Hay una canción popular que la mayoría conocemos, y que dice que “cuando llegue septiembre todo será maravilloso”. Puede ser en muchos lugares, sin duda, pero desde luego no en la ciudad de Jaén y en su Ayuntamiento, donde con las leyes de Murphy en la mano, todo es susceptible de empeorar.
La Corporación se fue al verano con un tímido camino de entendimiento, se hablaba de las reuniones de la Comisión Especial de Hacienda como un clavo ardiendo al que agarrarse para ir buscando salidas a los gravísimos problemas económicos, que no solamente no disminuyan, ya se sabe lo que pasa con las deudas, que a poco que se dejen la bola va creciendo a pasos agigantados, sino que ya es prácticamente imparable la suma astronómica a la que se ha llegado y que de una manera u otra pagaremos los jienenses durante muchísimos años, mejor es que nos hagamos el cuerpo a esta adversidad.
Fernández de Moya dijo que pasaba de ese cáliz y tomó las de Villadiego. Dejó, a dedo, al sustituto, Javier Márquez, del que me reafirmo en lo ya manifestado otras veces de que me parece una gran persona, un enorme jienense, que ama a su ciudad y tiene ganas y compromiso de servirla. De él podría decir lo que argumenta un buen amigo cuando trata de dejar bien a la gente pero señalándole algún defecto: es una magnífica persona, podría decir que incluso excelente, pero para llevar la Alcaldía le faltan recursos, entre ellos mala leche y autoridad para imponerse, sobre todo ante la sombra alargada del PP que viene actuando como el perro del hortelano, ni hizo ni deja hacer.
La imposición que se le atribuye para que el equipo de gobierno no negocie en Madrid la quita que negoció con el PSOE y que ya digo, parece ser que lleva su firma, la de Fernández de Moya, deja a Márquez en una difícil encrucijada. Tiene a toda la oposición en contra, que en la situación actual es firmarle prácticamente su sentencia de muerte, y en su partido no solamente no encuentra ayuda sino que también en sus filas les ponen todas las piedras posibles para que tropiece.
Márquez lleva diez meses al frente del Ayuntamiento y en este tiempo el hombre lo ha intentado de distintas maneras, inauguró unas nuevas formas de relacionarse con las otras administraciones, y en las que se partía de cero, los plenos se han tornado en debates mucho más serenos y en algunos momentos casi de guante blanco. Pero poco dura la alegría en la casa del pobre y la verdad es que los compromisos del equipo del gobierno no se corresponden con los hechos, se ha anunciado mucho pero nadie lo ve, la máquina se pone cada día en funcionamiento para pagar deudas y casi milagrosamente para pagar a los funcionarios, a los que algunos quieren meter en el lío pero que no tienen culpa, ninguno, tampoco los de Onda Jaén, un servicio público del que algunos reniegan pero todos se han aprovechado y nadie ha movido un dedo durante años para darle solución, todo lo contrario todos, digo bien, todos, han tirado pólvora del rey, menuda lección de demagogia,
La situación económica es crítica, las deudas se siguen disparando, supongo que habrá más plenos para pedir auxilio económico, si antes no son capaces de salidas estructurales y no de coyuntura. Entiendo a los grupos de la oposición que no quieran pasar por la poco ejemplarizante fórmula de llevar a cada pleno una operación económica y prolongar y agravar la asfixia, pero me da pena observar al alcalde, tan buena gente, que se ve desorientado ante la que tiene encima y con escasas o nulas ayudas. Con la circunstancia añadida de que a los animales políticos, así se les llama a los que les gusta y disfrutan del oficio, se le tienen que ocurrir ideas para salir adelante, ellos y las situaciones, pero Javier Márquez está demasiado solo, al menos así lo veo yo, en esta tesitura tan complicada.
Este pasado mes de agosto, en el histórico pleno que convocó para que los ediles le votaran a favor de acogerse a un fondo del Ministerio para el pago de sentencias judiciales, la oposición en bloque le negó el pan y la sal, con nocturnidad y alevosía por las características de la sesión en pleno mes vacacional. Se ha metido miedo en el cuerpo a los empleados municipales en el sentido de que si no hay dinero o los jueces piden el pago de sentencias, se pueden resentir las nóminas. El personal está preocupado, y con razón, porque los intereses políticos le meten en un juego en el que no quisieran estar.
