El todavía delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, ha dicho en las últimas fechas, al visitar el tramo Jaén-Grañena de la línea férrea, que las obras que se realizan en el citado lugar constituyen la radiografía de la verdad, es decir, que frente a “quienes se empeñan en negar la evidencia” esta es una obra, que a juicio del representante de Rajoy en Andalucía, avanza de manera imparable, y añade que “después de los fracasos de anteriores gobiernos”. El citado responsable público ha visitado hace pocas fechas las obras que se ejecutan en el tramo de referencia, acompañado por el también todavía secretario de Estado de Hacienda, José Enrique Fernández de Moya. Al político jienense lo vamos a dejar hoy tranquilo y además sus palabras en este acto fueron una repetición de las que suele dedicar cada vez que pone pie en cualquier lugar donde la Administración central invierta, aunque sea una cantidad menor, siempre se refiere al “compromiso del Gobierno”. Pero como esta vez estaba Sanz, y estamos menos acostumbrados a sus declaraciones, la verdad es que no nos ha decepcionado en absoluto, se ha despachado a sus anchas con todos los tópicos propios de un alumno que se ha aprendido la lección de carrerilla porque es obediente y dócil, y poco menos ha venido a decir que la Alta Velocidad ya se ha hecho presente en Jaén, es la manera que tienen estos políticos de tomarnos el pelo a los jienenses y pintarnos un panorama que para nada se corresponde con la realidad.
Porque la auténtica radiografía de la verdad, por utilizar los mismos términos del señor Sanz, es que de la línea de Alta Velocidad Jaén-Alcázar de San Juan-Madrid, cuya primera piedra fue colocada hace la friolera de dieciséis años, lo que se sabe es que lleva un ritmo lentísimo y que de continuar así harán falta aún muchos años, pero muchos, para que nos sumemos a la modernidad ferroviaria. De poco sirve pues que el próximo año, según nos informan, esté terminado el tramo Grañena-Jaén, si falta prácticamente todo lo demás. En resumen, muy poca obra en la provincia para tantos años, y esto habla de la ineficacia de los gobiernos sucesivos y el escaso interés que les ha despertado Jaén, por mucho que el diputado socialista Felipe Sicilia, otro bien mandado, al calificar los dos años anteriores como “una desfachatez” en materia presupuestaria, y que la apuesta del Gobierno de Rajoy es nula, parece haberse olvidado, supongo que involuntariamente, que si como ha dicho el ferrocarril de Jaén está abandonado a su suerte, alguna responsabilidad, bastante responsabilidad, hay que situar en la etapa de Rodríguez Zapatero, en la que también se fue a la mínima expresión. Los gobiernos, desde siempre, pero en especial desde que se puso la primera piedra de la línea de Alta Velocidad, que nos vendieron como agua de mayo, la tabla de salvación para el transporte ferroviario, ha sido un sonoro fracaso y es cierto, como apunta el señor Sicilia, no hay ni conexiones, ni trenes, ni servicios, ni conservación de la red convencional…Mentiras, mentiras y mentiras… Veremos lo que ocurre a partir de mañana mismo, cuando muy probablemente la moción de censura en el Congreso haga presidente del Gobierno a Pedro Sánchez. Jaén nunca se ha beneficiado ni siquiera de las alternancias en el poder. Ahora, está por ver…
FRACASO DE LA POLÍTICA Y DE LOS POLÍTICOS.-A la hora de señalar fracasos objetivos de la política y de los políticos para con la provincia de Jaén uno de los ejemplos más elocuentes y al mismo tiempo más sangrantes lo constituye el hecho de que esta es una de las poquísimas provincias españolas que se quedó hace tiempo de espaldas al ferrocarril, literalmente. La sociedad provincial no movió un solo dedo, por supuesto tampoco se inquietó el conjunto de su debilitada musculatura política, para seguir con la secular tradición, hasta el punto de que en la década de los ochenta fueron desapareciendo servicios ferroviarios hasta condenarnos al ostracismo. Y todo por la vía preferente, la de los hechos consumados. Y en Jaén, silencio.
