Las alocadas prisas del mundo en que vivimos impiden muchas veces detenerse de vez en cuando a rendir tributo a las cosas buenas que tenemos alrededor. Nos pasamos el tiempo, sobre todo, tratando de vencer los problemas y dificultades del día a día y restamos mérito a lo verdaderamente importante, y, si nos damos cuenta, que puede ser, vamos dilatando ese objetivo de dedicar tiempo a las grandes conquistas que nos han hecho un pueblo grande y con motivos para sentir orgullo. Hoy me ha alegrado en parte el día una página del Diario Jaén donde aparece el primer Consejo de Administración de nuestra Universidad, que se constituyó en el año 1994, se cumplen pues 25 años, ya que fue un año después de que se reconociera oficialmente la institución. Viéndolo ahora con el paso del tiempo me reitero en mi impresión de siempre, la Universidad ha sido lo mejor que le ha pasado a Jaén, yo suelo exagerar tal vez a la hora de acotar fechas y suelo decir que esto es así al menos desde los Reyes Católicos hasta hoy. No hay empresa más grande, sobre todo mirando al futuro y aunque sus beneficios ya son percibidos por la sociedad jienense, es cierto que aún valoraremos más su presencia a medida que pasen los años, pero su existencia y su pujanza entre nosotros imprime carácter. Al hablar de la Universidad siempre hay que recordar los pasos previos, el Colegio Universitario y actuaciones como la de la Diputación, siempre dispuesta, desde el principio, a ser la mejor aliada de estas aspiraciones, incluyendo, por supuesto a dos buenos presidentes desde este punto de vista como fueron Juan Pedro Gutiérrez Higueras, tras la guerra civil, y Ramón Palacios Rubio, ya en la década de los 70. Y por supuesto todos los presidentes de la etapa democrática que se han volcado con la institución, es decir, Leocadio Marín, Cristóbal López, Felipe López, Moisés Muñoz y Francisco Reyes.
En el mismo año de su constitución quedé vinculado a la Universidad de Jaén al ser elegido por el Parlamento andaluz miembro de su Consejo de Administración, creo que se lo debo a mis buenas relaciones con Antonio Pascual, que conocía mi empeño y dedicación hacia esta conquista, tal y como está recogido en las hemerotecas. Fui su primer secretario y he continuado hasta hace muy poco como miembro en lo que ya es hoy su Consejo Social.
He tenido el honor de ser el que más tiempo ha permanecido en este órgano dependiente de la UJA y aunque agradezco las sucesivas reelecciones, lamenté la manera en que se produjo la sustitución, pues se rompió el acuerdo tácito de mi presencia porque algún político seguramente quiso pagarme de esta manera, tan poco elegante, mi independencia profesional, herido por las críticas a su gestión, que siempre me parecieron justas. Es lo que tiene la política, por eso huyo en estampida cuando la huelo. Pero nunca fui persona de adhesiones inquebrantables ni hice genuflexión ante nadie como algunos políticos de la tierra, más de uno, han creído merecer.
Recuerdo en este momento los inicios en el Consejo de Administración donde había que inventarse la tarea. Empezamos por el principio, la convocatoria para la elección de los signos distintivos de la UJA. Mi homenaje en este momento va dedicado al primer presidente, el gran Antonio Trujillo García, que fue providencial para la puesta en marcha de la institución, haciendo dúo con Luis Parras, que era el encargado de moldear este gran proyecto jiennense. Ambos hicieron fácil lo difícil. En el caso de Trujillo era un personaje que se había jubilado de Cervezas El Alcázar, donde fue director general y aunque natural de Badajoz, se entregó al servicio de Jaén a través de cargos como la presidencia de la Cámara de Comercio. Algunos, entre los que me cuento, alentamos su designación en un célebre encuentro en la fábrica de cervezas, y Domingo Moreno puede dar buena fe de ello. Trujillo tuvo a bien proponerme como secretario y aceptado por el pleno del Consejo empezamos la andadura, ilusionante y plena, en la que, aunque modestamente, estábamos contribuyendo a abrir una gran puerta a la esperanza de esta tierra. Siempre le estaré agradecido por este apoyo que nos permitió unos años de entusiasmo para colaborar en la medida de lo posible a que la Universidad creciera sana y contara con todo el respaldo que era vital desde el primer momento de la sociedad jienense. Recuerdo horas interminables de reuniones, viajes a los pueblos de la provincia para que los alcaldes conocieran de primera mano lo que suponía la llegada de la institución universitaria y la colaboración que se demandaba, en fin, aquella tarea fue impresionante, y la valoro como un antes y un después, me ocurre como con la llegada de la democracia, es una sensación permanente de felicidad por lo nuevo, y en el caso de la Universidad, porque era un instrumento que iba a cambiar la vida de mucha gente, como se ha demostrado desde el año 1993 con la salida de tantas generaciones UJA que son el orgullo colectivo de esta tierra.
