Querido lector, no he podido sustraerme a la provocación que puede suponer el título de este breve artículo. Quizás lo más esperado hubiese sido poner “en la ciencia…o en la tecnología…o en la economía está la solución”. Pero escogí deliberadamente las Humanidades, sí, las denostadas humanidades, las diferentes áreas de conocimiento relacionadas con las Letras, para endilgarles la responsabilidad (siempre magnificada en la rotundidad breve de un titular) de la solución del cambio climático. Y explico por qué.
Hace doce años empecé a dar charlas divulgativas sobre las consecuencias del cambio climático en España, sobre la base de la información que se barajaba desde el grupo de expertos de la ONU (el famoso IPCC, para los familiarizados con el tema) y de un estudio que fue realizado por más de un centenar de especialistas sobre el impacto que tendría en nuestro país.
La primera acción que llevamos a cabo en la asociación de voluntariado GEA en Jaén, hace más de diez años, fue precisamente una campaña de cinco medidas ciudadanas contra el cambio climático. Desde entonces no hemos dejado de incidir en el asunto, y cada vez estoy más convencido de la veracidad del título.
Un libro que se publicó a mitad de los noventa, “Más allá de los límites del crecimiento”, planteaba la ineludible necesidad de reducir el consumo a la mitad, además del uso de tecnología eficiente, energías más limpias, etc, para evitar lo que denominaban como colapso ambiental.
Y esta necesidad choca frontalmente con otra: la de ser felices en base a la posesión y al consumo, el ideal consumista en el que desembocó Occidente.
La superficialidad de nuestro quehacer cotidiano, la ausencia de un arraigado sentido de la vida, ha llevado a la inmensa mayoría de nuestra sociedad a estar pendiente de satisfacer de forma inmediata todos y cada uno de los impulsos de nuestra personalidad, como el sendero que la sociedad del bienestar señala para alcanzar la felicidad, que todo ser humano busca. Y esto, aparte de producir una precaria satisfacción, lleva a unas necesidades de recursos materiales y energéticos completamente insostenibles.
Llegados a este punto, creo que por encima del desarrollo de una tecnología más eficiente y limpia, es necesario que nosotros, y nuestra sociedad, seamos más humanos, que encontremos de nuevo los sólidos pilares de nuestra existencia, que recorramos los espacios de nuestra alma, que descubramos y desarrollemos todo el potencial que cada cual tiene. Porque el desarrollo de nuestro mundo interior reduciría nuestra dependencia del mundo exterior.
Y este es el escenario natural de las áreas de conocimiento que denominamos como Humanidades, para esto sirven, para que el ser humano sea más humano y disfrute siéndolo. Sólo de esta forma puede conjurarse la gran amenaza del cambio climático. La ciencia y la tecnología, por sí solas, no bastan. A la vista está. Palabra de biólogo.