximo, que llevan todos un mal camino y que si salen adelante es por la puerta de atrás, y es una pena porque por encima de todo creo que la actual es una buena Corporación, de personas en general sensatas y con ganas de colaborar y de construir, pero es fundamental por el propio beneficio de una ciudad en situación extrema, por un lado renunciar al sectarismo, es decir hay que dejarse en la puerta los carnés de los partidos y entrar con el carné de vecinos de Jaén, y por otro lado es necesario y urgente tener la capacidad y el liderazgo necesarios para tender puentes y eliminar barreras que a veces los políticos construyen para preservarse ellos, cuando la que tiene que hacerlo es la ciudad, es decir, el interés general.
Una de dos, o Javier Márquez, pasados ya estos meses, sabiendo que cuenta con afecto y reconocimiento de la ciudad, asume su papel y desarrolla a fondo sus competencias para cambiar el sentido de la ciudad, o en poco tiempo los problemas, tantos como hay en lista de espera, desde el tranvía hasta las demandas de todos y cada uno de los barrios, le explotarán en las manos y a lo mejor entonces ya el panorama puede ser irremediable. En definitiva creo que Jaén tiene un problema de urgencia y que no pueden seguir pasando los días como si no pasara nada y estuviéramos en la época de la calma chica. Por eso digo, el alcalde, bien, siempre y cuando asuma estos deberes y esté abierto a compartir la carga, porque se sentirá también más aliviado en la dificultad. La ciudad, mal, muy mal, hasta que supere una pereza que le está lastrando por horas.