Me encontré días después del pleno de agosto con el regidor jienense, tenía un cabreo del 15. Insisto en que no tengo que hacer un especial esfuerzo para entender el papel de la oposición en este escenario tan radicalmente malo, pero empatizo con el alcalde, que no puede pero quiere arreglar el desaguisado. Creo honestamente y no porque me lo haya dicho él sino porque lo he advertido en su semblante absolutamente transparente, o así me lo parece a mí, que a Márquez le ha faltado el canto de un duro para pegarle una patada al brasero, y supongo que si no lo ha hecho es por vergüenza torera y por jaenerismo. Si yo fuera como él seguro que pensaría que hay plazas en las que los que tienen que lidiar son toreros profesionales, políticos bragados a los que da igual ocho que ochenta. Javier Márquez no es así.
Hoy he leído sus declaraciones en Viva Jaén al excelente periodista Ginés Donaire, y la verdad es que no tiene desperdicio, les sugiero que las lean. Se arrepiente de subirle el sueldo a los concejales no adscritos, denuncia la pinza de la oposición, clama incluso por la moción de censura si los grupos PSOE, JeC y no adscritos mantienen una postura común en los plenos…Esta última postura que es defendible políticamente, acepta una crítica en toda regla y es la de que en vez del lamento lo que debería probar el equipo de gobierno, pero de verdad, es la vía del diálogo, pero aceptar esto es incompatible con el ordeno y mando, lo que se dice en las Comisiones de Hacienda y extraordinarias y en los plenos es para cumplirse y no para que se frene por la fuerza política más que probable de quien no quiso regir el Ayuntamiento desde dentro y me parece que intenta hacerlo usando su poder desde fuera. También he visto las manifestaciones que ha hecho el PSOE de la mano de Manuel Fernández, señalando que el alcalde lo da todo por imposible “y en vez de buscar soluciones intenta gestionar la culpa”.
Quiero pensar que aunque las cosas están mal, muy mal, no hay que perder la esperanza de que los protagonistas de los desencuentros se verán en la necesidad de rectificar ya que con tanta frecuencia a todo el mundo se le llena la boca con Jaén. Y es hora de menos palabrería y una actuación más comprometida y real. A pesar de todo confío en que se imponga el sentido común de las personas. Manuel Fernández me parece una persona seria y responsable, en el grupo de JeC igualmente percibo sensatez en Manuel Montejo y María Dolores Nieto, a los que mejor conozco. Y los no adscritos, antes Ciudadanos, igualmente desde que están, hay que reconocer que han hecho aportaciones positivas. Quiero decir que ninguno es tan malo, todo lo contrario, y que pueden y deben amortiguar sus posiciones ideológicas legítimas para prestar un servicio de calado a su ciudad.
Ahora hay que elaborar unos presupuestos para el próximo año donde los ciudadanos esperamos ver cómo se retratan los grupos políticos, sigue pendiente el asunto del tranvía que es el monumento que nos recuerda, junto a otros como los restos del que iba a ser parque acuático, los del parking de la Alameda, etc., episodios políticos que nos llenan de vergüenza, rechazamos tanto despilfarro y tanto desgobierno, de unos y otros, de otros y de unos, pero sobre todo, en una situación social de Jaén que no está para tirar cohetes, lo peor de todo es que la gente sea la que tenga que pagar con sus impuestos y los servicios, algunos bastante deficientes, el costoso precio de sus irresponsabilidades e ineptitud. Y que en este momento además se perciba en toda la ciudad un panorama de abandono generalizado que nos resulta espectacular, porque se ha conseguido lo inexplicable, un ambiente tal, sobre todo a causa de la ruina económica insalvable, que ni se ataca lo grande ni se actúa en lo pequeño, la micropolítica que fue un invento a la desesperada para lavar la imagen, tan incapaces de aplicarla ni en lo más mínimo.
Y encima los grupos, el primero el que es directamente responsable, echando balones fuera, pero eso sí, con la casi totalidad de los concejales, curiosa y extrañamente por el propio estado de las arcas del Ayuntamiento, cobrando sus buenos sueldos de la teta municipal. Mucho tiene que cambiar el panorama para que no vayamos de mal en peor. Me da pena el Ayuntamiento, pero me da mucha más la ciudad, los jienenses, porque no nos merecemos los políticos que nos gobiernan. Lo digo como lo siento y generalizo con la intención expresa de que los que no se sientan aludidos peguen una palmada en la mesa, y digan “basta ya”.
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En este momento tan complicado para la ciudad, los jienenses miran a su Ayuntamiento.