El reto de la banca española por mejorar su imagen es una misión permanente a la que las entidades financieras deberán seguir prestando toda su atención. El devenir de los últimos acontecimientos impulsa la corriente de rechazo, restando vigor a sus esfuerzos por recuperar una mejor sintonía con la sociedad aunque, por otro lado, la mayoría de los usuarios reconozca que los bancos son imprescindibles para intermediar en el tráfico financiero y facilitar la interacción de la actividad económica general.
Si la pugna por lograr una aceptación general más positiva de su cometido en la intermediación financiera no alcanza los niveles deseados, tampoco les ha favorecido, sobre todo en el último año, la opinión de los mercados bursátiles, ya que los bancos españoles han perdido en ese período más de 54.000 millones de euros de su valoración en bolsa. Sin embargo estas enormes minusvalías de su precio no son imputables, en ningún caso, a un deterioro de la fortaleza de sus balances, ya que, especialmente tras la profunda reforma de que fue objeto en nuestro país el sector financiero, su robustez patrimonial, el alto nivel de solvencia y la alta cualificación otorgada por el BCE tras los test de stress a que fueron sometidos los bancos de la eurozona, no dejan lugar a ningún tipo de dudas.
Sin embargo, es verdad que la actividad bancaria en general está sometida a serie de particularidades, bien de etiología estructural o coyuntural, que tienen un notable efecto para sus cuentas de resultados y, lógicamente, sobre la estimación que los inversores y los mercados pueden hacer de su valoración. Así, en los últimos meses, han confluido una sucesión de coyunturas que han determinado ese asombroso comportamiento de las cotizaciones del sector bancario. En principio debemos considerar que la minusvalía de las acciones ha afectado a todo el sector europeo aunque, obviamente, confluyen otras circunstancias más concretas que atañen particularmente a la banca española, tales como: estrechez del margen financiero por intereses debido a la persistencia de los bajos tipos de interés, exigencias regulatorias del nivel de capital computable por parte del BCE, inestabilidad de la actividad económica global, incertidumbres políticas propias (Cataluña), y ajenas (Brexit, guerra comercial de EEUU y China), etc.
La pregunta que algunos inversores pueden hacerse resulta consecuente con el grado tan bajo que mantienen en estos momentos las acciones de los bancos españoles, ¿ES EL MOMENTO DE COMPRAR ACCIONES BANCARIAS?. Los analistas y expertos dudan de que el momento sea el más propicio para entrar en bolsa y, por tanto, no animan a centrar las compras de acciones en el sector a corto plazo si bien existe un general consenso de que la opción puede ser recomendable en el medio y largo plazo y, en este caso, también admiten que ese movimiento se realice de inmediato para obtener alto rendimiento por dividendo si el efectivo a invertir no va a ser necesario usarlo en el corto plazo.