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La Fundación Estrategias para el Desarrollo de la Provincia de Jaén (1998-2018) ha celebrado hoy su 20 aniversario, ya queda bastante atrás la iniciativa de la Diputación que ante la evidencia de la situación, es decir, los indicadores en contra, el paro, la falta de infraestructuras, sobre todo de comunicaciones, etc., en lugar de coger la táctica del avestruz, de esconder la cabeza bajo tierra, quiso crear un instrumento para ayudar al despegue de Jaén y hacerlo de una manera metódica. Presidía el organismo provincial Felipe López, al que no se puede negar preocupación por el futuro del territorio, hasta tal punto que promovió iniciativas diversas, todas encaminadas a impulsar el desarrollo socioeconómico, por cierto todas las asumió a su llegada el actual presidente, Francisco Reyes, que en algunos casos les ha dado mayor contenido para adaptarlas al nuevo tiempo.

La Fundación Estrategias suscita en algunos sectores de la sociedad jienense, sobre todo en quienes la desconocen, escepticismo y desconfianza. Los que por nuestro trabajo tenemos el deber de acercarnos más y mejor a esta realidad, sin pretender pecar de optimistas, porque no se trata de lanzar las campanas al vuelo, hemos defendido la conveniencia de que la provincia de Jaén, en el caso que nos ocupa, tenga puestas al día de manera permanente todas sus expectativas de crecimiento y desarrollo, al menos que por una falta de previsión Jaén no se vea más perjudicada y lastrada.

El hecho de que hayan pasado 20 años desde el momento en que la Fundación Estrategias se ponía en marcha y esta provincia siga padeciendo el terror de las estadísticas, que nos siguen situando en lugares poco confortables en los medidores de avance y convergencia, pueden dar la impresión de que una tarea tan apasionante no haya servido para el fin que se perseguía. Les puedo asegurar que ha sido impecable el trabajo al frente de la dirección técnica de quienes se han encargado de liderar el proyecto, primero Antonio Martín Mesa y actualmente Inmaculada Herrador Lindes, que encarnan a dos jienenses apasionados por su tierra, aunque les falta la varita mágica para conseguir todo lo que anhelan para ella. No me quiero olvidar de otra persona que estuvo en los inicios, cuando se gestaba la aventura, Pedro Molino, un activo de esta tierra que ha trabajado por ella desde varias trincheras aportando siempre ideas innovadoras y visión de futuro.

La Fundación ha dado a luz dos planes estratégicos, el segundo actualmente en marcha, ha parido centenares de iniciativas y ha logrado reunir en sus mesas a grupos de personas, cientos de jienenses de toda la provincia implicados, lo cual tiene un gran mérito y es uno de los grandes avales del proyecto, entre ellos una buena nómina de expertos, que se han ido sumando a esta tarea, agentes sociales, económicos, culturales, etc., que han ido haciendo sus aportaciones. Se ha trabajado mucho en el diagnóstico que está puesto al día, y se han implicado los gobiernos, bien es cierto que no todos de la misma manera, y que sabemos mucho más de la teoría de la situación de Jaén que de la realidad de las inversiones contantes y sonantes que legitiman la bondad de un plan estratégico que se precie. A pesar de todo, que el ritmo no sea el adecuado ni es responsabilidad de la Fundación, ni tampoco ha de ser motivo para bajar la guardia o negarle el pan y la sal, lo que hay que hacer es no rendirse, exigirle más a los poderes públicos, porque todas las administraciones tienen una notable deuda histórica con Jaén y los jienenses y se le está señalando la forma de saldarla.

Los responsables en concreto ahora del II Plan Estratégico, que termina su vigencia en 2020, han hecho valoraciones positivas considerando los proyectos, los objetivos y las actuaciones, que es un modo de medir el nivel de eficacia, aunque en el balance exista un “totum revolutum” en el que caben desde la Autovía del Olivar hasta los planes de empleo, el Degusta Jaén o el Campus Científico-Técnico de Linares, que, como muchos otros proyectos, fueron en su día objetivos. Reconozco que al principio de la existencia del Plan Estratégico me mostré bastante crítico, más que nada porque en Jaén estamos un poco hartos de hacer diagnósticos y de marear la perdiz en lugar de actuar, de hecho inicialmente se editó un libro al que llamé “Libro gordo de Petete II”, porque era muy voluminoso y lo consideré entonces demasiado pretencioso. Tal vez me equivoqué y no pasa nada por reconocerlo. El tiempo ha demostrado que se trata de una herramienta útil y que se hizo bien en crearla porque si mal está hoy el panorama, lo más probable es que fuera mucho peor de haber faltado este instrumento de diagnosis al servicio de la provincia, donde están la Diputación, la Universidad, todas las administraciones, y la implicación que llega a centenares de personas a través de las diferentes estrategias que tienen que ver con las comunicaciones, convivencia y bienestar social, calidad ambiental, industria, Jaén como centro mundial del aceite de oliva; Jaén, provincia bien comunicada; cultura y educación, innovación, Jaén paraíso interior, etc.

