HONRANDO LAS TRADICIONES. Es la nuestra de Jaén una ciudad que honra a sus tradiciones. Estamos ante unas fechas que figuran por derecho propio entre las más especiales del calendario, el Día de Todos los Santos y de los Difuntos. Los jienenses, como los de otros lugares, suelen acudir a los cementerios para llevar flores a las tumbas en las que reposan sus seres queridos, por lo que estos recintos han sido cuidados para causar la mejor impresión. Para el futuro no sabemos lo que nos deparará la política municipal con respecto a los cementerios, en su día se habló de una una posible privatización para los dos camposantos, ante la imposibilidad de gestionarlos debido a la ruina económica y menos aún de poder atajar la situación límite de deterioro y abandono del viejo San Eufrasio, para el que además la Junta de Andalucía, siempre tan atenta con Jaén, nos regaló el título, algo envenenado en su bondad, de Bien de Interés Cultural (BIC). Del cementerio nuevo mejor no hablar, en parte está descuidado y al último Ayuntamiento al parecer se le olvidó que entre sus obligaciones figura la de construir nichos para poder dar sepultura a nuestros difuntos como Dios manda, por lo que hay que salir a toda prisa a realizar un proyecto ya que las existencias están bajo mínimos. Las imprevisiones de esta naturaleza son sintomáticas de que a veces se está en lo que se tiene que estar.
Por lo demás estas fechas nos vinculan con costumbres vividas en familia y que en muchos casos, a Dios gracias, se mantienen, junto con una rica gastronomía típica basada sobre todo en los buñuelos y huesos de santo, que se consumen en grandes cantidades y que llegan a la práctica totalidad de los hogares.
También hay durante estos días tan señalados celebraciones, tipo Halloween y otras parecidas, que nos han llegado de otros lugares y que tratan de penetrar sobre todo en los más jóvenes, pero nosotros abogamos, con independencia del respeto a todas las formas de pensar, por el apoyo a las tradiciones propias, que están arraigadas entre los jienenses, se conserven intactas y también en lo posible se potencien porque son parte de nuestra propia memoria.
SAN EUFRASIO, LAMENTABLE. Una visita al viejo cementerio de San Eufrasio, nos da una idea del escaso respeto que en Jaén le tenemos a nuestra memoria. Nos hemos asomado a esta realidad en los últimos días, y nos ha vuelto a interpelar a todos los jienenses el estado de abandono del viejo camposanto, tanto es así que debería darnos vergüenza como pueblo que seamos tan indiferentes por permitir esta afrenta. Como el clamor no llega en toda su magnitud más que una vez al año, salvo cuando arrecian denuncias de colectivos indignados, los respectivos ayuntamientos, –del actual falta por conocer su hoja de ruta–, se colocan su coraza y suman esta asignatura pendiente a otras muchas que están aparcadas para mejor oportunidad, es decir, para nunca.
Es una pena que estemos atentando contra nuestra memoria, nuestra gente allí enterrada, se calcula que yacen en este lugar más de 20.000 personas a las que debemos respeto, y si no lo tenemos para ellas y lo que representan, ¿con quién vamos a estar en paz? Los jienenses no damos crédito a que este recinto sea nada menos que Bien de Interés Cultural (BIC), una protección que para nosotros, y no se trata del único ejemplo, únicamente sirve para prolongar la agonía de lugares emblemáticos, muy bonitos, tan institucionalmente distinguidos como realmente olvidados.
Lo cierto es que estos días nos topamos con este olvidado camposanto decimonónico, que pronto va a cumplir dos siglos, y en el que reposan los restos de los jienenses más ilustres, desde Bernardo López hasta el economista Flores de Lemus, desde los condes de Humanes hasta el destacado político Prado y Palacio. Y muchísimos más, incluidos, por supuesto, tantas víctimas del odio de una guerra incivil que murieron en el campo de batalla de sus ideas.
El viejo cementerio de San Eufrasio fue hace muy poco, en 2003, cuando dejó de prestar servicio para enterramientos. Desde entonces se va muriendo lentamente, a pesar de que hay quienes no paran de exigir atención para un lugar que por la riqueza que encierra, tanto artística como la más valiosa, la sentimental, tendría que ser ya hoy un gran parque desde el que reivindicar la dignidad de nuestro pueblo. Como siempre llegamos tarde. Que nuestros antepasados perdonen a los políticos tanta insensibilidad y desprecio a la memoria colectiva de todo Jaén. Como en el poema de Bécquer: “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!».
Foto: Imagen del viejo cementerio de San Eufrasio, el gran olvidado.