El Foro Económico Mundial, también llamado Foro de Davos, es una Fundación sin fines de lucro con sede en Ginebra que celebra anualmente su asamblea en el Monte de Davos (Suiza). Allí se reúnen los principales líderes empresariales, políticos, expertos y periodistas más acreditados para analizar los problemas más apremiantes que afronta el mundo y que afectan ya, o pueden afectar en un futuro próximo, al ámbito económico, de la salud o del medio ambiente.
Las primeras conclusiones respiran optimismo porque parece unánime la opinión de que continuará el tirón económico que actualmente están mostrando las principales economías del mundo. Sin embargo estas buenas perspectivas están más respaldadas por el criterio del entorno político, más necesitado de aprovechar esta buena coyuntura económica para transmitir optimismo a sus respectivos ciudadanos y ganar imagen, que en el económico-empresarial donde, con independencia de admitir que, efectivamente, el mundo está superando un período económico global crítico, se admiten una serie de amenazas, (“cines negros en el lago azul de la bonanza”) , que rebajan el grado de optimismo que proclaman los políticos, aunque estos las ignoren y cometan el error de minimizarlas y catalogarlas de baja intensidad, cuando pueden ser los primeros indicios de una futura recesión.
El enfrentamiento se centra en la forma de concebir y entender el mundo, la economía particular y global, la política y la democracia. Expresiones como “AMERICA FIRST”, exponente claro de que las estrategias particulares de los países más fuertes están basadas en un firme proteccionismo, puede ser la mejor prueba de que estamos muy lejos de coincidir, como sería necesario, en que la acción política-económica no sólo debe beneficiar a los ciudadanos de cada país sino que debe pretender un objetivo mucho más amplio que abarque también la mejora general especialmente aprovechando estas favorables coyunturas económicas.
Por otro lado, la euforia y complacencia mostradas, sobre todo por los líderes políticos, deberían conectarse a la realidad más cercana en la cual subyacen grandes lagunas de desigualdad, sin que se le preste la menor atención en estos foros. Y no sólo es ese optimismo desmedido que se esgrime sino el olvido consciente de que, efectivamente, los ciclos económicos favorables no son aprovechados para subsanar de una vez las rendijas por donde se filtran los indicios de la futura recesión.
Pero no es solo la ignorancia de aspectos tan trascendentales como la desigualdad sino que esa serie de amenazas, enunciadas anteriormente, conviven con la recuperación económica actual y son generadas por la propia dinámica socio- económica. Temores a una nueva burbuja provocada por los bajos tipos de interés, tensiones políticas entre grandes potencias, particularismo y proteccionismo, nacionalismo y populismo, el reto de las consecuencias de la inteligencia artificial etc., jalonan el itinerario económico del futuro de grandes incertidumbres que son obviadas conscientemente.
Al final sólo proponen nuevas ideas sin posibilidades reales de aplicación, con el único fin de descargar sus conciencias y, en última instancia, siempre buscando la rentabilidad electoral y la mejora de su imagen. El mundo no puede ser una élite cosmopolita y un ejército de trabajadores insatisfechos, y eso para quien tenga la suerte de tener un trabajo.