Puede entenderse un poquito de complacencia con los resultados, los planes son eficaces en la medida en que sirven para situar el plano de las prioridades y comprometer las inversiones a los organismos que tienen esa responsabilidad. Cierto que hay más conclusiones que soluciones, porque las administraciones se lo piensan a la hora de invertir en Jaén, pero el papel del Plan es el de ser una especie de martillo pilón para recordar a cada cual sus deberes. No es una solución milagro, lo sé, pero el tiempo ha justificado esta iniciativa que fue pionera y que se ha ido extendiendo en otros territorios, como un hecho favorable, aunque a veces se estrellen de manera estrepitosa las hermosas teorías sobre nuestro porvenir, porque esto no es fácil, y hay que pelearlo duro. Es conocido que hay administraciones que sistemáticamente se escaquean de sus responsabilidades, por lo que los avances no son los deseados, y hay que señalar a las administraciones central y autonómica que deberían liderar las inversiones y no lo hacen, de ahí que haya aspectos, como la infraestructura de comunicaciones, con el escandaloso agravio histórico del ferrocarril que está de espaldas a Jaén, que por sí solas justificarían que una Fundación de estas características esté actuando. Y se podrían poner unas docenas de ejemplos más. 

Posiblemente al celebrar estos 20 años se muestre un cierto alarde de optimismo que es, entiendo, tanto como decir de ganas de avanzar, pero está visto que sacar a Jaén del pozo en el que está requiere en efecto de una planificación estratégica, pero a la Diputación, que verdaderamente está siendo su locomotora desde el principio y ha hecho de los planes su estrategia de cabecera, por el que la felicito, no le siguen el resto de administraciones, al menos al ritmo que sería deseable, la Junta invierte mucho menos de lo que debiera, y el Gobierno central está muy lejos de un compromiso estable con Jaén, aunque todos traten de convencernos de lo contrario, en esa actitud tan autocomplaciente que distingue a la política y a los políticos. Sus reprsentantes han tenido que hacer durante el debate piruetas dialécticas para tratar de justificar lo que no tiene justificación, al menos a mi modo de ver. Esto no es opinión, es la evidencia, no se puede discutir sobre el particular, de la misma manera que todo el peso no tiene que ser institucional y que el sector privado tendría que haberse mojado mucho más en este empeño. Queda poco margen para sacar pecho, los planes, y el de Jaén lo es, son muy ambiciosos, pero sin dinero para invertir se quedan tantas veces en brindis al sol. Y que cada cual revise su posición al respecto.

Ha dicho el presidente de la Diputación y de la Fundación Estrategias, Francisco Reyes, que los 20 años transcurridos marcan una historia de éxito. ¿Es así? Es una manera de verlo, analizados los resultados uno a uno hay muchos compromisos que se han cumplido, en determinados aspectos, y de nuevo el organismo provincial es referente, estamos a años luz de lo que ocurría en el Jaén de 1998, sobre todo en poner al día en el escaparate las grandes fortalezas de Jaén, desde los recursos turísticos hasta la promoción y la búsqueda de calidad en los aceites, valga como ejemplo de muchas más acciones en este sentido. Se nota más todo lo que falta, pero no quiero poner hoy el acento en lo negativo sino en la oportunidad de este aniversario y en un tiempo nuevo de mayor exigencia para los sectores público y privado, para valorar el trabajo realizado y que sirva de impulso para lo mucho que aún queda por hacer. Por lo demás ha sido agradable comprobar que responsables de otros planes del territorio nacional ponen como ejemplo la estrategia que se sigue en Jaén, que han valorado como oportuna y ejemplar. Pues bien, es un instrumento útil para mejorar a Jaén. Vamos a impulsarlo entre todos y que se sientan respaldadas y apoyadas las personas e instituciones que tomaron la iniciativa y trabajan día a día en este empeño.

Si los Planes Estratégicos se van imponiendo es porque permiten hacer una hoja de ruta fiable. No son la panacea pero enseñan el camino para avanzar y señalan asimismo a los que están implicados como a los que no quieren saber nada e incluso le ponen todas las trabas posibles. Pues bien, el Plan Estratégico repite y recuerda de la primera hasta la última aspiración de la provincia, los grandes proyectos y las pequeñas actuaciones de cualquier índole. Cuestión diferente es que los que tienen que sentirse concernidos a veces ni se inmuten. Por eso celebro que se haga visible el 20 aniversario, para que lejos de resignarnos le demos cuerda a la idea que todos tenemos en la mente de que no debemos permitir que haya quienes ahoguen el legítimo progreso de un pueblo que es el nuestro. Lo que no está permitido es renunciar al objetivo, una estrategia permite intervenir en el futuro para amoldarlo a nuestras necesidades y exigencias. Hay una frase de Jarod Kintz que me agrada al respecto: “Arrinconarse en una esquina es una pésima estrategia, porque no deja lugar para correr. Pero es genial porque nos obliga a luchar”, que casa muy bien con otra cita de Maurice Blond: “El futuro no se prevé, se prepara”.

 

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