Desde el mediodía de hoy el protagonismo lo tienen las sentencias dictadas por los tribunales en relación a la pieza política del Caso ERE, a la que seguirán otras, porque esta vez se ha enjuiciado a personajes públicos de la Junta de Andalucía, pero hay muchas responsabilidades que afectan a ciudadanos de a pie e irán saliendo para nuestro sonrojo en una causa que si algo han certificado las penas impuestas a la veintena de imputados, es que en absoluto se trataba de cuatro golfos que se aprovechaban de la posición que tenían sino que era una trama de política y corrupción en la que está bajo sospecha el destino de más de 850 millones de euros y la compra de paz social a cambio del enriquecimiento de personas relacionadas con la Junta y con el PSOE andaluz. Esto dicho así, en pocas palabras, es el resumen, pero lo que nos toca más cerca es que Jaén, nuestra provincia, ocupa un destacado lugar en el mapa de la corrupción en torno a este bochornoso e indignante caso. Dos ex consejeros de la Junta, Gaspar Zarrías y Francisco Vallejo, han sido condenados, el primero, –y despertaba una enorme expectación conocer su suerte–, a una pena de inhabilitación por un periodo de nueve años, en tanto que el segundo suma también pena de ocho años de prisión porque a la inhabilitación se le añade el delito de malversación. Vallejo se lleva la peor parte.
Un duro revés para el socialismo andaluz y de Jaén, por la presencia de estos dos imputados, ambos fuera de la política desde el año 2016, cuando se vieron obligados a abandonar la militancia en el partido donde tuvieron tan larga trayectoria. Zarrías no solo era el todopoderoso ‘virrey’ en Jaén sino como mano derecha de Chaves fue el gran muñidor de la política andaluza. Aparte de todo es un asunto desagradable para Jaén porque se quiera o no afecta a la imagen de la provincia metida de lleno en el mapa de la corrupción, con políticos que han hecho aquí toda su carrera. Por otro lado me parece demencial que los partidos, aunque es lógico que hagan sus críticas, utilicen la corrupción como arma arrojadiza cuando más de uno y más de dos están salpicados por los escándalos y lo que tendrían que hacer es salir a pedir perdón todos los días y limpiar cada cual su casa. Era un pronunciamiento judicial muy esperado y por las primeras reacciones que hemos conocido parece que no contenta a todo el mundo por igual, unos ven un pronunciamiento excesivo mientras otros, no pocos, consideran que los jueces se han quedado cortos en las penas impuestas a los personajes públicos que tuvieron alguna relación con la trama corrupta, una de las más señaladas por su magnitud, de la historia reciente de nuestra democracia, no solo en Andalucía sino en España.
Las sentencias, además, han tenido un amplísimo eco a nivel nacional, como es lógico que ocurriera, y va a afectar, si bien no sabemos por el momento de qué forma, en el proceso que está en marcha para tratar de conformar un nuevo gobierno, para el que busca afanosamente apoyos el presidente en funciones, Pedro Sánchez, que se está encontrando con más problemas de los que en principio podía esperar. Sánchez rechaza asumir responsabilidad alguna por el escándalo de los ERE, como le están pidiendo sobre todo desde las filas de PP y Cs, en tanto que Vox ha arremetido duramente contra los socialistas a los que Abascal acusa de ser “el partido más corrupto de Europa”. Está animado el patio.
Cabe recordar al hilo de esta noticia de hoy, que el Caso ERE nació en Jaén, según desvela en su libro “Caso ERE. Las entrañas de la corrupción institucional en Andalucía”, el periodista Juan Esteban Poveda, quien indica que las claves del escándalo de corrupción tiene su origen en la antigua fábrica jienense Molina. Lo escribe de esta manera: “El primer impulso político fue una honesta reacción ante severas crisis industriales que necesitaban respuestas firmes y ágiles. El problema es que por salir de un atolladero –primero el de Molina y luego otro mayor aún en Santana- crearon, según jueces y fiscales, un sistema opaco y discrecional para gestionar el dinero público”. En fin, un trago amargo para el socialismo español, andaluz y de Jaén, una ocasión para que la opinión pública enjuicie la actuación de los políticos y haga explotar su indignación, que también tiene derecho, pero de todas maneras, aunque ahora se pidan responsabilidades, desde el punto de vista electoral parece que el escándalo está amortizado. Por las causas que hay pendientes se puede asegurar que todavía queda caso para rato, a pesar del tiempo transcurrido del lamentable episodio que nos hace sentir vergüenza ajena por la pesadilla y el hedor de tanta inmundicia como se describe en las miles de páginas de un sumario demoledor.
Foto: Gaspar Zarrías y Francisco Vallejo.