Skip to main content

Se nos ha ido Pilar Palazón, un emblema de Jaén, sobre todo del periodo democrático. Una mujer necesaria, insustituible. Ha recibido en vida casi todos los honores y ha sentido el cariño de su ciudad, de su gente, pocas personas como ella lo han merecido y lo han tenido. Aún recuerdo hace dos años, cuando tenía 86, muy bien llevados por cierto, porque conservaba su plena lucidez y estaba tan combativa y enérgica como siempre, que consiguió hacer doblete ante la celebración del Día de Andalucía, porque en un mismo momento recibió en Jaén la bandera de la comunidad en tanto que la Junta le concedía a esta gran activista jienense una de las Medallas de Andalucía. Se unían estos galardones a otros que Pilar Palazón vino recibiendo en los últimos tiempos como reconocimiento de la sociedad jienense representada en diferentes colectivos, por su amor por la cultura y la defensa del patrimonio, y, singularmente por la tarea que ha desarrollado durante más de 20 años al frente de la Asociación de Amigos de los Íberos, ya que gracias a su insistencia, a su tenacidad, a que no paró de reivindicar una y otra vez ante las instituciones, fue posible hacer realidad el Museo Íbero. Aún no había cesado el empeño de esta emblemática mujer, porque ahora su batalla estaba centrada en conseguir que el espléndido edificio museístico, que ya es referente en Andalucía, abandonase cuanto antes su situación de temporalidad y se mostrara como lo que tiene que ser, un orgullo para Jaén.

Pilar Palazón ha sido providencial para la puesta a punto de este gran Museo, con el que se comprometió allá por el año 1996 cuando la Asociación de Amigos de los Íberos, a la vista de la elección de la vieja cárcel como espacio para ejecutar el proyecto, tomó las riendas de la reivindicación, que no ha abandonado en ningún momento, bien es cierto que lo ha hecho de manera contundente pero siempre con las formas debidas, razón por la que sus exigencias han sido tenidas en cuenta por la Consejería de Cultura, aunque durante tanto tiempo no han dejado de existir las dificultades y siempre ha estado Pilar Palazón cuidando de que no se viniera abajo el compromiso. Al final, ha sido como una “mosca cojonera” y se ha ganado la simpatía de todo el mundo, en primer lugar de su ciudad, Jaén, que le reconoce su constancia y la defensa de sus intereses, y también de la Junta, que ha sabido valorar que un colectivo y al frente de él una mujer ejemplar e invencible, han sido vigía permanente de una de las obras más importantes en la capital en los últimos años. Ojalá cundiera el ejemplo en otros casos de infraestructuras pendientes en las que muchas veces los sectores afectados llegan a cansarse ante la falta de respuestas. El Museo Ibero ha sido la gran excepción y el mérito indiscutible está en la persona que ha sabido liderar, contra viento y marea, esta sentida aspiración.

Nuestra protagonista, Pilar Palazón, ha sido una docente, jubilada como tal desde hace bastantes años, a la que tuve el honor de conocer antes aún de la llegada de la democracia, cuando ya ostentaba alguna representatividad. Recuerdo que en un acto que protagonizaban dirigentes del antiguo régimen hubo algún desaire para ella, porque no era fácil de doblegar, tenía personalidad, principios y no practicaba la aquiescencia como norma. En ese momento, yo aún muy joven, me acerqué a Pilar para darle ánimos, sentí que esta persona merecía que alguien le expresara respeto por la dignidad que había demostrado. Siempre me lo tuvo en cuenta. Ya en ese instante afloraba la persona libre, inquieta, que aspiraba a vivir en un escenario diferente. Fue normal por tanto que siendo ella presidenta del Colegio de Doctores y Licenciados su sede fuera el lugar donde se fraguaron ideales democráticos, tantas reuniones clandestinas de partidos políticos de izquierdas que surgieron a partir de esta experiencia, el primer contacto con la democracia que muy pronto habría de llegar.

En las primeras elecciones a los ayuntamientos, en 1979, Pilar Palazón era cabeza de cartel del Partido Socialista Andaluz (PSA) y como tal fue teniente de alcalde de la tan valorada primera Corporación Municipal democrática de la capital, donde ostentó la responsabilidad de Cultura, con un balance muy satisfactorio, con hechos como la creación de la Universidad Popular o la recuperación de la figura del pintor jienense Manuel Ángeles Ortiz, que sería designado hijo predilecto de la ciudad. Hace poco volvió a ser candidata, en los primeros puestos de la lista del PSOE, pero abandonó rápido, ya no eran los mismos tiempos y se sentía poco útil en la oposición, por lo que dejó su escaño.

Esta mujer que siempre ha sido hiperactiva y que como ella misma me recordaba ha estado más de cincuenta años reivindicando en favor de Jaén, ha dedicado los últimos más de veinte años, en cuerpo y alma, a poner en su valor el riquísimo patrimonio arqueológico íbero existente en la provincia. Creó la Asociación de Amigos de los Íberos con gran entusiasmo y llegada la hora de pedir, se demandó a la Junta que construyera el Museo, lo cual, a pesar de las dificultades que han ido surgiendo en el camino, es realidad porque Pilar Palazón no ha abdicado en ningún momento en todo este tiempo ni de su responsabilidad ni de su exigencia.

Repasando la biografía de Pilar Palazón, a la hora de valorar el acierto de fijarse en esta enorme guerrillera, siempre con su Jaén y su Andalucía en la boca, pensamos que ojalá en esta capital tuviéramos más personas como ella, implicada hasta los tuétanos, ciudadana militante, simpática, sonriente, afectuosa, insobornable, íntegra. Con Pilar se ha hecho justicia a tantas horas de dedicación a Jaén y por la grandeza que siempre has sabido mostrar y que ha merecido todos los honores, si acaso pienso que debió recibir alguna consideración especial por parte del Ayuntamiento, en nombre de todo Jaén. Ese corazón tan grande, que tanto se ha dado a la generosidad, le ha gastado finalmente una mala pasada. Tu recuerdo siempre acompañará a tanta gente como te ha querido y te quiere. Descansa en paz, querida Pilar.

 

 

Dejar un comentario