La estación de Linares-Baeza dejó de ser un referente del movimiento ferroviario nacional, una encrucijada que suponía un plus para nuestro territorio, y a las instalaciones de la capital, casi al mismo tiempo que se producía una fuerte inversión municipal que hemos estado pagando hasta hace poco, con la esperanza de darle rentabilidad y tener no digamos ya trenes AVE sino servicios dignos, con algún que otro Talgo, lo único que le queda es cerrar por liquidación porque mantiene escasos servicios que más que comunicar alejan, en régimen tercermundista, a una ciudad que aboga por ser igual que las demás, pero a la que se le niegan los recursos.
No existe ni una sola razón que justifique este desprecio al desarrollo ferroviario de la provincia, por lo que objetivamente se puede criticar la sumisión de nuestra clase política a los planteamientos de Renfe y al Ministerio de Fomento. De poco sirvió la plataforma creada en el seno de la Cámara de Comercio, que finalmente no cuajó porque los dos grandes partidos nacionales asumieron posiciones diferentes según estuvieran gobernando o en la oposición. En unos casos, ambos dos, defendían o criticaban unos Presupuestos Generales siempre mezquinos para Jaén, o trataban de justificar lo injustificable de la presencia objetiva de esta provincia en los últimos lugares de renta y de estadísticas de desarrollo.
NO TIENE NOMBRE.-El lenguaje político y la realidad visible siempre han estado en permanente divorcio, no ha sido normal que se asumieran como tales los problemas grandes y pequeños. Lo del ferrocarril no tiene nombre, está en el debe desde muchas décadas atrás. Podemos preguntar desde los intereses que provocaron que la estación de Jaén se encuentre en Espeluy, y que sólo tienen respuesta en las historias caciquiles de antaño, pero que siguieron con el frustrado Baeza-Utiel, el también inexistente tren del aceite, y que ha seguido con la consumación de servicios de manera premeditada y sin la más mínima aparente oposición. Sólo ha habido una circunstancia excepcional, el tiempo en que la UCD logró un servicio directo con Madrid, a horas aceptables y con un servicio digno, que vino en llamarse ‘Platanito’, que desapareció con menos propaganda que cuando llegó. Al final nos enteramos que fue un tren por el que lucharon los políticos para poder estar a tiempo en sus responsabilidades en el Congreso y Senado, es decir, consiguieron un traje a su medida, pensaron en ellos y no en el común de la gente.
Pero la experiencia vino a demostrar que en política querer es poder y que no se puede poner como escudo la falta de rentabilidad económica cuando no se ha dado la más mínima oportunidad de que el tren fuera un negocio provechoso y lo es socialmente. El AVE que pudo rozarnos tampoco se hizo nada por lograrlo aunque sólo fuera esgrimiendo la trayectoria de abandono histórico, ahora que estábamos en democracia, y así fuimos perdiendo tantos trenes que en realidad hoy los servicios son escasos y no nos vertebran con nada. Esta es la triste realidad, incontestable. En los últimos años nos han engatufado con la Alta Velocidad que aparte de ser un proyecto de largo me lo fiáis, a la hora de la verdad seguirá estableciendo diferencias entre la última de la fila, que es Jaén, y el resto.
Viajar desde Jaén a Madrid y a Sevilla, especialmente a Madrid, es un tormento que debería ponerse como penitencia a todos los políticos que viajan cómodamente en coches oficiales, para que ellos mismos valoren si lo que tenemos coincide con lo que desean para los ciudadanos y ciudadanas que les han votado. Está claro que aquel sugerente anuncio de ‘Papá, ven en tren’ no se hizo pensando en Jaén. Invitamos a cualquier político que tenga un mínimo interés a que solicite de Renfe el estado actual de los servicios con cada una de las capitales de provincia, para comprobar también por este medio que aún hay estadísticas que nos colocan en la antesala de la indigencia.