Cómo no recordar a personas entrañables como lo fueron en aquel primer momento los miembros en representación de la comunidad universitaria, el propio Luis Parras, y con él un señor tan competente y al que todos teníamos un cariño especial, el secretario general, José González. Además de ese gran gerente que fue Juan Hernández, junto a la presencia de dos pesos pesados de la institución, Pedro Alejandro Ruiz Ortiz, y por el cupo de Linares, Patricio Lupiáñez. Además había representación de alumnos y del Personal de Administración y Servicios. Del ámbito institucional tenían silla en el Consejo la entonces delegada de Educación, Aurelia Calzada, junto al presidente de la Diputación, Cristóbal López Carvajal, y el alcalde, José María de la Torre. Y luego estaban los intereses sociales, en los que yo estaba incluido al ser designado junto con Francisco Mateas y Fernando Hermoso, por el Parlamento de Andalucía. Los demás nombres fueron designados por la Junta de Andalucía o eran miembros natos por su pertenencia a determinados colectivos. Me estoy refiriendo a personas tan conocidas como el propio Antonio Trujillo, Esteban Ramírez, José María Sillero, José Luis Siles, Mariano Rodríguez, Lorenzo López o José Luis Ruiz de Marcos. En total 25 miembros.
También quiero dedicar un afectuoso recuerdo a la presidenta y presidentes que siguieron la senda iniciada, la diligente Ana María Quílez, que le imprimió al cargo su impronta, y después dos grandes empresarios, primero Enrique Román y ahora Francisco Vañó. No quiero dejar de nombrar a los secretarios, en primer lugar a María del Carmen Jiménez, que me sucedió, y más tarde Vicente Oya, Manuel Anguita y ya últimamente Mercedes Valenzuela. Para todos ellos mi reconocimiento porque todos han sumado para consolidar este ingente logro.
Pero sobre todo quiero resaltar la apuesta de un político que ya no lo es, jiennense además, con el que su tierra estará en deuda permanente, Antonio Pascual Acosta, el consejero de Educación en el momento crucial y que salvó todos los obstáculos, que los hubo, para sacar adelante la ley, imponiendo el criterio frente a los sectores, que sigue habiendo hoy y tratan de hacer ruido, de que sólo haya unas cuantas universidades y florecientes, frente a los que defienden, y yo lo he hecho personalmente en los plenos del Consejo Social, la virtualidad de instituciones académicas como la de Jaén, cercana a la gente y exponente de la igualdad de oportunidades, para que no sólo puedan estudiar como ocurría antiguamente, los hijos de familias pudientes.
La apuesta merecía la pena. De todas maneras permitan que les diga, que al más puro estilo Jaén, entiendo que no es que no se valore la importancia de poseer una Universidad propia, que sí a nuestra forma y manera, pero está lejos de recibir lo que merece y necesita, el reconocimiento de todos, la predisposición de algunos sectores, que deben estar para algo más que las fotos, porque de ellos depende en gran medida su fortaleza. Cuando sólo la Universidad puede poner a Jaén en el lugar que le corresponde y constituye la última y definitiva esperanza de este Jaén nuestro aplanado y todavía con poca fe en sus recursos. Aprendamos de quienes nos enseñaron, como Miguel Hernández: “Jaén, levántate brava…”. Me pregunto si no nos hierve la sangre de nuestra condición de jienenses orgullosos de serlo. Mi enhorabuena a la Universidad, con sus tres rectores a la cabeza, Luis Parras, Manuel Parras y Juan Gómez, tres personas distintas pero unidas por un proyecto que tiene que ser la tabla de salvación de Jaén. Cuando paso por la UJA y veo sus modernos edificios, ese Campus que da envidia y sobre todo esos miles de alumnos y profesores que le dan vida, siento alegría y orgullo como hijo de esta tierra, también porque mis hijos se han formado en ella.
