Los Presupuestos Generales del Estado han superado recientemente el requisito de su presentación en el Parlamento dando así paso, tras ser rechazadas las enmiendas a la totalidad presentadas por algunos grupos, al proceso de su tramitación para su aprobación final, fase que debería servir, no sólo para conseguir su ratificación definitiva, sino también para adecuarlos al escenario real provocado por la pandemia y, especialmente, a las prevenciones de las que avisan ya todos los expertos sobre la posible contracción de la pujanza de la actividad económica detectada en los últimos meses, que, indefectiblemente, tendrá una relevancia capital en las estimaciones utilizadas y generará una mayor inconsistencia que dificultará el logro de los objetivos previstos.
Desde que se conoció el borrador inicial de los mismos, diversas fuentes, tanto públicas como privadas, han coincidido en afirmar que las previsiones realizadas, especialmente en el apartado de ingresos, son absolutamente irrealizables, opiniones que han sido ratificadas por el Banco de España que, en declaraciones de su gobernador, Sr. Hernández de Cos, considera que “las previsiones realizadas son demasiado optimistas por incluir unos pronósticos de ingresos irreales que, además, alcanzan a los importes de gasto, deuda y déficit ante la situación de extraordinaria incertidumbre que afronta la economía”.
Estas afirmaciones generalizadas, basadas en la inviabilidad de la consecución de los objetivos deseados por el gobierno, adquieren mayor contundencia si atendemos, como he señalado anteriormente, a que una amplia batería de indicadores, apuntan a que a lo largo del tercer trimestre y lo transcurrido de éste, la intensidad de la recuperación económica habría perdido fuerza, lo que amenaza con dejar en papel mojado las estimaciones realizadas. ¿Cómo responderá la demanda interna, especialmente el consumo, si la virulencia de esta segunda ola de la pandemia no es controlada y amenaza con recrudecerse?. ¿Cuál será el definitivo cuadro económico de nuestra economía al final de año para saber la fiabilidad de los cálculos estimados?. ¿Cuándo dejará la pandemia de interceptar y afectar definitivamente a la actividad económica?, ¿Cuándo podremos convertir nuestra esperanza en la certeza de que, efectivamente, la vacuna anunciada es factible y pueda conseguir contrarrestar los efectos perniciosos del virus?. Porque la trascendencia del efecto que generen estas cuestiones es absolutamente importante por la incidencia que tienen en la conformación de esos datos provisionales y la proyección de futuro.
Por otro lado, si los criterios aplicados para la confección de estos presupuestos guardan una adecuada fidelidad con las recomendaciones señaladas por el FMI, en cuanto al mantenimiento de la expansión del gasto público para facilitar la recuperación de la velocidad de crucero de las economías, también hay que recordar sus admoniciones sobre el montante de la deuda pública mundial, cuyo registro situaba en el 100% del PIB, señalando de forma especial a España, entre otros países, como los que más sobrepasaban esta cota y deberían de plantear ya planes para su reestructuración. Así mismo, de forma concreta, ha puesto de manifiesto su disconformidad sobre la inclusión en las futuras cuentas públicas de los incrementos salariales para determinados colectivos.
Por último, recordar que el objetivo principal de estos Presupuestos no es otro que coadyuvar, junto con una adecuada utilización de los recursos anunciados procedentes de la Unión Europea, para generar un vigoroso crecimiento y rentabilidad económica real capaz de producir un elevado número de empleos, sin olvidar que el margen es muy estrecho para dedicarlo a otros propósitos.