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El todavía lider socialista Pedro Sánchez acaba de proponer a su ejecutiva la celebración de un congreso express y previamente unas primarias ya mismo. Todavía tienen que verse las caras en el comité federal del fin de semana, pero la guerra sin cuartel ha comenzado, hasta el punto de que la propia presidenta del PSOE, la jienense Micaela Navarro, se ha posicionado en contra de la celebración de este congreso. Hasta ahora no se sabía bien dónde se situaba, pero los acontecimientos se precipitan y es conocida la posición de Andalucía y también de Jaén, que es la que a ella le ha dado su estatus político, y ahora es momento para mojarse, no para jugar al despiste y aparecer con tanta complicidad con Sánchez como si estuviera feliz en este papel ambivalente y de lealtad a dos amores distintos y parece que distantes.

Hasta ahora Sánchez ha venido repitiendo que lo primero era España y que un congreso sin gobierno en el país era un disparate. ¿Ya no lo es? El disparate no es otro que la huida hacia adelante de este hombre, que ha llegado demasiado lejos en su viaje a ninguna parte.

Como su estrategia es la de sobrevivir a la hecatombe o si ha de morir, hacerlo matando, le pega una bofetada política a Susana Díaz, que, si quisiera, no tiene tiempo de reaccionar para liderar el socialismo español, porque antes tendría que renunciar a la presidencia de Andalucía y es más que probable que en este momento procesal no forme parte de los planes de la secretaria general andaluza, que por esta razón no ha ocultado hoy su indignación y ha mandado a sus colaboradores para que sugieran que dimita Sánchez antes de que el panorama se empeore, que todavía es susceptible de ello.

Cada vez más solo y aislado, arropado por unos cuantos fieles, que los tiene, entre ellos el catalán Iceta, que está en la misma deriva, Sánchez ha colocado al PSOE en el disparadero y se sitúa él mismo al cabo de la calle. Pensé que esta mañana podía dimitir, pero Sánchez tiene mucho orgullo y ha asimilado bien su hoja de ruta y quiere llegar hasta el final en un camino suicida para él y para la importante opción política de la que es responsable, y que está claro ya que no lo ha merecido.

Lo siento sobre todo por la militancia, que es el principal patrimonio de una fuerza política y que en este caso lleva tiempo sufriendo la adversidad a la que le ha llevado, en gran medida, una política no ya errónea, sino alocada, sin rumbo y únicamente explicable desde la ambición personal, cerrando los ojos a la evidencia.

El hecho de que ya tuviera cerrada la comunicación con la mayor parte de los dirigentes regionales, que nunca antes ha sucedido, ni en los peores momentos, es el síntoma más expresivo del fracaso de su liderazgo y de la inutilidad de sus planes.

Ya no me refiero solamente al “no es no” con el que ha intentado seducir a parte de las bases, simplemente porque le daba calabazas a Rajoy, esto en realidad no es más que una anécdota, el verdadero problema de Sánchez es que le ha podido la soberbia y el personalismo, ha sido un ególatra, un ensoñador que se ha visto de presidente y ha invertido todo su esfuerzo en tratar de hacerlo posible, un tanto quijotesca su postura en la que por el camino ha luchado contra todos los molinos de viento, daba igual situaciones que personas, en fin todo un personaje no merecido por la trayectoria más que centenaria del socialismo español.

Ojalá, por el bien de la democracia española, que el PSOE recupere su crédito y sea lo que fue en otras etapas, un partido que con sus aciertos y errores, que como es natural de todo ha tenido, fue clave en el devenir de la política y de la gobernabilidad del país desde la recuperación de la democracia. Sánchez no ha entendido el mensaje de rechazo bastante notable que tiene hoy en el PSOE, vamos un «no es no» en toda regla. Para sustituirle personas no le faltan en la organización, la clave está ahora en afinar con el acierto, no caben más experimentos, el PSOE no se lo puede permitir.

 

Foto:

Micaela Navarro con Pedro Sánchez. La jienense hoy se ha definido, está con Andalucía y con Jaén. (Foto de El Español)

 

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