Y nada deseo más, que esta Universidad que aspira a ser universal pero al tiempo localista, términos perfectamente compatibles, cumpla al pie de la letra la finalidad para la que fue creada, implicación en el desarrollo de esta tierra y la complicidad de tantos jienenses como habitantes hay, porque esta conquista es de todos y tenemos la obligación de conservarla y, si preciso fuera algún día, ojalá que no, defenderla hasta con uñas y dientes porque nos va el futuro en ello. Lo que en realidad anhelamos, lo diré con palabras de Jorge Luis Borges, reside en lo siguiente: “No es tarea de la Universidad ofrecer lo que la sociedad le pide, sino lo que la sociedad demanda”. Manos a la obra, este reto es inaplazable.
ADEMÁS…
Habíamos perdido la confrontación habitual entre Junta y Ayuntamiento, pero ahora tenemos otra que promete y mucho, la de la nueva Junta y el PP con el PSOE provincial y local de Jaén, y, por supuesto entre los dos partidos en la propia ciudad, que ahora están en plena efervescencia por las campañas electorales. El alcalde ha tildado de “ocurrencia” la idea de Julio Millán para ubicar en el edificio del antiguo Banco de España el Museo del Aceite y afirma que su pretensión es que siga dedicándose a uso educativo y cultural, como hasta ahora. La dependencia también está presente en el debate. Tras publicarse los datos escalofriantes de que hay 9.500 jienenses en lista de espera para recibir la dependencia, la Junta y el PP han arremetido contra los anteriores gobernantes y los socialistas se defienden señalando que Jaén estaría al día con la dependencia si el gobierno de Rajoy no hubiera hecho los recortes. No queda aquí la cosa. El PSOE reclama de la Junta que deje de “escurrir el bulto” y concrete las infraestructuras que piensa abordar para Jaén. A cambio, la consejera de Fomento reprende a los gestores de la anterior Junta porque, según ella, la ejecución del Plan Pista ha sido un desastre en Jaén.
A todo esto, en los últimos días los dos candidatos a la Alcaldía por PP y PSOE han viajado. Javier Márquez se va a tener que alquilar un piso o contratar una habitación de hotel permanente en Sevilla, porque ahora que están “los suyos” amenaza con visitas continuas para estar encima de los asuntos de la capital, que por otra parte es lo que debe hacer un alcalde, y que no pudo hacer en la anterior etapa porque incluso cuando pedía cita ni siquiera se la concedían, tal es el caso de la actual ministra y anterior consejera de Hacienda, María Jesús Montero. La última gestión de Márquez tiene que ver con el proceso para consolidar unos cuantos barrios de la ciudad. Por su parte el candidato socialista, Julio Millán, ha estado en Huelva y ha venido entusiasmado con las medidas adoptadas en aquella capital con respecto a la deuda como a la gestión, tanto es así que si saliera elegido sería éste el modelo a seguir. Les viene bien viajar a nuestros políticos, recordarán que Márquez ya nos trató de convencer con la peatonalización y nos puso como referente el caso de Pontevedra.
Frente a los que se quieren resignar ante todas las situaciones imaginables, los últimos datos sobre adjudicación de obra pública en Andalucía dejan nuevamente a Jaén en evidencia, seguimos donde estábamos, a la cola, aunque el tema merecerá mayor atención, sobre todo para los que no son capaces de ver argumentos suficientes para que Jaén y la provincia se sumen a la manifestación del día 31 en Madrid, que no es contra nadie, y sí lo es en favor del progreso, la modernidad y el avance de nuestro territorio.
De las mejores estampas del día nos quedamos con el inicio del tradicional besapié a la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Cientos de jienenses han hecho cola y lo volverán a hacer hasta el domingo, en su Camarín, para refrendar una devoción inalterable. Nada hay en Jaén que nos llene tanto como el sentimiento popular hacia la sublime figura de “El Abuelo”, por muchos años el Señor de Jaén.
Foto: Con motivo del 20 aniversario de la UJA, su Consejo Social hizo un reconocimiento a sus miembros.