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Por IGNACIO VILLAR MOLINA / En el comienzo del año abundan los previsiones sobre la trayectoria de las diferentes variables económicas y su efecto en la economía de cada país. En este aspecto, inflación y política monetaria, léase tipos de interés, concitan la mayor atención debido a que de su evolución e impacto depende el equilibrio necesario de la actividad económica y la influencia de su trascendencia en otras variables básicas como el consumo y el empleo.  

La Unión Europea es un bloque comercial completamente unificado y junto con la economía de los EEUU representan casi el 40% del PIB mundial, el 33% del comercio global, y el 42 % del comercio mundial de servicios. Así tanto la Reserva Federal de EEUU como el BCE, son los valedores y vigilantes del equilibrio económico – crecimiento adecuado con niveles de inflación no superiores al 2%- en estas grandes áreas económicas del mundo y juegan un papel decisivo a través de las políticas monetarias que dictan para conseguir los objetivos de estabilidad en sus respectivas zonas. Sin bien la dolarización dominante de esta moneda en el ámbito económico global le confiere una posición fundamental convirtiéndose en la principal moneda de reserva, es por eso que las decisiones de la Reserva Federal respecto a los tipos de interés, tiene una mayor influencia en el contexto económico general, y, por tanto, sus expectativas de futuro son tomadas como referencia indiscutible a tal fin.

El recorrido de los tipos en el pasado año 2024, después de su abrupta subida a lo largo de los dos años anteriores, ha registrado sucesivas bajadas dejando abierta la posibilidad de nuevos retoques en este ejercicio. Recordemos que finalmente la Reserva Federal flexionó los niveles de los tipos hasta el rango del 4.25% al 4.50%, desde el 5,25% al 5.50% que alcanzaron en julio de 2023, cota máxima desde 2001; igualmente el BCE, a final de 2024, los situó en el 3% después de haber cedido posiciones desde el 4.50% que marcó en septiembre de 2023. Estas reducciones han sido aplicadas en consonancia con la disminución de la inflación que, aunque no alcanzó plenamente los objetivos deseados, fijados en el 2%, los datos finales, 2.9 % en EEUU, y 2.8% en la Eurozona, permiten confiar que no se repetirán las altas cotas contabilizadas en el pasado ejercicio. En realidad, después de este respiro bajista de los tipos, toda la atención se centra ahora en concretar el calendario conveniente de los próximos descensos que estarán condicionados, como hemos señalado, por los indicadores inflacionarios y otros de singular importancia e influencia en el comportamiento de la actividad económica.  

Si ambas instituciones bancarias coinciden en que su política monetaria, especialmente referida a los tipos de interés, estará centrada en ese objetivo, la situación real actual de sus economías es bastante dispar, aspecto que, indudablemente, condicionará el ritmo de futuros retoques bajistas. Por lo que respecta a EEUU, los últimos datos recientemente conocidos, dan muestras de que su economía mantiene una sólida resistencia como demuestran los datos relativos al crecimiento, (los pronósticos para este año auguran una subida por encima del 2%), el empleo y el consumo, lo que, de alguna forma, ha influido en que la inflación no haya reculado a cotas más bajas y complique mucho la trazabilidad de nuevos recortes. Por otro lado, los mercados están considerando el efecto de la llegada al poder del nuevo presidente Trump,  ya que, de acuerdo con las intenciones que ha enunciado previamente, la aplicación de unas rígidas directrices proteccionistas que impulsen la hegemonía de su economía, implantando nuevos aranceles a las importaciones, y acompañadas de rebajas de impuestos, incrementarán el gasto de los hogares y el PIB de su país pero por contra incrementará  el riesgo de generar más tensiones inflacionarias y alejar las posibilidades de incidir en nuevas bajadas de tipos de interés.

Por el contrario la posición de la economía de la UE está dando muestras de una debilidad inquietante según confirma el vicepresidente del BCE, Sr. Guindos, “si bien el proceso inflacionario está bien encaminado, el desequilibrio que generó la inflación se está dejando notar en el aterrizaje de la actividad económica que de necesitar un tratamiento de enfriamiento ha pasado a crear un nuevo motivo de preocupación por el bajo crecimiento que muestran los último datos conocidos, pero que confía en que la recuperación de los salarios reales debe potenciar el gasto de los hogares, lo que permite estimar que la trayectoria de la actividad económica de la UE  es clara y confirma la senda de próximas rebajas de los tipos”.  Todo parece indicar, por tanto, que esas impresiones serán confirmadas en la próxima reunión de este mes en la que serán reducidos en otros 25 puntos básicos para situar el tipo oficial en el 2.75. Por el contrario, como hemos señalado, el freno experimentado por la economía alemana, sólo crecerá un 0.3%, y el escaso avance de otros países (Francia 0.8% e Italia un 0.7%) y los ajustes presupuestarios que debe efectuar Francia limitan mucho las expectativas de crecimiento de la UE que apenas llegan al 1%.  

Por otro lado, en este complicado y complejo tablero económico no solo juegan EEUU y la UE. Así no podemos olvidarnos de la economía China por la gran influencia que ejerce sobre el resto de las economías mundiales al ser el país exportador más activo y predominante del mundo con gran diferencia sobre el resto de los grandes países, y, por otro lado, porque su objetivo final,  en pugna constante con el gigante americano por conseguir la hegemonía  tecnológica mundial, comporta ganar la hegemonía económica. Una guerra de aranceles como la que proyecta el nuevo presidente americano no sólo sería negativo para su economía y la de China sino que también tendría efectos perniciosos para el resto de las economías del mundo.

De otra parte, este rumbo dispar de las economías de ambos bloques y el condicionamiento que implica para las bajadas de tipos en EEUU provoca el aumento de  las tendencias ya aparecidas de revalorización de la moneda americana con respecto al euro, de tal forma que en muchas instancias se especula que en el corto plazo pude producirse la paridad de ambas monedas. Sin embargo no existe un total consenso entre los analistas en este aspecto ya que una revalorización del dólar perjudicaría sus exportaciones lo que impediría reducir su enorme déficit comercial, en todo caso, todos los pronósticos actuales se están basando en los anuncios efectuados hasta ahora por el Sr. Trump que han puesto en vilo a todas las economías del mundo.  

Por último no podemos dejar de considerar la repercusión que este escenario económico mundial tan complejo tiene para nuestro país. El buen desempeño y resultados de los datos de la economía española ha sido resaltado por el Finantial Times, siendo el país de Europa que mantiene unas constantes en su sobresaliente evolución, lo que, según el FMI le convertirá en el motor de la economía de la eurozona para el presente año. Sin embargo el panorama geopolítico mundial no va a ayudar de una forma decisiva, y a ello  debemos añadir las necesidad que nuestro país tiene de embocar, entre otros, el problema acuciante de la vivienda y del alquiler, de efectuar ajustes fiscales, rebajar la deuda y mejorar el ya endémico y estructural  desvío de la productividad y competitividad de la economía. ¿Por qué no aprovechar este ciclo de bonanza para corregir esos  desajustes?.   

IGNACIO VILLAR MOLINA. SOCIO DE SECOT JAEN. ECONOMISTA

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